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“Llamadme Alejandra”, la “obsesión” de Espido Freire por la última zarina
Espido Freire ha ganado el último Premio Azorín de novela con “Llamadme Alejandra”, un “acercamiento” a la verdadera naturaleza de la última zarina, una mujer “rica, noble y guapa”, “odiada por su pueblo”, que la consideraba “una extranjera”, la cual, “aunque lo tenía todo para ser feliz, nunca lo fue”.
La escritora (Bilbao, 1974) ha presentado hoy el relato basado en su “obsesión” por la vida de Alejandra Románova, junto al vicepresidente la Diputación de Alicante, Cesar Augusto, la editora de Planeta Belén López, el escritor y periodista Javier Sierra y la actriz Paula Iwasaki, que ha hecho una lectura dramatizada del libro.
Freire ha dicho a EFE que el libro llega después de una larga investigación linguística, porque quería escribir sobre los Romanov pero no sabía qué.
Comenzó con un ensayo y se dio cuenta de que Alejandra Romanova (1872-1918) le interesaba porque era una mujer “inquieta, nerviosa, apasionada, fiel y profundamente equivocada”.
En el momento en el que se centró en ella observó que había una contradicción entre “cómo ella se veía y sentía y cómo la veían las demás”, y eso, aclara Freire, se podía solventar “con una novela en primera persona”.
“El libro habla de una mujer que puede resultar antipática, a mucha gente le resultaba fría o distante. En las fotos casi siempre aparecía con gesto de desagrado y la consideraban demasiado arrogante; pero no era así, sino que padecía una timidez casi patológica”, ha explicado.
Lo que ha pretendido, dice, es ofrecer al lector la posibilidad de que juegue con una realidad de una época y de una familia sobre la que todo el mundo sabe “ya algo”.
Durante la presentación, Freire ha explicado que Románova, que nació en la localidad alemana de Darmstad, era “odiada por su pueblo”, porque “siempre la consideró extranjera”, y vivió “luchando constantemente contra la muerte y la enfermedad”.
Además, ha detallado, estuvo “atormentada por la melancolía y se empeñó en una lucha imposible, la de salvar a su hijo menor”, todo ello con el duro peso de ser la nieta de la mujer más poderosa del mundo en aquella época: la reina Victoria.
En definitiva, “intentaba aferrarse como podía al mundo, algo que, en cierta manera, es lo que hace ahora un escritor: se encierra en su mundo intentando sobrevivir”.
“He tenido momentos duros, he pasado por una depresión, y la labor literaria no ha sido ajena a lo que me ha ocurrido y lo doy por buen empleado. Soy una persona muy dispersa, y unir esa tensión en una novela viene bien”, ha confesado Freire.
Ha explicado que el proceso de escritura de la novela se inició hace 15 años, pero que su lazo con este personaje se remonta a cuando tenía ocho años y vio en una enciclopedia una fotografía donde Alejandra “salía muy triste”.
Le llamó la atención la palabra “fusilamiento”, cuyo significado aprendió entonces, y otra que el día de su muerte -17 de julio- era la fecha de su cumpleaños.
Freire, la ganadora más joven del Premio Planeta con su obra “Melocotones helados”, en 1999, escritora de ensayos, cuentos, novelas juveniles y un libro de poemas, había presentado su obra bajo el seudónimo de Dolores Fernández de Seoane y el título “Mi nombre era Alix-La última zarina”.
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