Del aroma a ajo de Chinchón a las fiestas mexicanas en el Parador: los secretos del rodaje de Wes Anderson en España
Durante el verano de 2021, una troupe de ‘forasteros’ colonizaron de forma temporal Chinchón. No era un grupo de amigos cualquiera, sino que entre ellos estaba Tom Hanks, Scarlett Johansson, Adrien Brody y otras tantas estrellas de Hollywood comandadas por el jefe de todo aquello, Wes Anderson. El director, dueño de una de las puestas en escena más reconocibles e imitadas del cine actual, eligió Chinchón como centro neurálgico para rodar Asteroid City, su último filme que se estrena este fin de semana en cines tras presentarse en el pasado Festival de Cannes.
Un homenaje a los dramaturgos de los años 50, a la ciencia ficción clásica y al cine del oeste que se rodó en un descampado a pocos kilómetros de la localidad madrileña. Los vecinos del lugar que acudan a ver la película descubrirán que de Chinchón no se ve nada. Ni su reconocible plaza mayor ni sus hermosas calles. Sabrán que es Chinchón porque se lo han dicho, por los meses con extremas medidas de seguridad y por los innumerables técnicos españoles que aparecen en los créditos. Anderson, que reside en Francia y que teme a los aviones, eligió España por sus cielos azules y, cómo no, por sus incentivos fiscales, como reconocían sus productores en una entrevista con Screen Daily.
Allí, en un descampado, construyeron de la nada un poblado donde todo era de verdad. A Anderson no le gustan los efectos digitales, y levantaron un hostal, una gasolinera, un restaurante y cantidad de elementos con los que los intérpretes interactúan en la ciudad ficticia de Asteroid City. Mientras tanto, todos se quedaban como una familia conviviendo a pocos kilómetros. Los que ya conocían el método andersoniano no se sorprendían con la experiencia comunal de cenar juntos, cantar y establecer una especie de campamento. Los nuevos ya quieren repetir.
Desde el Festival de Cannes, el reparto de la película explicaba la inolvidable experiencia de haber salido de Hollywood poco después de que EEUU abriera las fronteras tras la pandemia. Hope Davis define el rodaje como “increíble”. “Me hizo darme cuenta de que hay muchos lugares maravillosos para vivir y escapar de EEUU, como Chinchón”, recuerda la actriz que define el pueblo como “hermoso”, a la gente como “maravillosa” y, cómo no, a la comida como “increíble”. “Los años que hemos pasado en EEUU han sido muy tensos, y el ritmo de vida en Chinchón era otra cosa”, añade.
Uno de los más veteranos en el equipo de Wes Anderson es Jason Schwartzman, que ya ha trabajado en ocho ocasiones con el director y que da más señas sobre el rodaje. “Se construyó todo el decorado encima de un huerto de sandías, pero ninguna sandía fue dañada durante el rodaje”, dice riendo pero dejando claro que no aplastaron la cosecha. “Espero que la temporada de cultivo sea buena ahora… Seguro que lo es. Espero que sea así”, dice el actor con su habitual sarcasmo. “Wes tiene un ojo muy bueno para ciertas cosas, y una de ellas es las localizaciones. Fue todo muy auténtico. Todo se construyó, y eso ayudó a encontrar la verdad en ese universo en el que interpretábamos. Hizo que fuera más fácil meternos en los personajes.
Schwartzman nunca había trabajado en una película en la que hasta las perspectivas que se aprecian en la pantalla estuvieran ya creadas a través del atrezo y los decorados. “Era como si fuera Willy Wonka, porque era más alto que los postes de teléfono que había. Es un ingeniero de la artesanía. Era un entorno real pero falso, era algo extraño. Era América en los 50 pero en España en una plantación de sandías”.
Wes tiene un ojo muy bueno para ciertas cosas, y una de ellas es las localizaciones. Fue todo muy auténtico. Todo se construyó, y eso ayudó a encontrar la verdad en ese universo
No solo rodaron en un descampado, sino que la parte que simula un antiguo teatro, rodada en blanco y negro, se realizó “en una fábrica donde almacenaban ajo”. “Había cierto olor, pero tenía su encanto. Si no sabías dónde estaba el set podías encontrarlo fácilmente”, dice otra vez riendo. Cuando se le cuenta que Victoria Beckham se convirtió en la mujer más odiada del momento por decir que España olía a ajo, recoge cable y asegura que lo dice hasta como un halago. “No, no, a mí me encanta el ajo. Soy Mr. Ajo”, dice para zanjar el tema y no meterse en un charco involuntario.
Las fiestas en el Parador
Jason Schwartzman desvela dónde se ubicó el cuartel general del equipo de la película. Fue en el Parador de Chinchón, “a 30 minutos del rodaje”. Un sitio que se convirtió en su casa, y donde, siguiendo el código de buenas prácticas de cualquier rodaje de Anderson, se convivía y cenaba como si fuera un grupo de jóvenes en una casa rural de fin de semana. Para Bryan Cranston esta película le ha mostrado “la dualidad del trabajo”. Por un lado la parte “dura y desafiante” del rodaje. Por otro “estar en compañía de esta gente y las cenas familiares que había todas las noches”.
El actor de Breaking Bad desempolva una de las veladas más divertidas de todas, en la que él pidió si podía “organizar una noche de tacos” en vez de sentarnos a la mesa como a Wes Anderson le gusta. El director le dijo que por supuesto, y Cranston tomó la iniciativa: “Me traje mi mezcal y ahí estaba, agitando margaritas y palomas. Wes vino y me dijo que estaba disfrutando de la fiesta pero que tenía que irse a la cama y trabajar en las cosas del rodaje de la mañana siguiente. Así que subió a su habitación, pero había un balcón que daba a donde estábamos nosotros, y yo estaba temblando y miré hacia arriba y le vi abrir las puertas del balcón, salir y mirar hacia el patio donde estaba todo el elenco y el equipo divirtiéndose. Se apoyó en la barandilla y recuerdo que estuvo allí durante unos 12 minutos, simplemente sonriendo y mirando hacia abajo y viendo lo que él había creado. Trajo a toda esta gente allí y todos lo estaban pasando muy bien y eso lo puso muy feliz. Fue una cosa tan hermosa”.
En Asteroid City hay apariciones especiales como la del músico Jarvis Cocker, que se convirtió en parte de aquella troupe y amenizaba las veladas y las sesiones de rodaje. Esa es otra de las cosas que sigue sorprendiendo a los actores de las películas de Anderson, que cuando menos te lo esperas aparece alguien que no imaginabas. “Llegué un día y Francis Ford Coppola estaba sentado en la mesa. Me senté y tomé un café con él”, recuerda Adrien Brody y explica la anécdota. Uno de los colaboradores de Anderson y coguionista de Asteroid City es Roman Coppola, sobrino del director y gran amigo de Brody.
El encuentro casual fue algo emocionante para el actor. “Trabajé con Francis en mi primera película. Hice un cásting para Historias de Nueva York, cuando yo tenía 12 años y fue algo único. Suma eso a esas cenas nocturnas con toda esta gente, maravillosos intérpretes a los que admiro, y con Wes, con Robert Yeoman —el director de fotografía—, con los que llevo 15 años trabajando y que son gente maravillosa”, opina.
Nadie está sentado con su móvil entre tomas o solo en su caravana por la noche. Era como una especia de compañía de teatro
Una de las novatas del grupo es Maya Hawke, hija de Ethan Hawke y Uma Thurman y una de las estrellas de Stranger Things. Hawke se sintió un poco “intimidada los primeros días”, sintiéndose como “el nuevo niño”. “Me acuerdo que alguien me dijo, esta noche hay cena y te sentarás en esta mesa y tienes que estar a esta hora. Llegué y no había nadie. Poco a poco la gente fue llegando y era muy difícil decidir dónde sentarse porque no querías estar en el lugar equivocado, pero muy rápidamente me di cuenta de que todas estas personas tenían tanta curiosidad por mí como yo por ellos. Aprendí mucho de todas ellas. Fueron unos momentos maravillosos”, dice y deja claro que repetiría con Anderson.
Ese es otro de los secretos del director. Todos quieren repetir con él. Rupert Friend tiene claro por qué es. En una industria donde todo son estrellas, divas y divos, aquí se encuentra “el tipo opuesto al director llevado por el ego, que hace trucos, que divide y conquista, que es punitivo y que entierra al actor bajo esa energía”. También es una bajada a la realidad a los actores. Hope Davis avisa. Si eres una estrella que no quiere relacionarse con nadie, estar todo el día con tu móvil y meterte en tu caravana, no ruedes con Wes Anderson: “Nadie está sentado con su móvil entre tomas o solo en su caravana por la noche. Era como una especie de compañía de teatro. En el cine hay personas que no salen de su tráiler o llegan una hora tarde a rodar y hacen que todo el equipo este parado, con los actores listos. Eso no ocurre aquí”. Una camaradería extraña, construida de la nada en un descampado de Chinchón y que es un oasis en un Hollywood donde esto es impensable.
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