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Crítica

'Dispararon al pianista', el emocionante regreso de Fernando Trueba a la animación musical y política

Un Tenório Júnior animado en 'Dispararon al pianista'

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¿Cómo se cuenta la vida de alguien que parece un fantasma? ¿Cómo se puede resucitar a una persona que, de la noche a la mañana, desapareció sin dejar rastro? Para Fernando Trueba la respuesta está en la animación. Hace años encontró por casualidad un disco de música brasileña y se quedó prendado de aquel pianista de nombre Tenório Júnior que no había escuchado nunca. No entendía que alguien como él, melómano empedernido, nunca hubiera oído nada suyo. Buscó otras composiciones, otros discos… Nada. Poco a poco, empezó a preguntar y descubrió la trágica realidad. Aquel pianista, que todos los que le conocieron coinciden en que podría haber sido uno de los más grandes, desapareció de la noche a la mañana en Argentina en pleno estallido del golpe de Estado del general Videla. 

La vida de Tenório, por tanto, tenía varias características que la hacían dignas de ser contada. Su nivel artístico, su final trágico y su peculiar forma de ser, hipnótica y contradictoria. Alguien con una vida familiar en Brasil, y también una amante que le acompañó en su último día en Argentina. Pero había algo mucho más interesante y es que, a través de su figura, se podía diseccionar un momento clave de la historia reciente de Latinoamérica. Esos años 60 donde todo parecía que podía cambiar, donde la bossa nova coincidía con la nouvelle vague. Los mismos años donde se sucedieron ―el primero en Paraguay en 1954, pero principalmente desde mediados de los 60― golpes de Estado apoyados por EEUU para instaurar dictaduras en los países donde el progresismo parecía triunfar. Tenório Júnior vivió la dictadura brasileña y murió en los primeros coletazos de la argentina.

Trueba supo instantáneamente que tenía que contar esa historia, pero era la historia de alguien que no existía. ¿Era justo recrear con un actor a Tenório Júnior? La solución fue acudir a su amigo Javier Mariscal y proponer el mismo truco que en Chico y Rita, usar la animación como conjuro mágico para rellenar los huecos y para crear momentos que existieron en su animación. Lo que podía haber sido un convencional documental de testimonios se convirtió en Dispararon al pianista, una historia animada a golpe de bossa nova que es, también, una radiografía política de un momento concreto, y una historia que entronca de forma clara con el presente. No hay que quedarse callado, hay que actuar.

Dispararon al pianista juega a la estructura clásica del periodista que investiga un caso. Toma las formas de película de investigación y suspense, pero la trufa con los testimonios reales de todos los músicos, amigos y conocidos del músico. Mariscal los anima, y el resultado es una propuesta híbrida entre el thriller, el documental y la animación en donde vemos los avatares dibujados de estrellas de la música como Caetano Veloso con sus voces originales. El estilo colorido de Mariscal consigue recrear de forma sensorial y hermosa el Brasil del nacimiento de la bossa nova y a personajes como Ella Fitzgerald. Con el trazo sencillo del dibujante y el poder de la música consiguen momentos tremendamente bellos y poéticos, con uno especialmente arrebatador en el que Bebo Valdés interpreta una partitura perdida de Tenório Júnior. Trueba y Mariscal resucitan y juntan a dos estrellas gracias al poder del cine. Una escena que por sí sola justifica la decisión de hacer un filme animado y que muestra el amor de su creador por la película que ha hecho.

Realmente es el propio Trueba el personaje protagonista, aunque por pudor haya decidido cambiarse por el del periodista al que da voz Jeff Goldblum en la versión original en un guiño a una de las propias películas del cineasta, El sueño del mono loco, que protagonizó el actor. Ese personaje que busca, que se fascina hasta la obsesión y que busca la verdad aunque duela, no es otro que el director. Es una película que habla, de esa forma, de la propia creación de la película en un ejercicio metacinematográfico juguetón y emocionante.

Un filme que es el compendio de todas las pasiones de Fernando Trueba, por supuesto la música, pero también el cine. Dispararon al pianista está llena de guiños cinéfilos. Empezando por el propio título, una versión adaptada a su historia de un clásico de Truffaut. El cine del francés vuelve a aparecer en el filme, ya que Trueba se atreve a animar escenas muy reconocibles de Jules y Jim o Los cuatrocientos golpes para hablar del contexto histórico vivido y sus vínculos con el arte del momento. También, cómo no, está la mítica despedida de Casablanca, una escena a la que ya homenajeó en La niña de tus ojos y que aquí parece volver a vivirse con otros protagonistas, en otra situación, y escapando de otra dictadura.

Una película bella en lo formal y emocionante en cuanto a lo que toca y en el momento que llega. Un momento en el que se cumplen 50 años del golpe de Estado de Pinochet con un Chile fracturado y con la extrema derecha negacionista de la dictadura amenazando con llegar al poder en Argentina. Dispararon al pianista no solo descubre a un artista único, sino que pone color y música para aprender del pasado y no repetir esos errores en el presente.

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