Barcelona, 4 sep (EFE).- Nada más empezar la entrevista con Efe, el cantautor catalán Lluís Llach deja claro que escribir no era una de sus pretensiones, pero hace una década, mientras trabajaba en un guion para su amigo Lluís Danés, descubrió que crear historias le gustaba y ahora presenta su cuarta novela, “Escac al destí” (Univers).
La obra, que Catedral publicará en castellano el 5 de octubre, supone un cambio de registro con respecto a sus anteriores títulos, como la exitosa “Memòria d'uns ulls pintats”, porque lleva al lector hasta el ficticio reino de Magens, en un país indeterminado, en una época medieval que tampoco concreta, donde nada más arrancar hay un asesinato, conjuras políticas y eclesiásticas.
Con ganas siempre de salir de la “zona de confort” y de llegar “a lugares que comporten un aprendizaje”, dudó en situar la trama entre una época del futuro o en el pasado y “cuando fui hacia lo más antiguo, la época que más me fascinó, por lo caótica que era, fue la de la Edad Media”.
En “Escac al destí”, ya en el segundo capítulo narra la aparición del cadáver de la reina Bal de Guifort, segunda esposa del rey Ebrart d'Albir, y la tarea detectivesca que debe emprender el hijo bastardo del monarca, el joven preboste Orenç, canónigo de la Capilla Real.
“En la Edad Media -argumenta el escritor- hay dos referentes que dominan toda la situación: el poder de la espada y el poder de la cruz. Quiero que el lector se vea sorprendido por cosas que seguramente desconoce y que, de vez en cuando, diga, ¡ostras!, esto viene de muy lejos”.
Llach rememora que el poder político representado por los reyes y el de la Iglesia eran muy fuertes en aquel momento de “ignorancia e incertidumbres” y agrega que la Iglesia todavía fue más poderosa gracias al paso de la confesión pública a la privada, porque “a cambio de dar la salvación, todo el mundo le explicaba sus secretos”.
Ello provocó que en Roma “tuvieran la información más secreta de toda la humanidad, porque sabían lo que pensaban los reyes, con quién copulaban, con quién conjuraban o a quién mataban”.
“Los reyes sabían que la iglesia contaba con ese poder, que lo utilizaba siempre para que las cosas fueran a su favor. La colaboración entre el poder de la espada y el poder de la cruz es lo que llevaba al éxito”, ha apuntado.
El poder, por tanto, era “la información, la comunicación, y si esto lo cambias ahora por la economía y la tecnología, que es la vigilancia de todo lo que hacemos, lo que somos o lo que compramos, resulta que tienes una equivalencia bastante grande entre una época y otra”.
Para Llach, “el poder de la espada cada uno lo entiende a su manera, pero en el mundo actual, si lo miras bien, los más poderosos son los Putins, los Xi Jinpings o los Trumps”.
Respecto al proceso de escritura, Lluís Llach comenta que empezó a crear este artefacto literario, que también es un homenaje a Occitania, en otoño de hace tres años, y que en prácticamente un año tuvo la estructura conformada, pero “me gusta más corregir que escribir”, lo que comporta que no cierre la obra hasta tres años después.
“Creo que corregir es la parte más importante de mi escritura”, apostilla.
Respecto al hecho de que haya cambiado de grupo editorial y haya pasado de Empúries, del Grupo Planeta, a Univers, del Grupo Enciclopèdia, Llach asevera que toda la gente que trabajaba en su antigua editorial son “maravillosos”, pero “me condicionaba mucho el hecho de que una empresa tan parafascista, familiarmente hablando, como Planeta me diera cobijo”.
Tras publicar “El noi del Maravillas”, en 2017, se dijo que no podía continuar en Empúries “porque entraba en una contradicción personal, no por la gente de esa editorial, sino porque no quería estar bajo el paraguas del grupo. Hubo un momento en que se me hizo insoportable”, ha concluido el exdirigente independentista.
Irene Dalmases