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'La grieta', viñetas para narrar el drama que recorre Europa

Portada de 'La grieta'

Francesc Miró

La relación entre periodismo y cómic es tan íntima que se remonta al nacimiento del noveno arte. Desde The Yellow Kid, que daría nombre a la prensa amarilla, hasta los reportajes de Joe Sacco: el romance entre ambas formas de narrar sorprende por sus múltiples formas y las distintas vertientes que toma. 

La ficción comiquera nos invitaba a creer que cualquier periodista podría esconder un Superman o un Spider-Man detrás de unas gafas de pasta, pero en el mundo real había profesionales que se plantaban en una zona de guerra y en lugar de enchufar su grabadora se ponían a dibujar. “La llegada del cómic a la prensa supuso una evolución en el viejo oficio de contar, ya que desarrolló una nueva narrativa que preconizaba la llegada de los formatos audiovisuales”, explican Luis Gasca y Javier F. Barrera en este artículo publicado en el último número de la revista de eldiario.es.

Una afirmación que se entiende mejor cuando uno abre por primera vez La grieta, el cómic publicado por Astiberri que recoge algunos reportajes del periodista Guillermo Abril y el fotógrafo Carlos Spottorno, ahora convertidos en un impresionante cómic. Periodismo convertido en cómic o el cómic periodístico que, de nuevo, llega a nuestras librerías para recordarnos que las grandes historias no entienden de formatos. La grieta recorre Europa para contarnos la historia de un continente perdido en la búsqueda de una nueva identidad mientras afronta la crisis de refugiados más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

Fotografía en viñeta

“Es un mundo visual y la gente responde a las imágenes”, resumía Joe Sacco sobre lo que era su profesión, en una entrevista para Mother Jones. Él lo sabe mejor que nadie, pues obras como Palestina: en la franja de Gaza y Gorazde: zona protegida, son imprescindibles para entender el cómic y el periodismo bélico de investigación contemporáneos.

La grieta se construye con aproximadamente 25.000 fotografías de Carlos Spottorno, fotógrafo documental, y 15 cuadernos de notas de Guillermo Abril, periodista y reportero. El primero somete a un tratamiento cromático su trabajo para 'viñetizar' la historia. El segundo asume la voz narradora y aporta el texto, los datos, las reflexiones. El trabajo conjunto destaca por su belleza formal, un acabado que tiene detrás un viaje muy largo que reflexiona sobre un continente en crisis, pero que es la última esperanza de millones de personas que buscan asilo.

Cierto es que el lenguaje del cómic necesita algo más que la belleza y el impacto de una ilustración con texto a juego. Exige una linealidad entre viñetas y un diálogo entre sus composiciones del que La grieta adolece en la mayoría de sus páginas. Pero queda patente el esfuerzo por captar la veracidad del drama que retrata.

Un tour por la Europa rota

La primera parada del largo viaje que recoge La grieta es Melilla, una ciudad blindada por tres vallas que aparecieron en los noventa. “España acababa de entrar en la Comunidad Económica Europea y Melilla se convirtió de pronto en su barrera exterior. Había que sellar este lugar”, explica Abril. Hoy en día “toda Melilla ha sido cercada con un muro salvaje que separa África de Europa y es considerada la frontera más desigual del planeta”.

Para mostrarlo, la cámara de Spottorno no se anda con medias tintas y captura la ruptura entre dos mundos fotografiando un precario campamento construido a los pies de un campo de golf. En primer término vemos a una familia viviendo en tiendas de campaña y lonas, montadas sobre un cementerio musulmán. Están a la espera de que se les reconozca su estatus de refugiado. En segundo término se alza un verde montículo del Club de Campo de Golf de Melilla. Al fondo, dos señores juegan ajenos a lo que pasa a sus pies. “Esto es Europa”, describe secamente Abril.

Tracia es el segundo destino. Otra historia de barreras, fisuras y heridas. Se trata de una zona en la que se dan la mano las fronteras de Grecia, Bulgaria y Turquía. La mirada de Spottorno y Abril recorre los campos de Orestiada que “fueron durante un tiempo la ruta principal de inmigración ilegal en Europa”, explica el periodista madrileño. Por allí entraban hasta 1.000 personas diarias a pie desde Turquía.

“La frontera en Grecia es un asunto complicado. El margen de seguridad es de 500 metros y los campesinos son informadores de la policía. Está prohibido fotografiar Turquía. Ni siquiera el río Evros, que es una frontera natural”. Spottorno lo hace sin importar las consecuencias y el resultado pone los pelos de punta en las páginas del cómic. Su viaje sigue, caminando por las fronteras de la UE y por la idea que teníamos de Europa.

Hungría, Lituania, Kaliningrado y otras fallas

“Recorriendo la frontera exterior -la gran grieta- hemos encontrado decenas de fisuras en el sueño europeo”, escribe Guillermo Abril. “Está la inmensa falla de los refugiados; las brechas del nacionalismo, el cierre de fronteras y la sombra de la salida del Reino Unido de la UE; el populismo y la islamofobia; la crisis que ha enfrentado al norte y el sur, la fractura de un bloque del este, que considera a Bruselas la nueva Moscú; los agujeros de Siria, Irak y Libia. Y está Rusia, una enorme hendidura”.

Son tantos los frentes abiertos en una herida sangrante, que la idea de Europa se tambalea entre las páginas de La grieta. Los reporteros viajan de Hungría a Croacia, y de allí a Eslovenia. Allí son testigos del camino a pie de millones de refugiados sirios que huyen del conflicto. “En los últimos años, cinco millones de sirios han abandonado su país y buscado cobijo en Líbano, Jordania y Turquía”, explica Guillermo Abril.

En su periplo, periodista y fotógrafo también conocen a familias libias, camerunesas y afganas. Todos buscan un futuro en un continente construido sobre más de 60 millones de muertos. Dos guerras terribles hicieron que todos los países de Europa se unieran asumiendo que la paz solo se conseguía creando comunidad. Hoy, La grieta mira a los ojos a las personas que pasan fronteras como pueden buscando esa 'Unión Europea'.

Cuando se les conoce, “es como si uno se viera en un espejo. Cuando los mira, realmente ve el mundo que somos. Se ve Oriente y sus guerras. La miseria en África. Se ve Rusia al fondo. Y se ve también Europa, ese remanso seguro. La unión, el sueño de paz, su riqueza. Y sus grietas”.

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