Israel Galván de los Reyes (Sevilla, 1973) asegura es una máquina de libertad de expresión total: ni sus pies ni su lengua, latiendo a compás, se someten a algo en lo que no cree. Ahora empieza su gira de Fla.co.men, una revisión de su carrera desde un mirador nuevo porque, asegura, tiene ya “un pie en el baile de ayer” y “otro en el que quiere bailar”.
Galván, premio Nacional de Danza 2005, estrena el próximo jueves 8 de enero en el Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid, en los Teatros del Canal. Es un espectáculo que sólo se ha visto hasta ahora en tres festivales: el Festival Temporada Alta de Gerona, el Festival del Cante de las Minas de Murcia y la Bienal de Flamenco de Sevilla. En todos fue recibido con un aplauso rotundo. “Es otra mirada hacia las obras que he hecho en mi carrera, un baile más relajado, casi como si estuviera ensayando”, detalla el bailaor y coreógrafo.
Dice el bailarín que la nueva producción “apareció casi por sorpresa”, cuando conoció a Patricia Caballero y quiso hacer un “concierto”, sin guión ni escenografía con lo que había bailado hasta ese momento. Hay cosas que ha llevado de gira pero otras, sobre todo las del principio, solo las ha puesto en escena “un par de veces”. Galván asegura que no es un refrito; Fla.co.men es “algo totalmente nuevo” y el espectáculo con el que se siente “más libre”.
Es como una “bisagra” que le “permite pasar de un lado a otro y es que yo ya estoy viajando de un lado a otro, con un pie en ayer y otro en lo que será mi baile mañana”. Arropado en escena, que firma Patricia Caballero con dirección de Pedro G.Romero, por David Lagos, Tomás de Perrate, Eloísa Cantón, Caracafé y Proyecto Lorca, Galván vuelve al Festival de Otoño a Primavera, donde el pasado mes de junio “la armó” con su colaboración con el coreógrafo y bailarín británico Akram Khan, en Torobaka.
“Los que me ponen verde tienen a veces razón”
Una de las piezas más aplaudidas de Fla.co.men son los “fandangos paraos” del final, que ha coreografiado Romero, y que también bailan los músicos. “La obra lleva una línea del arquetipo de que los flamencos tienen que bailar macho y las mujeres femenino. Este es un flamenco unisex. El rollo no es 'flamencos que salen de los armarios' sino de romper estereotipos, de que es sana la ambigüedad”, reclama.
En Fla.co.men Galván baila en solitario para deconstruir el universo que alumbró con ¡Mira!/Los zapatos rojos (1998) y siguió hasta Lo Real, con el que también la formó en el Teatro Real en 2012, con parte del público criticando a gritos lo que veía en escena y abandonando el teatro.
“Los que me ponen verde tienen a veces razón, no van desencaminados, pero lo del Real pareció parte de la obra. El primer grito -”¡Esto es una tomadura de pelo!“- pilló a la Uchi, que es gitana, sola en el escenario y todos los demás nos quedamos 'ostras, y ahora qué, cómo levantamos esto', pero el público -que pidió respeto a la abonada que gritaba- se convirtió en parte del juego y su reacción nos empujó a seguir adelante”.
La noria esta
Asegura que se sintió “contento de provocar” con su baile y que siempre se sentirá agradecido al fallecido Gerard Mortier, entonces intendente del teatro, por “la confianza y la energía” que les infundió. “Eso es lo que me llevo. Las críticas son una pérdida de tiempo total. No puedes hacer algo en lo que no crees. No soy chulo, es que la vida es corta y la del bailarín más”.
Su clave, ahora como antes, es aprender, “retroalimentar” su energía, como una dinamo humana: “todos los pasos me tienen que sentar bien, si no, no valen”. “Lo bueno del baile es cuando te das cuenta de que no estás bailando. La forma en la que más me gusta moverme por el escenario es de un lado a otro. Cuando voy por un camino, dejarlo y empezar a andar por otro”.