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“Se acercan tiempos confusos en los que la sátira va a ser muy difícil de reconocer”

Jose A. Pérez Ledo durante la entrevista.

Francesc Miró

José A. Pérez Ledo afirma que es de extrema derecha, pero solo por la mañana. “Sobre todo cuando madrugo”, describía en su antiguo blog mimesacojea.com. También decía que hasta el segundo café no era capaz de reconciliarse con los derechos civiles. En Twitter aún se llama como el blog que comandaba, pero hoy es guionista, director de televisión y articulista.

Si te has tomado en serio las primeras líneas de este artículo, si te has formado una opinión muy concreta de su autor nada más empezar a leer, has caído en su trampa. No eres el primero: esta misma semana en Telecinco se hacían eco de unos fragmentos paródicos que él había inventado sobre el libro de Pedro Sánchez, Manual de resistencia. Pasó lo mismo cuando satirizó las memorias de Jose María Aznar. Confiesa que aún hoy circulan en Internet textos suyos como si los hubiese escrito el expresidente de su puño y letra. Su estilo satírico juega siempre con la difusa línea que separa realidad y ficción.

Es creador y director de los programas de televisión Órbita Laika, que tendrá quinta temporada muy pronto en La 2, Ciudad K y Escépticos. Colaborador de este periódico, la SER y Radio Euskadi. Escribe, además, los podcasts El gran apagón y Guerra 3, ambos de ficción. Hace poco publicó Los enciclopedistas, un cómic que escribió con Alex Orbe al dibujo, y venía de publicar la novela Esto no es una historia de amor.

Ahora llega a nuestras estanterías su nueva obra, editada también por Planeta. Un lugar al que volver es una historia intergeneracional sobre la búsqueda de raíces, el olvido voluntario y los instantes decisivos que duran segundos pero marcan vidas enteras. Parece que entre el autor de las novelas y el de las columnas satíricas medie un mundo, pero no. Todo forma parte de un show que él mismo dirige.

¿Cómo nace Un lugar al que volver?Un lugar al que volver

Todo parte de la historia de un conocido que me contó que, estando en el paro, una mujer estadounidense le había propuesto hacer de guía y chófer para enseñarle España. Pensé, hostia, es una idea muy buena por los elementos que contiene: choque de culturas, un viaje sin destino...

Al mismo tiempo, me rondaba la cabeza contar una historia de padres e hijos. Y no sé en qué momento todo confluyó y se formó la idea de una madre con su hija, descendientes de españoles, que conocen a un padre y su hijo, y emprenden un viaje por España con todo lo que eso implica.

Implica que ambos redescubren unos lazos familiares olvidados y, a medida que avanza la historia, comprenden por qué no los tenían. En cierto sentido, ¿cree que su nueva novela tiene una lectura generacional? ¿Habla de una generación de españoles que ha perdido parte de sus raíces?

Puede ser. Hablamos mucho de la memoria histórica y siempre aludimos a ella como la memoria del país. Por supuesto que lo es. Pero también hay una historia común que al mismo tiempo es personal y familiar. A todos nosotros nos conforma la historia de nuestro país, pero también nuestra historia personal directa. El hecho de ser hijos de obreros o no. Nacer en un pequeño barrio de Bilbao o haber nacido en el centro de Madrid. Que tu abuelo fuese a la guerra o no. Que tus antepasados tuvieron que exiliarse o no. En definitiva, una suma de pequeñas historias familiares que creo que muchos olvidamos.

Mucha gente de mi generación no tiene ni idea de quienes fueron sus abuelos. Tienen una vaga idea de quienes fueron o son sus padres, pero ni idea de quienes eran realmente sus abuelos. No saben qué circunstancias vivieron, qué pensaban o cómo vivían. Y creo que eso nos conforma como personas y como país. Los recuerdos familiares también son parte de la memoria histórica.

Han pasado tres años desde Esto no es una historia de amor, pero no ha dejado de escribir. Está en la radio, la tele, en prensa y hasta ha escrito un cómic. ¿Siente que quien mucho abarca poco aprieta? Esto no es una historia de amor

Priorizo las cosas en función de mis trabajos reales y ficticios. Los ficticios son escribir novelas y cómics. Los reales son las colaboraciones en prensa y fundamentalmente la tele. Ahora con Órbita Laika, que vuelve a La 2. Sin embargo, en mi trabajo hay mucho de actualidad: los artículos satíricos que hago para eldiario.es, los titulares cómicos para la SER... De repente meterme en una historia de ficción donde no hay política –bueno, ya me entiendes, realmente lo que no hay son políticos y titulares del día–, es una liberación absoluta.

En relación a eso, muchas veces los periodistas cometemos errores pero nos escudamos en que la rutina y los ritmos de producción nos impiden hacer todo lo bien que quisiéramos nuestro trabajo. ¿Cree que es posible equilibrar el rigor y la profundidad con los ritmos a los que nos enfrentamos?

Creo que la forma de hacerlo es a pequeña escala, a una escala casi artesanal. Yo he trabajado en programas enormes y me he hecho programas pequeñitos como Escépticos u Órbita Laika. Lo que se hace en estos programas sería muy difícil o directamente imposible en dinámicas grandes de producción.

En televisión diría que incluso es más difícil de equilibrar que en prensa, aunque sé que siempre vais fatal de tiempo. Pero aunque sea difícil es necesario, es nuestro trabajo. Y cometemos errores porque somos humanos. Si tú a alguien le dices que eres periodista y piensa en Spotlight o en Todos los hombres del presidente, pues obviamente no piensa que el periodismo lo hacen personas completamente normales a las que les gustan las cosas normales y cuya vida no es una incesante persecución de la verdad.

Recuerdo un artículo satírico que publicó a raíz del tratamiento informativo del caso Julen, en el que decía que “ si bien la profesión periodística es muy hermosa, no es menos cierto que difícilmente da para pagar el alquiler, no digamos ya para cenar fuera”.a raíz del tratamiento informativo del caso Julen ¿Cree que la precariedad es ya parte de esta profesión? ¿Cómo combatirla?

Si hay alguna forma de salir de esto, va a ser por la vía de nuevos modelos de ingresos. El modelo económico tradicional hace aguas por todas partes y no tiene pinta de que vaya a mejorar. No tiene pinta de que de repente las redacciones se vuelvan a llenar de periodistas y vayáis todos holgados de curro. Pero van a surgir nuevos modelos. Yo trabajo en la radio y ya sabes que la radio ha muerto mil veces. ¡La dan por muerta cada treinta años! Pero es un hecho que sigue viva y muy viva. Pues lo mismo con otro tipo de medios. De hecho, siguen naciendo medios, como Archiletras de Arsenio Escolar, que es muy de nicho pero parece funcionar. Cosas así dan esperanza, ¿no?

Pasando por delante de la Casa del Libro de Gran Vía, he visto el escaparate lleno de ejemplares del libro de Pedro Sánchez, Manual de resistencia, y he recordado un artículo suyo en el que recogía supuestos fragmentos del libro. ¿Se nos vienen tiempos en los que la sátira será más necesaria que nunca?Manual de resistenciarecogía supuestos fragmentos del libro

Empiezan a acercarse tiempos en los que la sátira va a ser muy difícil de reconocer. Todavía siguen circulando fragmentos de las memorias de Jose María Aznar que publicó Planeta, con las que también hice un artículo satírico. ¡Y la gente sigue pensando que es real! No he leído el libro de Pedro Sánchez pero me jugaría algo a que hay partes que no son muy distintas al texto que escribí. La sátira siempre va a ser necesaria si no queremos volvernos locos como sociedad. Pero también es cierto que hasta yo mismo escribo chistes que, antes de darlos por buenos, me cercioro en la prensa de que no hayan acontecido de verdad. Hay que tener cuidado porque son tiempos, como mínimo, confusos [Risas].

En sus artículos, así como en sus programas, mediante el humor vehicula un discurso razonado y comprometido con la realidad. ¿Cree que el humor es la mejor manera de llegar al público con determinado mensaje?

No sé si es la mejor manera pero desde luego es un lenguaje que lo posibilita. Hay gente que hace cosas como las que hacemos nosotros pero desde la seriedad y lo hace extraordinariamente bien. El humor es un lenguaje que sirve para comunicar cualquier cosa, también ciencia, por qué no. Aunque la nueva temporada de Órbita es un poco distinta en ese sentido. Pero, por ejemplo, Los enciclopedistas Los enciclopedistases una forma de hablar de la Ilustración a través del género negro y el cómic.

Son lenguajes que sirven para cualquier discurso. El Intermedio lleva hablando de la política nacional desde hace años. ¡Mucha gente se entera de lo que pasa en este país por El Intermedio, no por los informativos! El humor es un vehículo tan válido como cualquier otro para armar información o divulgación.

Ahora que menciona Los Enciclopedistas, en su nueva novela los dos protagonistas son distintos tanto por su origen como por su forma de pensar. Ella cree en el destino y él es un racional empedernido. Ese choque entre razón y superstición ya estaba en las viñetas que hizo con Alex Orbe. ¿Es un motivo recurrente en su obra?Los Enciclopedistas

Yo, fíjate, creo que no sé ni de qué va la novela. Porque por un lado es esa historia familiar de la que hemos hablado, pero por otro está también ese encuentro entre una mujer supersticiosa y un hombre racional. Y cómo esas dos formas antagónicas de entender la vida les unen, en cierta manera.

Suelo decir que hay dos formas de escribir, la estructuralista en la que todo está muy milimetrado con la estructura cerrada antes de ponerse, y las obras más libres. Esta novela es muy libre porque aunque yo sabía lo que tenía que pasar, no sabía dónde acababan sus historias y a partir de ahí me he dejado llevar completamente.

En relación a esa conexión entre sus obras, ¿cree que vivimos tiempos en los que la razón se desprecia?

Sí, ya lo creo. De hecho no recuerdo haber vivido ningún momento en el que la razón haya sido tan menospreciada. Ahora no nos extraña escuchar declaraciones de políticos en las que nos digan a la cara que “los hechos no son relevantes”. Para mí hay un ataque clarísimo y directo a la razón y en política lo vemos.

Muchas veces nos quejamos de que los parlamentarios de hoy no son buenos. Cuando alguien consigue ordenar sujeto, verbo y predicado, como Aitor Esteban, nos parece el mejor parlamentario de la democracia actual. ¡Simplemente porque consigues entender lo que dice! Que no le quito mérito, ¿eh? Pero estaremos de acuerdo en que no es Oscar Wilde... Y esto ocurre porque en la política actual hay un rechazo a la razón, hace años que es pura emoción. 

Pero ocurre en todos los ámbitos de nuestra vida; en la ciencia, en la salud, en la comunicación... ¡Hasta se han creado etiquetas como la de fake news! Que bueno, viene a decir que los medios siempre han mentido pero que ahora están mintiendo de una forma absolutamente innovadora. Tanto que la ponemos en inglés para que parezca moderno. El anglicismo ha marcado la línea divisoria entre las mentiras mediáticas de ayer y las de hoy. Ahora las llamamos fake news.

¿Cómo cree que se combate esta era de la superstición? ¿Pueden hacerlo desde la divulgación programas como Órbita Laika, que usted dirige?

Bueno, no creo que Órbita Laika tenga el alcance necesario para mejorar el país. [Risas]. A La 2 le gustaría, desde luego [Risas]. No, ahora en serio: no creo que exista receta alguna. Lo más fácil es decir que solo se combate la sinrazón con educación. También es verdad que la historia nos ha enseñado que la educación no lo arregla todo. Depositar toda la fe de nuestro futuro en el sistema educativo es probablemente una falacia.

En el caso de España... no sé que necesitamos. Necesitamos más cultura pero no sé como se consigue eso. Seguramente haciendo un esfuerzo colectivo por mejorar como sociedad con pequeñas voluntades. Dese los medios de comunicación, que podrían intentar ser más sinceros, hasta los nuevos partidos -o las renovaciones de los viejos-, que hiciesen un esfuerzo por ser más honestos... Todo el mundo que tenga un papel en lo público debería hacer lo posible por apoyar la razón, no por alimentar la confusión. Y eso está estrechamente ligado con la cultura.

En su libro también aborda como a veces en la ruptura de lazos entre padres e hijos dificulta esa misma educación de la que hablamos. ¿Cree que, como sociedad, hemos delegado muchas responsabilidades educativas en el colegio?

Lo que está claro es que cuando uno es padre tiene que asumir el compromiso que eso supone con la nueva persona y hasta te diría con la sociedad. Dar por hecho que la labor de educación se limita a la escuela es ridículo. Tomás, el protagonista de esta novela, detesta los libros. De hecho, hay un momento en el que cree que todo lo que le pasa es culpa de los libros que se están vengando de él  por tantos años de desprecio. Y sin embargo, hay un momento en el que su hijo le da una lección de escepticismo, cuando conocen a una tarotista y es el propio chaval el que defiende que eso te lo crees porque te lo quieres creer.

Dejarlo todo en manos del sistema educativo es un error y una delegación de funciones muy grande. Es como confiar en que la democracia funcione si la dejamos solamente en manos de políticos. Ni puede hacerlo todo la política, ni la comunicación, ni los médicos, ni los abogados. Tenemos que colaborar todos.

Ritxar Bacete decía en Nuevos hombres buenos que la paternidad nos hace más feministas porque nos abre los ojos a la empatía y a la participación en los cuidados. ¿Qué opina? ¿Cambia la paternidad la visión del mundo? Nuevos hombres buenos

Llevo mes y medio de padre, que es lo que tiene mi hijo de vida [risas]. Pero yo te diría que sí. Yo he sido siempre una persona muy fría, pero no puedes ser frío con un bebé.

Hay un hecho incontestable en la paternidad que es que cobras consciencia. Ese cliché de que te cambia la vida es falso, no es que te cambie la vida. Pero sí es verdad que en tu vida aparece una persona totalmente desvalida que se muere si no te encargas de ella. Eso te hace madurar y comprender la vida desde una perspectiva completamente distinta basada en que ya no eres lo primero y que hay una persona que depende al 100% de ti.

Hay una explicación muy bonita para eso, ¿sabes? ¿Por qué somos la única especie cuyas crías nacen completamente desvalidas? Porque nuestro cerebro es tan grande que el tiempo de gestación es mucho mayor. Pero si la cabeza siguiese creciendo, la mujer no podría expulsar al bebé. Por eso la criatura se expulsa en un momento muy anterior al que debería con la confianza evolutiva de que los adultos la cuiden. Es algo muy bonito: la bondad, el cariño y la protección hacia tus hijos es un sentimiento puramente evolutivo.

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