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'¡Cuidado, que te asesinas!': esperpento y emoción para la España actual

Muppet de Centramina, la genial protagonista de '¡Cuidado que te asesinas!'

Francesc Miró

Dos años antes de fallecer, Valle-Inclán abrió la puerta a un joven periodista del diario La Voz apasionado de su obra. El reportero le dijo que quería estudiar sus primeros trabajos y hablar de ellos, que le explicase en profundidad de dónde surgían y qué significaban sus comienzos. El poeta, dramaturgo y novelista le cerró la puerta en las narices tras asegurarle que no recordaba nada de sus veinte años. El periodista insistió, golpeando sonoramente la puerta de madera de su casa en la plaza del Progreso en Madrid, hasta que el autor volvió a abrirle para decirle que “todo escritor que se precie debe olvidar sus veinte primeros años de vida”.

La anécdota, que recogía Manuel Alberca en La espada y la palabra, una de las biografías del padre del esperpento, era un ejemplo de lo complicado que era rastrear la vida de alguien que mentía constantemente sobre su vida, falseando hasta su fecha y lugar de nacimiento. También de alguien que quería huir de su pasado.

Lorenzo Montatore tiene 34 años, no veinte, pero comparte el espíritu de Valle-Inclán. La protagonista de su última novela gráfica publicada por Ediciones La Cúpula con el llamativo nombre de ¡Cuidado, que te asesinas!, también. Se trata de una joven escritora que ante un bloqueo creativo sufre un ataque de nostalgia que la lleva a recorrer lugares de su juventud en busca de algo que quiso olvidar. Algo que se negaba a aceptar pero que ahora cree que puede dar sentido a su vacío. Como en Luces de bohemia, lo buscará sin descanso durante una noche muy larga. Genial viaje emocional y lisérgico que reivindica la tradición esperpéntica y la actualiza en viñeta.

Centramina y Optalidón, dos personajes valleinclanescos

¡Cuidado, que te asesinas! empieza partiendo del nombre de los protagonistas: Centramina y Optalidón. Eso fue lo primero que tuve”, cuenta Lorenzo Montatore. “De sus nombres se me ocurrieron sus personajes y, una vez los tuve diseñados, empezó a nacer esta historia inspirada en Luces de bohemia en la que todo pasa en una noche, en universo lleno de personajes exagerados que viven al límite pero que buscan un sentido a todo”.

Lorenzo Montatore nació en Madrid en 1983 y actualmente reside en Barcelona, donde trabaja como ilustrador e historietista. Ha publicado viñetas en un puñado de fanzines, así como en la revista Voltio -editada por la misma editorial que acaba de publicar su última obra-. En 2016 fue nominado como autor revelación en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona por su estupendo debut La muerte y Román Tesoro, publicado por De Havilland. El recibimiento de aquella, aplaudida por la crítica especializada, le hizo un hueco en el panorama del tebeo español contemporáneo.

¡Cuidado, que te asesinas! sigue la misma senda con las andanzas de Centramina, una especie de Muppet escritora, y Optalidón, un gusano invertebrado que ejerce de su Pepito Grillo y Sancho Panza a partes iguales. Una noche, frustrada por no conseguir terminar su novela, Centramina vuelve a su barrio a tomar una cerveza. De pronto, todo se complica.

Aventura narrada, además, con un tono satírico rotundamente actual que busca un lenguaje propio con el significarse. Lo hace jugando con formas y colores reconocibles pero originales, e inventa vocablos al más puro estilo de los 'palabros' de Antonio Fraguas. “Seguramente Forges sea una influencia inconsciente. Debe ser algo que está ahí de haberle leído siempre”.

Sin embargo, él apunta referentes distintos: “Algunas de estas palabras las he inventado y otras las he tomado prestadas de otras lecturas, sobretodo de Paco Umbral y de Valle-Inclán. He robado algunas palabras de esa gente que tiene un lenguaje propio con el que expresarse porque quería hacer lo mismo. Esa forma de hablar encajaba muy bien con el espíritu del esperpento y la intención de homenajear Luces de bohemia”.

Umbral ya aparecía citado en La muerte y Román Tesoro. Ahora las viñetas de ¡Cuidado, que te asesinas! respiran el aire valleinclanesco. Sus influencias, sin embargo, se combinan prodigiosamente con otras muy distintas que van desde los de videojuegos de Super Mario Bros a canciones de Mocedades.

El choque de trenes provocado por las difusas vías que separan las insuficientes etiquetas de alta y baja cultura, estimula su creatividad: “Esa contradicción me parece muy interesante. Ese encuentro entre algo que tenemos como cultura popular, indigno de atención, y los grandes referentes culturales. Por ejemplo, a Umbral se le recuerda por el mítico 'He venido a hablar de mi libro', pero su literatura va muchísimo más allá”, reflexiona el autor, “son contradicciones y temas que entroncan con el del cómic”.

Más allá de su narrativa, sus referentes a nivel gráfico tampoco empequeñecen el acabado formal de ¡Cuidado, que te asesinas!: “El referente más obvio es el diseño de Centramina que recuerda a Fraggle Rock y a Jim Henson. Pero luego hay otros más clásicos como Tono -Antonio de Lara- o Mihura -Miguel Mihura- y la gente de la escuela de La Codorniz. O el Krazy Kat de Herriman que siempre está ahí. También autores como Max, o Jim Woodring aunque no sean muy evidente. Me surge de forma natural reverenciarlos”.

Pánico y nostalgia de una buena farra

¡Cuidado, que te asesinas! revalida la particularísima voz de Montatore con una obra compleja, alucinada y divertidísima. También un tebeo, en el fondo, profundamente dramático que retrata a una juventud varada y nostálgica, rodeada de políticos corruptos, sectas que buscan adeptos, estrellas de la farándula, soledad, drogas e Internet.

Si en las obras del mismísimo Valle Inclán, el decadentismo de sus primeras sonatas evolucionó en el teatro del esperpento, en ¡Cuidado, que te asesinas! un conato de depresión da paso a una aventura llena de sátira y situaciones grotescas y estrafalarias. Para Lorenzo Montatore, “el esperpento sigue plenamente vigente en nuestro país: no hay más que ver el telediario o leer el periódico para alucinar con las cosas que pasan día a día aquí”.

En esta aventura, “Optalidón es el escudero que todos deberíamos tener y Centramina tiene mucho de mí. Esta novela es en gran parte autobiográfica pero no diré qué partes sí y qué partes no”, confiesa Montatore entre risas.

“En ese sentido, me veo en muchas situaciones, en pensamientos que te pasan por la cabeza. Como ella, he sufrido el bloqueo creativo y no una vez sino muchas. Creo que es algo casi consustancial al hecho de ser creativo. Yo los he sufrido más veces de lo que me hubiera gustado y la verdad es que lo pasas realmente mal. Pero no existe una solución mágica: sentarte a escribir, probar, apuntarlo todo e insistir en ello. Esa es la forma que tengo yo de salir del pozo. En eso no me parezco en nada a Centramina, ella huye de todo esto y por eso hace ese viaje a su pasado”, explica.

“Ella sufre un golpe de nostalgia muy fuerte que la obliga a volver atrás. Y en su pasado se encuentra con personajes que me encantan, muy de barrio, de personalidad marcada y exagerada pero que todos podemos reconocer en nuestro entorno”, describe Montatore. “Son gente humilde, como la gente con la que yo he crecido. La historia de Centramina y Optalidón es la historia de ese tipo de personajes fuera del foco pero igual de valiosos”, sentencia.

Así, ¡Cuidado, que te asesinas! combina emoción y rabia. Ansias de futuro y esperpento moderno. Al fin y al cabo, como decía Don Filiberto en Luces de Bohemia, “En España podrá faltar pan, pero el ingenio y el buen humor no se acaban nunca”.

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