El fin de la violencia por parte de ETA ha abierto un nuevo escenario en el País Vasco y ha dejado en el aire muchas dudas. Una de ellas es quién escribirá su historia. Con esta pregunta, formulada por la madre de un ertzaina asesinado por la banda terrorista, arranca 'Construyendo memorias' (Catarata), una obra colectiva de un grupo de trabajo vinculado a la Universidad del País Vasco y al Instituto de Historia Social 'Valentín de Soronda', coordinado por el profesor José María Ortiz de Orruño y el catedrático en Historia Contemporánea José Antonio Pérez.
El libro repasa diferentes conflictos a través de los cuales se pretende “estudiar la construcción de los relatos” y “observar la actuación de los agentes sociales y políticos que intervienen en esos conflictos” para utilizar esos ejemplos para sentar “las bases para construir la memoria en el País Vasco”, ha explicado Ortiz de Orruño.
Habida cuenta de que se trata de un trabajo historiográfico, los autores han apostado por un “objetivismo crítico”, ha matizado el coordinador, que ha reconocido que la Historia tiene una parte subjetiva.
Según uno de los autores, Juan Pablo Fusi, el análisis en el que se adentra 'Construyendo memorias' resulta “incómodo, pero es obligado para encauzar el estudio distanciado de estos temas”. Este historiador explica que ETA nace en un determinado momento en busca de “un nacionalismo democrático, laico y social”, que evoluciona hasta militarizarse y “hacer de la violencia la lucha por el nacionalismo fuera de las concepciones ideológicas que perseguía en un principio”.
En ese sentido, Fusi defiende que el grupo terrorista provocó “una crisis moral profunda en una sociedad que ha convivido en silencio”. “No ha habido reflexión y dudo que la vaya a haber. La derrota provoca una reflexión y, aunque ETA ha podido perder estratégicamente al abandonar las armas sin conseguir sus objetivos, su entrada en los ayuntamientos ha sido un triunfo político”, explica.
En 'Construyendo memorias' se describe también el uso de la memoria colectiva para legitimar el poder a partir del propio acto. Como ejemplifica el catedrático Santos Juliá, los instigadores del golpe de Estado del 36 instauraron en una parte importante de la población la creencias de que esa acción era necesaria y sus autores los auténticos “salvadores de la patria”.
José Antonio Pérez ha explicado que esta obra “se fue gestando a partir de nuestras experiencias académicas como historiadores y ciudadanos vascos y nos ha llevado a abrir una línea de trabajo sobre lo que ocurrió y los contextos sociales que favorecieron que hubiese víctimas y victimarios”.
En esta obra han participado también Eduardo González,Manuel Reyes Mate, Elizabeth Jelin, José María Faraldo, Carmen Magallón, Rogelio Alonso, Ander Gurrutxaga y Luis Castells.