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La filosofía tras 'Ready Player One', el mito de la caverna en tiempos de Instagram

Wade Watts, protagonista de 'Ready Player One'

José Antonio Luna

Es el año 2045, una nueva era que se divide en dos mundos: el terrenal y el virtual. Wade Watts, como cada día, se desliza entre la basura y los coches oxidados hasta llegar a una vieja caravana que utiliza como refugio. Una vez allí, se pone un casco de realidad virtual que le abre la puerta a OASIS, un lugar lleno de posibilidades y fantasía al que todo el planeta es adicto. Porque, al igual que ocurre con el mito de la caverna de Platón, a veces es más fácil mirar una sombra que el objeto que la proyecta.

Del mismo modo que películas como Matrix, Origen o incluso El show de Truman, el último taquillazo de Spielberg esconde un mensaje existencialista sobre la pertenencia a distintas realidades, una aparente y otra verdadera, que en ocasiones ni siquiera pueden distinguirse con claridad. Si bien el discurso puede tener diferentes formas, al final todas las obras señaladas toman su base de la alegoría desarrollada por Platón en su libro República.

“Imagina unos hombres en una habitación subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello”, explica el filósofo griego en la obra original. Lo que estos individuos han visto durante toda su vida son sombras de objetos proyectadas por un fuego y, al ser lo único que conocen, estos crean su realidad en torno aquellas imágenes: las sombras son las reales, y no el objeto.

“Liberamos a uno de estos prisioneros. Le obligamos a levantarse, a volver la cabeza, a andar y a mirar hacia el lado de la luz: no podrá hacer nada de esto sin sufrir”, continúa Platón en el fragmento de República. Cuando aquel reo sale y conoce la verdad, según la alegoría, volvería a la caverna para contárselo a sus amigos e intentar liberarlos. Sin embargo, nadie le escucharía, le llamarían mentiroso, e incluso lo condenarían a muerte. Nadie puede desconectar de aquella sombra, del mismo modo que nadie puede desconectar de OASIS.

“Los paralelismos son muchos, aunque también las diferencias”, explica a eldiario.es Diego S. Garrocho, profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). El docente continúa diciendo que “en el mito de la caverna de Platón el punto de partida es el mundo de las sombras y de las apariencias del que debemos liberarnos”. Mientras, en Ready Player One es lo contrario: “Partimos de un mundo real del que queremos escapar y por ello creamos otra realidad alternativa que nos resulta más atractiva”, aclara.

A pesar de que en la película de Spielberg se plantea de forma inversa, el trasfondo de esta, afirma el filósofo, tiene evidentes resonancias platónicas. “La existencia de dos mundos, uno aparente y otro verdadero; la urgencia que sentimos los seres humanos por negar lo inmediato y aspirar a que exista otra realidad mejor de la que conocemos”, mantiene. Los habitantes del universo creado por Ernest Cline utilizan OASIS para evadirse de la miseria en la que viven. No importa si esa persona reside en un suburbio o en un gran rascacielos de oficinas. Al final lo “real” no es Wade Watts, sino el nombre de su avatar, Parzival.

Según Garrocho, “la lección de Ready Player One pretende ser, de nuevo como en Platón, mucho más moral que epistemológica. Las razones para preferir la verdad a la mentira acaban por ser de índole ética”. El coche de Regreso al futuro, las canciones de Depeche Mode y los disfraces de Street Fighter son maneras de aludir a un pasado donde todo fue mejor y en los que, aparentemente, no existían los problemas del presente. “El futuro, tanto en la película como en nuestra vida, no se plantea ya como un tiempo de esperanza utópica, sino que miramos al pasado desde la nostalgia”, considera el docente.

El filósofo de la Antigua Grecia sostenía que los sentidos no eran fiables, ya que estos tienen un carácter temporal y cambiante. Por eso hace dos divisiones: el mundo sensible (el interior de la caverna, donde la gente ignora el exterior), y el mundo inteligible, de las ideas (que sería la auténtica realidad). ¿Cómo se representan en Ready Player One?

“Inmediatamente podríamos pensar que OASIS es la apariencia, falsa y atractiva, y que la realidad ordinaria, tangible y no virtual, es el mundo de las ideas”, mantiene el profesor de la UAM. Aun así, la respuesta puede que no sea tan evidente. Para Garrocho, los dos mundos no solo estaban dentro del largometraje, sino también a un lado y al otro de la pantalla. “Aquellos que veían la película estaban sentados en una butaca de cine, conmovidos por una imagen que salía de un proyector… los más parecidos a los encadenados en la caverna platónica, tal vez, seríamos nosotros mismos”, matiza.

OASIS, una caverna platónica en construcción

Una de las grandes diferencias entre Ready Player One y el mito de Platón es que en el segundo los prisioneros no saben que son víctimas de una ilusión, mientras que en la obra de Spielberg los jugadores eligen libremente adentrarse esa realidad alternativa. “La estrategia escapista de ese mundo virtual creo que adquiere un componente adictivo que estaría del todo ausente en la caverna platónica”, aclara Garrocho.

En Matrix es diferente. En la trilogía de las hermanas Wachowski, los humanos no tienen otra opción que aceptar la dominación de las máquinas y del programa informático al que son recluidos. Como considera el filósofo, “Matrix podría asemejarse más a una teoría de la conspiración y Ready Player One se atreve a preludiar una realidad futura y virtual de la que, ciertamente, no estamos tan distantes”. Añade que la película de Spielberg le parece “más esperanzadora”, aunque no por ello con un final “feliz ni alegre”.

Ready Player One plantea una conclusión buenista y tranquilizadora, donde “la realidad es lo único real” porque es el único sitio donde se puede comer y amar sin trajes hápticos que valgan. Pero OASIS sigue existiendo, y el mundo terrenal continúa siendo un lugar desastroso en el que no merece la pena vivir. Por mucho que desconecten el sistema un par de veces a la semana, aquella cueva digital aún es imprescindible.

Parzival tiene la oportunidad de apretar el botón rojo, aquel que acabaría con OASIS, pero es algo que ni siquiera se plantea. “Podría ser semejante a la reacción de los prisioneros de la caverna que no quieren ser liberados. Nadie quiere que le despierten del sueño, aunque éste no sea necesariamente feliz”, considera el profesor de filosofía.

Sí que se aprecia algo de esta “liberación”, al menos en parte, cuando después del enorme despliegue de acción y efectos especiales la película acaba siendo una oda a la amistad. “Parecería que Spielberg nos quisiera decir que, después de todo, deben prevalecer los viejos valores”, afirma Diego S. Garrocho. De lo contrario, aquella imagen de Mark Zuckerberg caminando por el Mobile World Congress de 2016 podría convertirse en nuestro OASIS.

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