“Un chico me escribió diciéndome que después de leer mi libro había dejado de provocarse el vómito”. Este es solo uno de los numerosos mensajes que Toni Mejías recibió tras publicar Hambre. Mi historia frente al espejo (Aguilar, 2021). El libro en el que el periodista y miembro de Los Chikos del Maíz trató de explicar la anorexia que sufrió durante años y su proceso de recuperación. También fue masiva la respuesta que recibió Javier Giner por relatar en Yo, adicto (Planeta, 2021) cómo superó, con ayuda, su adicción al alcohol y a la cocaína, para posteriormente recuperar su vida.
Un brote psicótico fue lo que llevó a Ángel Martín a ingresar en un psiquiátrico, hecho que detalla en Por si las voces vuelven (Planeta, 2021). En la misma línea autobiográfica, el actor Matthew Perry desgranó en Amigos, amantes y aquello tan terrible (Contraluz, 2022) cómo la adicción ha marcado su carrera. Estos cuatro hombres han utilizado la palabra escrita para compartir sus problemas de salud mental abriéndose en canal, escribiendo desde la vísceras y con una sinceridad imperante. En marzo se les sumará al guionista y humorista Pere Aznar con Beber (Aguilar, 2023), en el que hablará sobre su adicción al alcohol.
El músico decidió editar Hambre. Mi historia frente al espejo reuniendo y “dando sentido”, como así explica a este periódico, a los textos que había escrito en terapia. Consciente de lo que a él le costó en su momento reconocer que padecía anorexia, pensó que a través de su historia “alguien podría verse reflejado en ella”. “Antes de escribir canciones, la escritura siempre había sido un refugio, un bote salvavidas”, comparte. Previamente, eso sí, consultó la idea con su psicóloga, con la que reflexionó sobre si podría afectarle negativamente en su recuperación.
“En ningún momento hablo desde el pasado, sino desde la propia enfermedad. En una situación mejor, pero peleando todavía contra ella”, revela. Precisamente hablar con ella fue lo que le dio el “último empujón” para decidirse y apostó por seguir adelante.
Giner comenzó a trabajar en Yo adicto desde un lugar distinto, tras catorce años sobrio. La editorial le llamó para proponerle que escribiera un volumen de no ficción. “Llegué a la conclusión de que lo único sobre lo que tenía autoridad para hablar era sobre de mi mismo. Me planteé que igual había llegado el momento de escribir un libro a todas esas personas que están ahí fuera, que son miles, que o han tenido o están atravesando un problema de adicción. O tienen relación con todo ese universo”, explica a este medio.
Ese fue el germen y, a partir de ahí, trató de contar su historia “de la forma más honesta posible”. “En cualquier trastorno relacionado con la salud mental, la sensación que tenemos muchas veces las personas que estamos atravesando esos espacios más oscuros es de mucha soledad e incomprensión. Lo que intenté hacer fue lanzar un mensaje de esperanza, acompañarles diciéndoles que se puede salir de esto y que no están solos”, describe.
Martín empezó Por si las voces vuelven como una guía para sí mismo, por si en el futuro volvía a pasar por una situación parecida. Pero terminó transformándose en mucho más y lo publicó con la intención de mostrar la importancia de pedir ayuda. Al hablar de su experiencia, que incluyó catorce días ingresado en un psiquiátrico, ahondó en la errónea tendencia a pensar que cuando la gente sale de los hospitales significa que ya está totalmente recuperada; cuando en realidad es el punto en el que “empieza el desierto”.
Perry, intérprete del carismático Chandler en Friends, ha esperado a cumplir 54 años para narrar su vida porque necesitaba tomar distancia. “Quería compartirlo cuando estuviera a salvo de volver a entrar en el lado oscuro de todo”, expone en el libro, donde revela que ha gastado más de siete millones de dólares para intentar mantenerse sobrio, ha asistido a unas 6.000 reuniones de Alcohólicos Anónimos, ha estado en rehabilitación 15 veces, ha estado internado en un hospital psiquiátrico y ha ido a terapia dos veces por semana durante 30 años.
El volumen de Aznar, sin embargo, surgió tras conversar sobre su adicción al alcohol en Late Motiv con Andreu Buenafuente. “No necesitaba amigos ni ningún motivo para beber. Bebía por mi frustración laboral, por la inestabilidad en la pareja, porque no iba la página web de Renfe, o para celebrar que me había puesto los calcetines bien. Era mi forma de silenciar pensamientos”, avanza en su sinopsis.
Desestigmatizar y romper estereotipos
“Cada vez encontramos a más gente que habla libremente de sus problemas de salud mental”, celebra Montserrat Lacalle, profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya, que señala que el hecho de que lo hagan “personas que son conocidas tiene aspectos positivos porque permite que cuando otras les escuchen, puedan servirles de espejo. No todos los síntomas son fáciles de ver”. Además, son testimonios igualmente valiosos por cómo “ayudan a desestigmatizar los trastornos psicológicos. Si alguien es famoso, con una carrera brillante, y también ha tenido un problema de adicción, ansiedad o lo que sea; cambia la imagen y muestra que le puede pasar a cualquiera”.
Si alguien famoso, con una carrera brillante, también ha tenido un problema de adicción, ansiedad o lo que sea, cambia la imagen y muestra que le puede pasar a cualquiera
El hecho de que estas publicaciones hayan sido escritas por hombres añade otro relevante componente. “Rompe con el patrón, con los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), pero igualmente con la depresión o la ansiedad. Siempre hemos tenido una idea de que hay cosas que le afectan más a las mujeres, y esto ha perjudicado a muchos hombres porque parece que a ellos no les toca. Por ello, que sean hombres los que compartan sus historias es importante”, asegura.
“No tenía referencia de que la anorexia la pudieran sufrir los hombres, como si fuera una enfermedad que afectara únicamente a las mujeres. Si no has leído ningún antecedente te sientes un poco perdido”, indica Mejías, “hay una mentalidad de que los hombres pueden salir solos, no lloran y se acaban refugiando más en el alcohol o una conducta violenta que pidiendo ayuda. Parece que dé mucha más vergüenza”. Consciente de que “falta mucho trabajo”, agradece que esta coyuntura “se esté revirtiendo y empieza a ser un poco más común”.
“Recuerdo que cuando en el instituto a mi o a algún amigo nos pasaba algo, no decíamos nada, porque parecía que si lo hacías eras el débil. Confío en que ahora que se ha empezado a hablar de ello sirva para cambiar esa conducta y sepan que no pasa nada si contamos nuestros problemas. No somos peores hombres. Normalizarlo y contarlo es mucho mejor para todos”, asegura.
Giner es tajante al describir cómo “la adicción no va ni por clases ni por género, sino por seres humanos. He conocido a adictos y a adictas de clase altísima y gente que no tiene recursos”. “Me niego a vivir en un mundo en el que los hombres no podamos hablar de nuestra salud mental”, reivindica el director y guionista.
Me niego a vivir en un mundo en el que los hombres no podamos hablar de nuestra salud mental
El peligro de los 'finales felices'
“Hay muchas maneras de explicar los trastornos y hay que vigilar que la elegida sea real”, advierte Lacalle, “si todo el mundo que explica su caso acaba siendo un 'mira qué bien estoy ahora, se puede salir' y solo hay ese discurso positivo; puede que haya personas a las que no les valga. Si tengo un problema de adicción y veo que el mensaje recurrente es que con fuerza de voluntad y ganas todo se puede, y yo no puedo; el efecto puede ser negativo”. No obstante, sostiene que lo que está ocurriendo es “muy positivo”. “Para los que llevamos años ejerciendo es muy bonito porque estamos viendo el cambio. Pero los cambios hay que dirigirlos y cuestionarlos para saber dónde tenemos que poner el foco para que realmente sea algo que nos beneficie”, subraya.
Mejías declara que Hambre. Mi historia frente al espejo “no es un libro de autoayuda, ni un manual de instrucciones ni de superación personal como muchos que salen ahora que hablan de 'lo bueno que he sacado de esta enfermedad'”. “Para mí la mayoría es negativo. Un problema de salud mental es algo serio como para banalizar y decir que la enfermedad me ha hecho darme cuenta de otras cosas. Quizás sí, pero ojalá no hubiera tenido que estar sufriendo para ello”.
El músico se planteó el volumen desde otro punto de vista: “Tenía que aprovechar al altavoz de tener un grupo para poder ayudar a alguien a sentirse menos solo. No desde el punto de vista de 'vas a superarlo' porque es muy difícil dejar atrás la anorexia. Tiene su proceso. Todos y todas lo hacemos lo mejor que podemos. No son soluciones mágicas, pero en conjunto es mucho más fácil encontrar el camino hacia la salida”.
No son soluciones mágicas, pero en conjunto es mucho más fácil encontrar el camino hacia la salida
Giner se tomó su escritura igual que los grupos de terapia en los que participó. “Ahí no hay espacio para la intimidad. Muestras las heridas más profundas, tu dolor, lo que siempre escondes. Y es necesario que sea así para sanar”, afirma. “Lo escribí para personas que estuvieran tan perdidas como lo estuve yo. Y para que les llegara, tenía que mostrar que había estado igual de perdido”. A su vez, advierte que “todo lo que tiene que ver con las adicciones y los trastornos está mucho más cerca de ti de lo que piensas. Yo ni he sido ni soy un marciano. Ni tampoco la gente con la que compartía terapia. Hay gente que se sorprendería de lo cerca que están de esas personas si se sentasen a hablar con ellas y las escuchasen”.
La liberación de decir 'este soy yo'
Más allá de las consecuencias que sus testimonios están teniendo en sus lectores, escribirlo tuvo igualmente implicaciones positivas para ellos. “No tener miedo a decir qué nos ocurre es parte del aprendizaje. Que tengamos una dificultad en un momento dado no quiere decir que toda nuestra vida vaya a ser difícil o que no vayamos a resolverlo”, aprecia la profesora.
“Me ayudó a liberarme. Sabía que estaba enfermo pero no había sido capaz de contárselo a mucha gente”, señala al respecto Mejías, “me quité un peso al empezar a hablar de ello. En las primeras entrevistas que hice me di cuenta de nunca decía la palabra anorexia. Ahora soy capaz de decir cómo me encuentro realmente”. Entre medias, hubo un momento en el que detuvo la promoción. “Parecía que yo era simplemente la enfermedad durante todo el día. Me abracé mucho a ella porque sentía que tenía esa labor y no podía soltarla porque tenía ese papel que cumplir. Fue un poco retroceso”, recuerda sobre el episodio.
Giner valora igualmente de forma positiva la apuesta por haber compartido su historia en forma de libro: “Hay algo de liberador en decir 'este soy yo'. Con todos mis errores, lugares oscuros y problemáticas que he tenido a lo largo de mi vida”.
Ambos autores coinciden en reivindicar “la importancia de que se hable sobre salud mental”. “Veremos a dónde llega o si es una moda pasajera. Quiero pensar que ha llegado para quedarse y que poco a poco iremos avanzando en ello”, opina Mejías. “La sociedad se construye con miles de voces que explican su experiencia. Y hablar de la salud mental está muy bien, pero debe ir acompañado de acciones que la fomenten entre la ciudadanía”, concluye Giner.