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La creatividad de Fornasetti se mezcla con la escultura clásica en Roma

La creatividad de Fornasetti se mezcla con la escultura clásica en Roma

EFE

Roma —

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Los innovadores diseños del polifacético artista italiano Piero Fornasetti se mezclan ahora en Roma con la colección de escultura clásica del Palacio Altemps, con la que ironizan y dialogan en armonía.

Lo hacen con ocasión del vigésimo aniversario de la apertura al público de este palacio, una de las sedes del Museo Nacional Romano, que acoge hasta el 6 de mayo la exposición “Citazioni pratiche. Fornasetti a Palazzo Altemps” (“Citas prácticas. Fornasetti en el Palazzo Altemps”).

De la mano del diseñador que llevó “lo antiguo a lo contemporáneo” se pretende así acercar a las nuevas generaciones el patrimonio arqueológico alojado en su interior, que va desde el siglo V a. C. hasta el XVII, a fin de que “puedan preservar y mejorar la memoria del pasado”, explicó a Efe la directora del centro, Daniela Porro.

Creador de impresiones surrealistas y fantasiosas, Fornasetti (1913-1988) tomaba motivos clásicos de lo antiguo, como la diosa Afrodita, la serpiente o el sol, del Renacimiento y hasta del barroco, y los plasmaba en una gran variedad de objetos decorativos.

Su técnica la llevó a mobiliario, objetos de porcelana, alfombras, ceniceros, juegos de café, lámparas o biombos, todos los cuales, y más, se han dispuesto en una especie de “horror vacui” (horror al vacío) en varias de las habitaciones del primer piso de este museo hasta dar forma a la estética de los que fueron sus antiguos apartamentos.

Juega así el arquitecto con el doble alma del inmueble, otrora residencia del embajador de España y alojamiento histórico de aristócratas familias italianas como los Orsini, Altemps o Hardouin.

De sala en sala, y en un escenario aparentemente antagónico, la colección de escultura clásica y antigua del palacio se envuelve y confronta con veintisiete de las incursiones artísticas de este moderno creador, en las que se despliegan hábilmente alrededor de ochocientas de sus piezas, de las más de trece mil que ejecutó.

“Una comparación a veces fantástica, otras irreverente, pero siempre sabia, que permite leer la colección del Palazzo Altemps de una nueva manera”, valora Porro.

Un busto de mármol del dios romano Plutón se rodea de platos en forma de constelación; de cerámica y coloridos por otro lado son los gatos, símbolo de la antigua Roma, que se alternan sobre restos romanos.

Hay hasta paragüeros y cojines colocados en varias salas del museo, en el que el mensaje que se transmite es la imaginación desenfrenada del autor en la que todo cabe.

En innumerables ocasiones, el artista alude a Grecia, y tanto rodea con bocetos eróticos antiguas esculturas de sus dioses o criaturas mitológicas, como ironiza con sus narices, arquetipo clásico, comparándolas con fotografías de la suya.

Fue defensor de la funcionalidad en el diseño de los objetos, pues decía que “una silla está hecha para sentarse y, sobre todo, debe ser cómoda”, tal como recuerda a Efe su hijo Barnaba Fornasetti.

Cual artesano renacentista, Fornasetti gestó un sello distintivo e inconfundible desde las paredes de un taller sito en su ciudad natal, Milán, que lo han llevado a ser considerado uno de los creadores de más talento del siglo XX.

Su secreto fue la originalidad y la falta de contemporaneidad de su arte, según lo resume su hijo, actualmente a las riendas del estudio familiar.

Muestra de la atracción por las obras de Fornasetti es que un mueble con su firma se vendiera por 53.500 euros (unos 64.000 dólares) en una subasta en la casa “Christie's” en Londres en 2016.

O que se pujara hasta los 22.500 euros (unos 27.000 dólares) por una serie de 24 platos en los que figuraba uno de sus recurrentes “leitmotivs”, la cara de la soprano italiana Lina Cavalieri.

Nunca conoció a esa artista pero sintió “fascinación formal y gráfica” por su rostro, asegura Barnaba sobre una cara a la que su padre regresó constantemente en el curso de su carrera artística.

“Como el mismo Piero explicó, el rostro de la mujer es como una estatua griega, enigmático como la Mona Lisa y modelable a través de la intuición visual”, evoca Barnaba sobre palabras de su padre quien, apunta, “reinventó y reinterpretó, dejando flotar su imaginación con rigor, otros temas como las cartas, los arlequines o las manos”.

Varias de estas cuelgan, invitando a ser estrechadas, del techo de una sala del Palacio Altemps, donde lo antiguo y lo moderno se dan la mano.

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