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Bea Lema, dibujante: “Se ha normalizado ir a terapia pero los trastornos severos y los delirios siguen siendo tabú”

Bea Lema, autora de 'El cuerpo de Cristo'

Gerardo Vilches

26 de septiembre de 2024 22:29 h

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El cuerpo de Cristo (Astiberri, 2023) se sumerge en la compleja relación entre una madre y una hija, distorsionada por un trastorno psiquiátrico que le causa a la primera todo tipo de delirios. Es la obra que le ha merecido a la artista gallega Bea Lema (A Coruña, 1985), el Premio Nacional de Cómic este año y sobre la que el jurado ha destacado la exploración que hace del lenguaje del cómic.

Además de la reivindicación de la memoria migrante, la obra explora la influencia de la religión y las creencias arcaicas en esta situación, por lo que adopta recursos gráficos propios de la tradición y lo popular. Tal y como explica Lema en conversación con este diario, ella, en realidad, proviene del diseño industrial, pero empezó a trabajar en este cómic en 2016, cuando frecuentó ferias de autoedición que le mostraron la gran variedad del cómic más alternativo.

“Gracias a eso reconecto con el acto de dibujar, algo que me gustaba mucho, desde pequeña. Esto se juntó con un momento personal de cierto cuestionamiento, en el que sentía que tenía una cuenta pendiente con mi infancia. Hasta ese momento no era del todo consciente de que había tenido un rol de cuidadora con mi madre. Al final, llegué a la conclusión de que necesitaba contarme mi propia historia”, explica.

Limitaciones que permiten experimentar

Esa historia se contó inicialmente mediante un cómic escrito en gallego, O corpo do Cristo (2017), dibujado en blanco y negro y con solo 80 páginas, que ganó el XII Premio de Cómic Castelao. “La buena acogida me hizo pensar que sería interesante ampliar la historia mediante una búsqueda gráfica más amplia”, explica Lema. A partir de ahí, inició un proceso de realización que duró cinco años, que la ilustradora define como “un aprendizaje por el método de ensayo y error”. En el libro que se acaba de alzar con el Premio Nacional, experimenta con diferentes cromatismos, así como con modos de representación no realistas, que remiten a los tapices y los frescos medievales, a las creencias ancestrales y al folclore. “Esto se debe a que yo me veía con ciertas limitaciones por mi nivel técnico de dibujo —aclara Lema—. Por eso utilizo siempre visiones laterales o frontales. Pero esto me ha permitido explorar con la forma en la que divido el espacio de la página, de manera que siempre intento sorprenderme a mí misma. Eso me mantenía motivada”.

En 2022, una beca otorgada por Acción Cultural Española le permitió realizar una estancia en la célebre Maison des Auteurs de Angoulême para trabajar en El cuerpo de Cristo. “Allí entro en contacto con el mundo editorial francés: ese es el motivo de que se publicara primero en Francia”, explica la autora. La edición francesa logró el Premio del público del prestigioso Festival de Angoulême. Después, ya en 2023, llegó la edición española de Astiberri, con cuatro ediciones hasta ahora, y finalista del Premio a la autora emergente del festival Cómic Barcelona. Actualmente, la obra se está traduciendo a varios idiomas y Lema ultima una versión en cortometraje animado.

Bordados de la memoria

Bea Lema comenta que El cuerpo de Cristo “al principio se hacía a cachitos, porque no tenía la capacidad aún de escribir un guion completo de principio a fin. Trabajaba sobre la memoria, en pequeños fragmentos que luego ordenaba, e iba construyendo la historia”. En parte por eso decide cambiar los nombres de los protagonistas de la historia: “Es una forma de respeto, ya que yo recurro a mi memoria, y no puedo asegurar que todo sucediera exactamente como lo recuerdo. Por eso me siento cómoda con la etiqueta de la autoficción”.

Sorprende la presencia del bordado en diferentes secuencias, que introduce un elemento de artesanía en el libro, pero también de tradición. “Para mí no dejan de ser dibujos, aunque estén hechos con telas”, comenta la autora.

Durante el proceso de investigación que llevó a cabo, probó a hacer una primera página con esta técnica. Le gustó el resultado y decidió introducirlo en la historia, de dos maneras diferentes. “Los bordados a color los uso para enfatizar momentos de la historia especialmente dramáticos o fuertes. Después está la parte en la que conocemos el pasado de la madre, Adela, para lo que utilizo bordados hechos solo con hilo negro”, desarrolla Lema.

Ciencia frente a fe

El estigma en torno a los trastornos mentales es uno de los grandes temas de El cuerpo de Cristo. Pero también está presente el influjo de la religión en determinadas generaciones que vivieron en contextos donde su peso era muy grande, especialmente en el mundo rural. “Para mí, el libro también ha supuesto una reconciliación con la religión y con todas las creencias populares que hay en Galicia, y que muchas veces vivimos desde la vergüenza —afirma la dibujante—. Pero cuando se entiende que hasta los años 70 ir al psiquiatra era algo casi imposible, se puede entender que la gente buscara otras vías. Y quizás ir a una romería, donde tenía lugar una catarsis colectiva, era una liberación”.

El cuerpo de Cristo es un intento de entender a esa madre que interpreta su trastorno mediante una explicación religiosa, y que cree ser acosada por el demonio. “De entrada, tenemos el impulso de negar estas cosas, pero creo que es más positivo intentar comprender a estas personas”, dice Lema. “Cuando creemos en algo es difícil que alguien nos convenza de lo contrario. La única vía para llegar al diálogo es el respeto”.

Por ello, la autora aboga por huir de dogmatismos: “Si se tiene una posición excesivamente cerrada, la medicina y la religión pueden ser igual de dogmáticas. A mí me gusta verlo de una manera más abierta”. Esa empatía con las creencias de los demás debería estar, en opinión de Lema, en el centro del tratamiento psiquiátrico. “Es fundamental entender la realidad de cada persona, su contexto cultural, su pasado, sus condiciones de vida actuales, para entender de dónde viene lo que le pasa”, afirma.

En El cuerpo de Cristo también se aborda la frialdad de determinados profesionales de la salud mental de la época, que no se esfuerzan por intentar entender lo que le sucede a aquella mujer, y se limitan a recetarle medicación. “Por suerte, existe esa medicación —entiendo su función y es un recurso como otro cualquiera. Pero no puede ser que un psiquiatra, en 10 minutos que tiene para tratar a un paciente, recete algo sin que se dé ese diálogo”, matiza Lema. Del mismo modo, la dibujante plantea en su libro la necesidad de ver los delirios como un “lenguaje del inconsciente, que nos da información de lo que le está pasando a la persona”.

La compañía de lo mágico

Para Bea Lema, resulta evidente que no nos componemos únicamente de racionalidad. “No puede negarse nuestra parte más espiritual e intuitiva, porque lo mágico nos ha acompañado siempre. Todos tenemos una forma de convivir con esa parte mágica, ya sea con algún amuleto, o viviendo la espiritualidad a través de la naturaleza, o de la creación. Cuando creas artísticamente te sumerges en esa parte intuitiva y no racional”, explica.

En su opinión, el pensamiento mágico sigue muy presente, aunque se haya dejado atrás cierta forma de religión, por creerla anticuada. “Por ejemplo, pensar que algo va a salir bien simplemente porque te lo mereces te pone en una actitud vital que seguramente te ayude a esforzarte más por lograrlo. Son cosas a las que nos agarramos para seguir adelante”, reflexiona.

Pero, paradójicamente, parece que sobre la psiquiatría también existe un estigma. “Hoy hay un interés por la salud mental y se ha normalizado ir a terapia, pero, cuando llegamos a los trastornos severos y a los delirios, encontramos un tabú”, asegura Lema. “De hecho, precisamente porque ya no tiene tanto peso la religión hay un auge de otras espiritualidades, desde el yoga hasta la astrología. Nos falta esa parte no racional”, continúa.

El cuerpo de Cristo profundiza en todo ello sin edulcorar la dura realidad que vivió su familia, ni caer en lecciones morales. Es un cómic que busca la complicidad con los lectores, y que pretende que se hagan sus propias preguntas. Pese al esfuerzo que ha supuesto, el libro ha dejado un buen sabor de boca en Bea Lema: “Aunque por el momento estoy disfrutando mucho de la animación, quiero volver a hacer cómics, porque es un medio muy libre en el que no dependes de tanta gente”.

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