Brigitte Bardot en Torremolinos: un mito erótico en la ciudad más libre de la dictadura franquista

Rocío Niebla

22 de marzo de 2021 22:57 h

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José Luis Cabrera es miembro del proyecto Torremolinos Chic, una web que actúa como máquina del tiempo al patrimonio cultural del municipio malagueño en particular y de la Costa del Sol en general. En su afán de documentar los años 50, 60 y 70 de aquellas zonas, Cabrera encontró 400 contactos fotográficos entre la colección de Alain Gomet, experto francés en temas de cine, que mostraba el rodaje de Los joyeros del claro de luna (1957), protagonizado por Bardot y Stephen Boyd (Messala en Ben-Hur). Son precisamente estas imágenes las que ahora se exponen en Brigitte Bardot. Mito y clichés en Málaga, una muestra que se puede visitar en el centro cultural La Térmica (Málaga) hasta el próximo 6 de junio.

La película señalada anteriormente, dirigida por el francés Roger Vadim, presenta una España atrasada que se debate entre bailar flamenco, jalear en los toros, echar la siesta y matar y morir por una mujer. Según el comisario, José Luis Cabrera, puede ser definido como un western con ambientación andaluza que exhibe el erotismo de Brigitte Bardot rodeada de una Costa del Sol aún virgen y silvestre.

“Les dieron el permiso para rodar, pero la película fue censurada en nuestro país. No solo porque Bardot sale semidesnuda en un par de ocasiones, sino porque los censores del franquismo también tenían difícil asimilar ciertos giros de la trama, como las relaciones simultáneas de un hombre con la tía y la sobrina, o la entrega a la pasión carnal de una joven recién salida de un convento”, señala el comisario. Continúa diciendo que la dictadura quería actualizar su imagen, pero las campañas del Ministerio de Información y Turismo se decantaban más por la modernidad y el confort de los hoteles que por los navajazos y los estoques. “Aquella España quería huir de los clichés de la venganza, la pasión, los lutos y las mantillas que es todo lo que tiene la peli”, apostilla.

José Luis Cabrera lleva muchos años, junto a su compañero Lutz Petri, investigando y elaborando un catálogo de fotografías, postales, libros y películas de los años dorados de la Costa del Sol. Torremolinos Chic es una web que se alimenta de experiencias y materiales que la gente les hace llegar y que ellos mismos, buceando y sumergiéndose en anticuarios o en plataformas como Ebay (donde encontró el material de Bardot), siguen documentando retazos de historia. “Lutz y yo somos fruto de la Costa del Sol, es decir, él es alemán y mi familia, española que vivía en Marruecos en la época colonial. En el 2002 nos empezamos a obsesionar por el pasado esplendoroso de la Costa del Sol y decidimos recuperarlo. Torremolinos fue un lugar increíble a nivel internacional, veraneaba todo el artisteo y la gente de dinero del mundo. A partir de los 60 el turismo se hace más masivo y menos elitista. La élite se expande y, por ejemplo, Marbella emerge cuando Torremolinos empieza a decaer como lugar exclusivo”. Más de 10.000 fotografías atesoran y certifican que el régimen miraba para otro lado, mientras que Torremolinos (en los 50, 60 y 70) vivía un desparrame de fiesta y libertinaje.

“En Torremolinos llegó a haber cinco hoteles de cinco estrellas entre los 50 y los 60. Venía gente buscando el sol y el lujo, la fiesta y el flamenco, también aficionados o curiosos por la tauromaquia. Había una libertad que no existía en el resto de España, se toleraba muchísimo más, Franco hacía la vista gorda porque entraban divisas y permitía desde los topless hasta bares de ambiente gay como el Pourquoi Pas? Mucha gente del régimen tenía negocios inmobiliarios aquí”, afirma José Luis Cabrera que, por el material que tiene, no duda en afirmar que el flamenco ha sido trascendental en la vida y la propaganda turística de la Costa del Sol. “Todos los tablaos importantes de Madrid tenían sucursal aquí, por ejemplo, Las Brujas de Torremolinos o El Jaleo, en el que empezó El Chiquito de cantaor y palmero. Lola Flores, Camarón, Carmen Sevilla, todos se daban cita. Torremolinos y el resto de la Costa tenía los componentes para la diversión continua”, apostilla.

Para entender el mito de Torremolinos Cabrera nos habla de la película El Puente (1977), de Juan Antonio Bardem: “Es la historia de un obrero de Madrid que quiere venir aquí a conocer a las suecas y a ligar. Se pasa toda la cinta en moto de Madrid a Torremolinos, pero cuando llega se tiene que volver porque el día siguiente trabaja. Es una película muy inteligente, con una carga irónica potente porque realmente no todo el mundo tenía acceso al ocio y al placer, o al sueño de ser libre”.  

El film de Brigitte Bardot se rodó en Mijas, en Torremolinos (que según la actriz era como si en España hubiera una especie de Saint-Tropez, una ciudad de la Costa Azul francesa). También pasaron por otras localizaciones como Álora, Cártama, El Chorro, el Desfiladero del los Gaitanes, el hotel Miramar de Málaga y algunas partes de Granada y Almería como las Cuevas de Almazora o las playas de San Juan de los Terreros.

El director de cine Roger Vadim rodó Los joyeros del claro de luna, con la que, según el comisario, “trataba de reproducir el éxito del tándem Vadim/Bardot, matrimonio en la vida real y en el film Y Dios creó a la mujer (1956), que lanzó a Brigitte Bardot al estrellato”. Ambas películas contaron con el mismo productor, Raoul Lévy, y Cabrera cuenta que el rodaje dejó numerosas anécdotas, como la actriz tomando el sol desnuda en la playa y los puritanos llamando a las autoridades, o un burrito que adoptó y que su marido se encontró la habitación del hotel. Bardot aseguró en El País Semanal que en su estancia en Andalucía aprendió a tocar la guitarra española y a bailar flamenco.

Las fotos que adquirió José Luis Cabrera, ahora propiedad del La Térmica, son afiches del rodaje y, además, fotos de la vida cotidiana de Bardot, que se alojó en una villa en la playa de La Carihuela. “Otro de los atractivos de las fotografías que mostramos en la exposición es el gran número de lugareños que aparecen, los figurantes españoles conforman una auténtica cartografía humana”, observa.

Algunos fotogramas se han convertido en verdaderos fetiches, como el de la Bardot toreando en la plaza de Mijas, la Bardot con sombrero cordobés o la Bardot con mantilla en la escena del entierro. El cartel de la peli es tan mítico que aparece en Shadows de John Casavettes y en Death Proof de Quentin Tarantino. Y la escritora Marguerite Duras, cuando se estrenó la película, afirmó que Bardot representa la aspiración oculta del los hombres a la infidelidad (según el catálogo de la exposición). Todo ello rodeado de una Costa del Sol sin pasar aún por la especulación inmobiliaria y por el turismo masivo.