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Concluye la Feria del Libro de la desigualdad: bien para los grandes, mal para los pequeños

La escritora María Dueñas en la caseta de la Feria del Libro de Madrid en la que firmó ejemplares de sus libros

Rocío Niebla

26 de septiembre de 2021 19:10 h

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El director de la Feria del Libro de Madrid, Manuel Gil, ha comunicado en la mañana de este domingo, último día de la Feria del Libro de Madrid, que “en el marco de una recuperación del sector y de las industrias culturales, la Feria ha salido razonablemente muy bien”. Los datos que facilita son: 384.000 visitantes, 1.700 autores invitados o actos o firmando y unas 4.700 sesiones de firmas, de las que 40% las han realizado autoras. “La medición que hemos hecho indica que las ventas están en 9,1 millones de euros y esto significaría un descenso del 10% sobre las cifras del 2019”.

Ahora bien, las cifras “esencialmente buenas” esconden serias desigualdades. Gil reconoce que “ha habido grandes diferencias de beneficios entre las grandes librerías y editoriales y las más pequeñas”. Para el director, esto se justifica con que “lo que se paga es tener una buena marca o una amplia comunidad detrás. No hay otra”. Cuando los autores best seller apuestan por firmar solo en grandes librerías o en sus grandes editoriales perjudica al resto por diversos motivos. Pedro Bermejo, de la librería El Buscón, explica que “el ambiente del fin de semana, con tanta firma, está siendo pésimo para nuestros números. La limitación de aforo se ve aún más reducida porque las filas de firmas que desde el segundo fin de semana se hacen hacía fuera, cuentan como si estas personas estuvieran dentro”. Y añade que “los lectores que no son forofos, fans o groupis de sus autores, no esperan hora y media fuera del recinto para entrar”.

Bermejo hace dos propuestas sobre cómo se podrían gestionar las grandes firmas sin perjudicar a “las más modestas”: “Los Pérez Reverte y los Gómez Jurado (que ellos dos sí lo han hecho) deberían de firmar en el pabellón central o directamente en un espacio fuera. Además, es más democrático (y considerado con las pequeñas librerías) porque los lectores pueden comprar el libro en cualquier sitio, no en el lugar que ha conseguido esa firma”. Laura Sandoval, de la editorial Hoja de Lata, se muestra muy contenta con el recibimiento de sus lectores y sus buenos números de venta, pero también acusa a las colas de quitar visibilidad al resto de casetas y de crear “tapones concretos de gente en zonas y, en otras, vacíos considerables”. Su compañero de caseta, Alejandro Rodríguez de la editorial Contra, asegura que los jueves se ha vendido más por no haber firmas importantes en otras casetas.

La Feria había que hacerla porque era una primera y necesaria toma de contacto pero ha estado diseñada muy mal. No la han pensando para que a todos nos vaya igual

Víctor Sáenz-Díez Editor de Pepitas de Calabaza

Retomando las palabras del director de la Feria del libro: “Lo que se paga es tener una buena marca o una amplia comunidad detrás. No hay otra”. Y sí, si hay otra(s). Hay más variables que condicionan que una Feria sea un éxito de ventas a nivel particular: el lugar en el que “toca” la caseta. No es lo mismo sol o sombra (en verano) como tampoco es estar cerca de la entrada de la Biblioteca Eugenio Trías (que es por dónde la mayoría de gente accede) o en las penúltimas de la fila. Este año un agujero negro añadido: la isleta de casetas del centro.

La zona invisible

Gil reconoce: “Es cierto que a los de la isleta famosa, las ventas les han ido mucho peor. Cuando ubicamos la Feria en un recinto cerrado de 450 metros había que tomar una decisión: o reubicábamos de manera racional o excluíamos a gente”. Así que se prefirió “inventar” una isleta de casetas antes que “dejar fuera”. Pero, ¿cómo se decidió quién estaría en ella? Gil lo explica así: “Fue una decisión estudiada y pusimos en la isleta a editoriales de catálogos pequeños y a aquellas que tienen la necesidad de rejuntarse con otras editoriales”. La elección del lugar no fue a sorteo, sino que la Feria marcó el “espacio experimental” a las editoriales pequeñas. “No hace el mismo ruido que al grupo Contexto (Asteroide, Nórdica, Impedimenta, Periférica y Sexto Piso) o a Planeta les vaya mal en un sitio nuevo que a nosotros, que en fin, no somos nadie para ellos, pero eso sí, pagamos el alquiler como los grandes”, reconoce uno de los editores ubicados en la “isleta famosa”.

Si las colas de tiktokers siguen impidiendo que otro tipo de lectores entren y miren tranquilos, no nos verán más aquí

César Sánchez Editor de Fulgencio Pimentel

Víctor Sáenz-Díez es editor de Pepitas de Calabazas y comparte, desde hace años, caseta con Fulgencio Pimentel. “La Feria ha sido rara y ha primado una especie de optimismo dirigido, con un discurso de todo ha ido bien y nos estamos recuperando, aunque no ha sido así. Como que hay que aparentar que ha ido bien por imagen de marca”, dice Sáenz-Díez desde su caseta en la isleta. “La Feria había que hacerla porque era una primera y necesaria toma de contacto pero ha estado diseñada muy mal. No la han pensando para que a todos nos vaya igual”. César Sánchez, patrón de Fulgencio Pimentel, asegura que “si el año que viene se vuelve a hacer una feria cerrada no nos verán el pelo. Si las colas de tiktokers siguen impidiendo que otro tipo de lectores entren y miren tranquilos, no nos verán más aquí”.

Otros libreros se preguntan: “¿Pero qué medidas sanitarias han tomado si hay miles de adolescentes dos horas esperando al youtuber? Cuando se necesitaba un recinto abierto, grande y el aire corriendo... lo cierran y plantan aforo”. La librería Santander del barrio de Aluche es una de las que está haciendo un severo esfuerzo por mantener la caseta en la Feria y, “cumplir con la campaña de libros de texto en la librería”. Se muestran contentos por encontrarse otro año más en El Retiro pero dicen que septiembre es un mes regular para abrir una caseta porque tienen “inmenso trabajo con los libros de las escuelas”. Y la caja en El Retiro “no está siendo ni de lejos la de otros años”.

Hay libreros, como Fernando Valverde y Enrique Tapia de la Librería Jarcha que están felices porque “aunque no ha sido lo que podría haber sido” están contentos “con la afluencia de gente y sobre todo por el reencuentro”. Valverde y Tapia consideran que “la organización bastante bien lo ha hecho con lo complicado que era montar un evento así con estas circunstancias”. Esperan que la próxima Feria pueda desarrollarse con normalidad, y que el tiempo y el aforo no limitado acompañe. Próxima parada: 27 de mayo del 2022.

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