La historia del hotel Florida, la trinchera desde la que Hemingway escuchó los obuses del franquismo

Un cliente un poco despistado podría pensar que ha entrado en el túnel del tiempo si se pierde en el séptimo piso de unos grandes almacenes en la madrileña plaza de Callao. Tras haber pasado por plantas dedicadas a la informática, los muebles o la ropa de hogar, con ofertas de rebajas por todas partes, ese cliente escuchará hablar de Ernest Hemingway o de John Dos Passos mientras suena de fondo un estruendo de obuses o la música de canciones revolucionarias.

Pero los visitantes descubrirán, al observar atentamente, que una veintena de periodistas y críticos teatrales está realizando una lectura dramatizada de La quinta columna, una pieza escrita por Hemingway en el hotel Florida durante la Guerra Civil. Aquel hotel se levantaba precisamente donde ahora se alza un edificio de El Corte Inglés, en cuyas instalaciones de Ámbito Cultural se celebra durante esta semana un ciclo de mesas redondas, debates y actos bajo el título de Hotel Florida. Escritores, artistas y corresponsales de guerra.

Diseñado en 1924 por el arquitecto Antonio Palacios, que firmó también los edificios más importantes del centro de la capital, el hotel Florida se convirtió en uno de los mejores alojamientos en el Madrid de aquella época. Con 200 habitaciones con cuarto de baño privado, un lujo en aquellos tiempos, repartidas en 10 pisos; ascensores, calefacción y hasta un servicio de ómnibus para trasladar a los clientes a las estaciones de trenes, el Florida alojó a ilustres huéspedes como Charles Chaplin, Miguel de Unamuno o Federico García Lorca, entre muchos otros famosos, y los salones del hotel albergaron fiestas literarias y banquetes políticos.

“Más allá de la etapa de la Guerra Civil”, comenta el periodista y editor Carlos García Santa Cecilia, uno de los organizadores de las jornadas, “la historia del hotel Florida no había sido contada. Curiosamente tuvo una vida breve porque tras la reconstrucción del edificio en la posguerra, el magnate comercial Pepín Fernández, con buenas relaciones con el franquismo, compró el solar y derribó el inmueble para construir allí Galerías Preciados en los años sesenta. La inmensa mayoría de los madrileños ignora la existencia y la historia de aquel ya mítico hotel, y por ello hemos querido reconstruir esa memoria”.

Estas jornadas de debate, que se prolongarán hasta el 25 de enero, están organizadas por Ámbito Cultural y por la revista digital FronteraD, y en ellas participan escritores, periodistas, fotógrafos e historiadores vinculados con la política internacional y con el periodismo bélico como Plàcido García Planas, Olga Rodríguez, Ignacio Martínez de Pisón, Isabel Muñoz, Guillermo Altares o Manuel Rivas.

Hoteles de guerra, trinchera de la información

“Cuando Ámbito Cultural nos planteó el proyecto”, afirma Alfonso Armada, presidente de Reporteros Sin Fronteras en España, “pensamos cómo traer el hotel Florida a la actualidad con un doble objetivo. Por un lado, se trata de situar al hotel en su contexto histórico, cultural y social. Por otra parte, decidimos encuadrar al Florida en una lista de hoteles de guerra, de lugares singulares que han servido para que periodistas y escritores relataran desde allí algunos conflictos fundamentales del siglo XX”. Según el periodista, se trata de una lista en la que figurarían el Continental Palace, de Saigon; el Palestine, de Bagdad; o el Holiday Inn, de Sarajevo. “Nuestro repaso del papel de las coberturas periodísticas de guerras llega hasta hoy mismo con la presencia de Ricardo García Vilanova, un periodista freelance que trabaja en Siria”, agrega.

En cualquier caso, la nómina de corresponsales alojados en el Florida que sufrieron los bombardeos de las tropas franquistas sobre el centro de Madrid resulta difícilmente superable. En ese sentido, los organizadores de este ciclo de homenaje están convencidos de que aquellos reporteros fueron conscientes del momento histórico que estaban viviendo y por ello sus crónicas han pervivido durante décadas y gozan de un valor universal.

“No cabe olvidar”, añade Armada, que también narró diversos conflictos bélicos en África y en los Balcanes como enviado especial, “que la Guerra Civil significó el prólogo de la Segunda Guerra Mundial y el primer pulso entre el fascismo y el comunismo. Estas circunstancias explicarían que la lucha por la democracia en España y la avidez de noticias en todo el mundo atrajeran a los mejores cronistas de la época”.

En un alambre diario entre la vida y la muerte, en un Madrid sitiado y con carestía de alimentos, entre gestos heroicos y juergas frívolas, en un dilema constante entre la supuesta equidistancia de los periodistas y el compromiso de muchos reporteros con la República amenazada, transcurrió la guerra para aquel grupo de intelectuales de primera fila que ha pasado a la historia de la literatura y del periodismo.

La vida cotidiana en el Madrid asediado

En ese ambiente escribió Hemingway, premiado más tarde con el Nobel de Literatura en 1954, La quinta columna, una obra teatral centrada en su experiencia de aquellos años. Apenas representada en España, los organizadores de estas jornadas quisieron llevar a cabo una lectura dramatizada de una pieza que, a juicio de Armada, “es menor en la obra de Hemingway, pero tiene el valor de mostrar la vida cotidiana en el Madrid asediado”.

A través de personajes que ilustran, sin duda alguna, los alter ego de Hemingway y de otros colegas, La quinta columna revela también que los corresponsales fueron, a pesar de los peligros, unos privilegiados que disponían de dinero, comida y hasta whisky. No obstante, esa situación acomodada no puede hacer olvidar que la mayoría de los escritores y artistas que narraron la batalla de Madrid, hasta los reporteros más cínicos, tomaron partido por una República que significaba la libertad y la justicia.

El escritor y aviador Antoine de Saint Exupery, que luchó al lado de los republicanos dejó anotada esta rotunda frase: “El estallido resuena en el yunque; un herrero gigante forja Madrid”. No fue el autor de El principito el único intelectual impresionado por la resistencia del pueblo madrileño que vieron desde las ventanas del hotel Florida.