Gila, el manual de instrucciones de la comedia española
“Oiga, ¿es el enemigo? ¿A qué hora piensan atacar mañana? ¿No puede ser por la tarde, después del fútbol?”. Es probablemente el gag más conocido de la historia del humor en España. No importa el tiempo que pase: las carcajadas que provoca son intergeneracionales. El responsable de esas risas es Miguel Gila (1919-2001), convertido por derecho propio en una de las figuras más importantes de la comedia en el país y que ahora, 20 años después de su fallecimiento, es homenajeado por algunos de los y las monologuistas más importantes del panorama actual.
“Significa muchísima responsabilidad. Si comparas el peor día de Gila con mi mejor día salgo perdiendo por bastante”, dice a este periódico J. J. Vaquero, uno de los cómicos que forman parte del homenaje Todo es Gila que se realizará en forma de función el próximo 9 de noviembre en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid. Junto a él se encuentran otros humoristas destacados como Dani Rovira, Joaquín Reyes, Ana Morgade, Pantomima Full o Carolina Iglesias y Victoria Martín, presentadoras del podcast Estirando el chicle que recientemente ha ganado un Premio Ondas. “Es muy guay que sea un show de comedia y sobre todo que se junten tantas caras conocidas del panorama actual. Me parece bien para que la gente conozca las cosas del pasado para que no piensen que todo lo de ahora es nuevo”, indica Iglesias.
Y es que precisamente Gila, pese al paso de los años, sigue marcando la estela de las carcajadas en el humor actual. Precisamente por ello, los cómicos mencionados anteriormente tienen previsto recrear algunos de los míticos monólogos del maestro del humor sobre el escenario, como Mi vida, Las bromas de mi pueblo, El abuelo inventor, Concierto de violín o Me morí. Y precisamente el El Enemigo, probablemente su texto más famoso, le ha tocado a Ernesto Sevilla. “Es un autentico honor, porque un cómico como Gila es una leyenda absoluta y por eso es importante hacerle este homenaje”, reconoce el humorista.
“Es una de las personas que llevó a cabo el humor absurdo en un momento además muy delicado, y bromeando con temas que en realidad eran sensibles en ese momento, como el de la guerra. Jugaba mucho con los límites”, aprecia Iglesias. Y es que, pese a que la militancia de izquierdas de Gila era sobradamente reconocida, ya que durante la guerra se afilió a las Juventudes Socialistas y fue voluntario en el Quinto Regimiento de la II República, su humor pudo tener presencia en una época tan compleja como la de la dictadura franquista. Con sus monólogos consiguió hablar de la Guerra Civil en un periodo en el que se impuso el escapismo y el olvido de la contienda. “Gila tuvo que lidiar con ese momento de censura, pero era impresionante porque incluso llegó a actuar delante de Franco. Parece ser que le gustaba a todo el mundo”, destaca Sevilla.
No significa que Gila no sufriera represión ni estuviera coartado por las leyes restrictivas del momento. Él mismo contó en su autobiografía, Y entonces nací yo. Memorias para desmemoriados (Temas de Hoy, 1995), que le “fusilaron mal”, ya que haciéndose el muerto logró salvar su vida y la de un compañero de su regimiento. “Eran un grupo de moros con el estómago lleno de vino. No hubo el ‘listos, apunten, fuego’; nos dispararon a los 14 hombres una sola vez, sin rematarnos con el tiro de gracia y siguieron bebiendo mientras asaban gallinas robadas. Me quedé toda la noche haciéndome el muerto bajo la lluvia”, relataba el cómico.
Llevar la sociedad a la comedia era uno de los objetivos de Gila, aunque sus monólogos rara vez estaban protagonizados por alguien en concreto. Trataba aspectos más generalistas, como beber, comer o la amistad, y de ahí que sigan tan vigentes años después. “Si yo quiero hacer humor sobre las fiestas meto al Cigala y ya me funciona, pero eso Gila no lo hace y por eso da igual el tiempo que pase. Al final muchos de los famosos que ponemos como ejemplo los monologuistas son muy efímeros. Y ahora mismo si hablas de La isla de las tentaciones ya estás muy cerca de conseguir la risa de la gente. Pero ¿la conoceremos dentro de 40 años?”, se pregunta Vaquero. En la misma línea se sitúa Sevilla, que opina que en sus monólogos, aunque se puede intuir que trata temas de la época, estos pueden “trasladarse a la actualidad perfectamente”.
Gila abordaba aspectos de la sociedad que no han cambiado demasiado. Aunque, desde el punto de vista de Carolina Iglesias, “hay cosas que por suerte sí han evolucionado en el humor”. “No ofender a colectivos minoritarios es una cosa que me parece necesaria. Tenemos en común muchas cosas con las generaciones que nos ascienden, pero por suerte en otras creo que hemos avanzado”, sostiene la guionista.
Es lo que desde algunos sectores llaman “corrección política”, pero no se trata tanto de poner puertas al humor como de tener claro a qué grupos dirigirse y de qué manera. “Lo que pasa es que la gente no se quiere revisar. Yo tengo 28 años y estoy en constante revisión de mí misma porque quiero ser mejor persona, no porque quiera encajar en ningún lado”, argumenta Iglesias. Añade que para ella el humor tiene que ser “desde abajo hacia arriba, y no al contrario”. “Me cuesta mucho reírme con alguien que bromea sobre personas que lo tienen más complicado que él”, apostilla.
Gila destacaba por su ingenio en el humor, pero realmente hubo un campo en el que fue pionero en España: el del monólogo. “Creo que fue el primero. No sé si él o alguien era consciente de lo que significaba una persona sola hablando sobre un escenario”, aprecia Vaquero sobre alguien que marcó la senda a seguir por el resto de profesionales que llegarían después. “Aportó muchísimo y cuando aparecimos los monologuistas ya había camino recorrido por él, porque viéndolo me he dado cuenta de todos los errores que comento yo”, sentencia el cómico.
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