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'Distopía', un 'Black Mirror' español destinado a reflexionar sobre el paro o la corrupción

La ficción española ha sufrido la crisis en sus carnes y, sin embargo, si nos paramos a pensar en las veces que hemos visto en pantalla grandes relatos sobre la misma, lo cierto es que no son tan habituales como podríamos imaginar. La cantinela sigue siendo que el cine patrio es incapaz de estrenar menos de una decena de películas sobre la Guerra Civil al año (enorme falacia). Sin embargo... ¿Qué ficciones hemos visto desde 2008 que nos cuenten nuestro presente, el que vivimos todos los españoles?

Grosso modo, muy grosso, uno podría enumerar las películas más valoradas por la crítica y luego consultar las más taquilleras de los últimos diez años y se encontraría ante la seria dificultad de rastrear filmes con conciencia política que hayan dejado huella. Podríamos hablar de La plaga de Neus Ballús, Techo y comida de Juan Miguel del Castillo, El olivo de Icíar Bollaín o la increíble B de David Ilundain.

Decir que las películas españolas se han olvidado de contarnos la crisis sería injusto. En cierta medida, el vacío ha propiciado un renacer del documental de calidad que traza líneas impensables hace años. Narrativas que van de La estrategia del silencio a Boye pasando por Política, manual de instrucciones. Pero si nos metemos a hablar de series... ya es otro cantar. Al menos hasta que alguien se ha atrevido a hacerlo.

Distopía como salto al vacío

Dos encapuchados entran en un bar llevando a un hombre a rastras y con la cara tapada. Le han secuestrado y resulta que es el ministro de Economía, así que les persigue toda la policía del país. Sin embargo, parecen tener un plan. Lo retienen hasta que una web puesta en marcha a partir del secuestro decida el siguiente paso. El pueblo votará si el causante de tantos de sus problemas vive o muere, sin consecuencias legales y amparados por el anonimato de Internet.

Esta es la sinopsis del primer episodio de Distopía que acaba de estrenar Filmin. Se trata de una serie creada por Virginia Llera, Jesús Mancebón y Manuel Sánchez Ramos cuyo primer capítulo, llamado irónicamente Ciudadanos, dirige Koldo Serra.

Este último estrenaba hace poco Gernika, pero eso fue años después de esta historia pues resulta que sus creadores llevan cuatro años buscando financiación y distribución. Querían hacer un Black Mirror español a la altura de las series que se estrenaban fuera de nuestras fronteras, que plantease dudas al espectador y le supusiese un reto. La respuesta fueron los oídos sordos de toda la industria.

“Cuando concebimos la serie pensamos en hacer lo que hace todo el mundo, desarrollar un dosier e ir puerta por puerta”, explica Virginia Llera, cocreadora y showrunner de Distopía. “Pensamos que si hacíamos un episodio, el impacto y el entendimiento del tipo de serie que buscábamos serían mayores, así que nos liamos la manta a la cabeza y decidimos rodar el piloto”, dice. Lo hicieron en un bar de Lavapiés que llevaba ella misma.

“El rodaje tuvo lugar en una localización real y en uno de los veranos más calurosos que recuerdo en Madrid”, asegura Koldo Serra, el encargado de dirigir el primer episodio. “Imagínate todo el equipo en ese pequeño bar y en ese pequeño sótano tratando de terminarlo todo en apenas cinco días. Fue duro y fueron muchas horas pero todos dieron lo máximo y el resultado es para estar muy orgullosos”, asegura el realizador bilbaíno.

“Financiamos nosotros mismos todos los gastos de producción, no tuvimos ningún apoyo, pero es que tampoco existen para este tipo de productos”, cuenta Virginia. “Si lo hubiésemos concebido como cortometraje podríamos haber optado a algunas ayudas, pero en este caso todo el capital es privado. Pensamos que rodando el piloto sería más fácil levantar la financiación para el resto de episodios”. Aún hoy se preguntan si se equivocaron.

Tras cuatro años llamando a todas las puertas habidas y por haber, Distopía no se ha convertido en la serie de capítulos autoconclusivos que los tres showrunners imaginaban. Tienen los seis guiones escritos y los contactos necesarios para reunir el talento. Les falta que alguien apueste por ellos.

Distopía como grito en el vacío

Distopía es una serie que quería, y quiere, hablar del presente en presente. Dialogar sobre la realidad que sufre la sociedad española. Hacerla reflexionar con la mejor arma: la ficción. Su piloto va directo a eso y pone contra la espada y la pared las opiniones inmovilistas ante la situación de pobreza, paro, corrupción y desesperación que viven a su alrededor. Madurar culturalmente, en el fondo, es ser capaces de producir y asimilar retratos de ficción que nos expliquen a nosotros mismos.

“Aunque este capítulo trate sobre política, Distopía no es una serie sobre ella”, describe Koldo Serra. “La idea es tratar una serie de cuestiones que afectan a la sociedad, poder ponerlo sobre la mesa y planteárselo al espectador directamente”, explica el realizador. “Lanzar la pregunta sin tomar partido para poder generar un debate de por qué parece que no reaccionamos como sociedad ante cosas que están evidentemente mal”.

Interesante, ¿No? Pues parece que aún no ha llegado la persona o empresa que lo vea así, al menos para arriesgarse a producirla. De hecho, no sería descabellado pensar que es justamente ese buscado tono de reflexión el que no ha dejado evolucionar a esta serie en algo que hayamos visto en nuestras televisiones.

“Creo que tenemos un talento apabullante en nuestro país. No sé si es por inmovilismo, falta de medios o por falta de espacio, pero no tenemos todavía muchos canales y plataformas que produzcan contenido de ficción”, opina Virginia Llera. “Están llegando algunas y espero que en los próximos años haya más lugares, y desde luego con más capacidad de producción, para que haya todo tipo de productos para todo tipo de espectadores”.

Espacios en los que una serie como esta tenga cabida. “Estoy convencida de que dentro de unos años va a haber más canales y plataformas para producir y espero que haya una explosión de contenidos de ficción, que auguro excelente, porque tenemos creadores magníficos y lo demostramos en cuanto se nos da la oportunidad”, afirma convencida.

“Ciertamente está claro que las cosas están cambiando, aunque los cambios van muy lentos”, dice Serra. “Al menos, parece que algunos sectores de la población están despertando y no se quedan callados ante la corrupción y demás temas que afectan a la sociedad. Hasta el 15M esto era impensable. Incluso hemos salido del bipartidismo político”, opina el director de Gernika. “La gente está harta de que le tomen el pelo”.

Distopía como… ¿futuro posible?

El mismo Koldo Serra apunta a una de las razones de mantener la esperanza: los cambios llegan pero lo hacen lentamente. Como industria aún no estamos produciendo este tipo de ficciones pero podemos hacerlo y Ciudadanos es la prueba.

“La industria está cambiando”, afirma Virginia. “Hay muchas cosas en juego y al espectador ya no le vale cualquier cosa, pero arriesgar no siempre es fácil”, explica. Ella lo sabe bien pues no sólo puso de su bolsillo el dinero para rodar Ciudadanos, también ejerció de productora durante el rodaje, cargo que no había ocupado hasta ese momento tras 17 años de experiencia como montadora y script.

“Echamos a perder talento en cuanto este talento se va. Mientras otros países ven en la industria del cine un arma poderosa, aquí no se está ayudando en absoluto. Es un tema de estrategia e industria, pero si no hay una concepción clara acerca de esto se abandona a su suerte y eso es terrible”, dice Virginia. “El talento del cine se está yendo directamente a las series, como está pasando en EEUU por la libertad y los presupuestos que se están manejando”, explica.

Cita como ejemplos las series que va a producir Movistar+: La peste de Alberto Rodríguez, Gigantes de Enrique Urbizu, y La zona de los hermanos Sánchez Cabezudo. Por su parte Netflix ya ha dado una de cal y una de arena, del interesante largometraje 7 años a la decepcionante Las chicas del cable. Parece que le toca a HBO mover ficha mientras portales como Filmin siguen siendo trinchera de exhibición.

“Ahora mismo estamos realmente sorprendidos de la acogida que está teniendo. Nos gustaría jugar esa carta a la hora de intentar vender la serie: al público español le ha gustado Ciudadanos, y quiere más”, afirma la cocreadora de la serie. “Igual que se plantea a lo largo de la serie, me gustaría preguntar a los directivos de las plataformas: ¿Tú qué harías?”.

Por lo pronto, las reacciones se dejan ver en el Hashtag de apoyo a la serie: #YoApuestoPorDistopía. El grito ya ha sido lanzado para quien guste de oírlo. Significativo es que este primer capítulo termine con la célebre escena de El maestro de esgrima que Pedro Olea dirigió en el 92, la misma que el inicio de la sintonía de Carne Cruda. ¿Va a usted a poner la guillotina en la Puerta del Sol?