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Daniel Gamper gana el 47 Premio Anagrama de Ensayo con “Las mejores palabras”

Daniel Gamper gana el 47 Premio Anagrama de Ensayo con "Las mejores palabras"

EFE

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El profesor barcelonés Daniel Gamper ha ganado este lunes el 47 Premio Anagrama de Ensayo, dotado con 8.000 euros, por “Las mejores palabras”, una obra que trata “de la búsqueda y selección de las mejores palabras”, en un momento en el que se dice que “la verdad y la mentira son ya indistinguibles”.

Al premio se han presentado un total de 77 originales, procedentes de una quincena de países, y han llegado a la final cuatro ensayos.

El jurado, formado por Jordi Gracia, Chus Martínez, Joan Riambau, Daniel Rico y la editora Silvia Sesé, ha concedido la distinción al ensayo de Gamper, que han calificado de “locuaz e inteligente”, así como de “lúcido”, un libro que invita a reflexionar sobre “el valor ético, político y civil de las palabras”.

Para Sesé, se trata de un texto muy oportuno “en un momento en el que la palabra parece estar devaluada”, mientras que Rico ha aseverado que es un ensayo “escrito muy libremente, integrado por pequeños relatos” en un tiempo “que vivimos de palabras hoscas, feas, brutas y de políticos desbocados y borrachos de palabras, de salvajismo de la palabra”.

A punto de cumplir 50 años, Daniel Gamper, profesor de Filosofía Política en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha señalado que ha querido hacer una “reivindicación de la palabra”, a través de la libertad de expresión, aunque este no sea un concepto que particularmente le guste y prefiera el inglés “free speach” (discurso libre) o el italiano “libertad de manifestación de pensamiento”.

A la vez, ha procurado responderse a la pregunta de “cómo se lleva a cabo la selección de las mejores palabras” y ha reflexionado sobre cómo “se llega a la represión de las palabras”.

El libro, que llegará a los anaqueles el próximo 5 de junio, lo ha planteado en 22 capítulos, de entre cinco y diez páginas, que pueden leerse de manera independiente, en los que tanto trata sobre qué significan las palabras en el ámbito doméstico, sobre democracia deliberativa, censura, corrección política o periodismo “por venir”.

El escritor ha sostenido que es “un texto abierto, no conclusivo, el inicio de una conversación, porque no me gusta pensar solo, si no estoy rodeado de gente no puedo pensar”, ha confesado.

En el mismo, no rehuye cómo se trasladan las palabras a través de las generaciones y cómo “en la escuela se introduce o se debería introducir a los futuros ciudadanos en la conversación ordenada, en la deliberación, no tanto en vencer, sino en alcanzar al otro”.

Preguntado sobre para qué sirven las palabras, Gamper ha contestado que “diría que sirven para cuidarnos los unos a los otros, eso es lo que nos hace humanos, para eso existen. Ya Aristóteles decía que servían para discutir colectivamente sobre cuestiones como qué es justo o qué es injusto”.

“A veces -ha proseguido- se ponen al servicio del capital, del mercado, de los poderosos. Cuando las palabras dejan de cuidarnos a todos dejan de ser las mejores palabras”.

Gamper, que cree que si tuviera que interpretar su propio texto consideraría que es un intento de expresarse libremente, ha señalado, por otra parte, que para que “la vida democrática sea plena debe haber una lengua común, una 'koiné', ver si es posible establecer 'koinés' pragmáticas”.

A la vez, ha subrayado que, a su entender, “una lengua sin un apoyo institucional fuerte no sirve para la democracia”.

Por otra parte, cuando se le ha inquirido sobre qué piensa de que la Junta Electoral Central precise las palabras que se pueden utilizar en un informativo de la televisión o radio públicas, Daniel Gamper ha indicado: “el hecho de que los medios públicos tengan una tutela política lo hemos aceptado como si fuera normal, pero no tengo tan claro que esto sea el mejor modelo, en la BBC creo que hay una mayor autonomía”.

A la vez, ha criticado que los medios públicos hayan “abdicado también ellos mismos de seleccionar las mejores palabras y ofrecen un abanico de opciones y las dejan como si fueran iguales en manos de los oyentes, de los televidentes”.

Según Daniel Gamper, “la tertulia en un programa de comunicación público es un gravísimo error, porque se presenta como un abanico de opiniones y se dice, vosotros elegís, pero lo que creo que hay que buscar es a personas con autoridad”, aunque “el problema es cuando en un país no hay autoridades unánimamente reconocidas, que es lo que creo que pasa en España”.

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