Todo comenzó con una copa de fino durante la lectura de un ensayo, en la universidad. Ahí fue cuando Sarah Jane Evans comenzó a acostumbrar su paladar a los vinos de Jerez, gracias a uno de sus profesores. La ahora experta mundial, procedente de una familia que no bebía demasiado vino (“mi padre bebía bitter, que es una cerveza amarga”, recuerda), había visitado varias veces España y ya identificaba entonces Jerez como una zona vinícola especial. “Siempre tuve interés en la gastronomía y en los 12 años que trabajé en la revista gastronómica de la BBC pensé que quería estudiar un poco más sobre vinos. Es geografía, es cata, un poco de ciencia también, el clima, el terruño... hay muchas cosas interesantes”, enumera con entusiasmo.
Cuando comenzó a adentrarse en el mundo del vino, las 'cabezas visibles' del sector eran hombres. Pero la presencia de mujeres “va creciendo rápidamente y la puerta se ha abierto para muchas más”, asegura. Evans es una de las 130 mujeres de todo el mundo que pueden poner tras su nombre y apellido las iniciales MW, que las acredita como poseedoras de una de las titulaciones más prestigiosas de este ámbito. La primera mujer Master of Wine, Sarah Stephen, la obtuvo en 1970, 17 años después de que el Institute of Masters of Wine comenzara a realizar exámenes. Entre los actuales 419 Master of Wine de 30 países hay periodistas como Evans, y también profesores, compradores, vendedores, importadores o enólogos como Almudena Alberca, que en 2018 se convirtió en la primera mujer española en conseguir el título.
Alberca, enóloga y directora técnica en el Grupo Entrecanales Domecq e Hijos, decidió que el vino era lo suyo de forma “intuitiva”, sin antecedentes familiares y sin referentes en el sector. Se licenció en Enología, hizo un máster en Viticultura y continuó su formación hasta llegar a Master of Wine. “Pensé que había mucho más que saber, siempre he trabajado en zonas pequeñitas de Castilla y León y no tenía compañeros con quien compartir catas”, explica. “En aquel entonces la gente ni sabía qué era eso de Master of Wine, ahora es más popular, pero estuve dos o tres años que no había más estudiantes en España”.
La periodista y escritora británica, codirectora de los Decanter World Wine Awards y exdirectora del Institute Masters of Wine, reconoce el mérito de la enóloga española porque, según explica, para prepararse este título “hay que estudiar con otros” y en España no hay tantos alumnos que estén capacitándose para conseguirlo. Entre el público de la Bienal Enológica de Burgos, donde ofrecieron juntas una cata, reconoce a uno de esos estudiantes, el enólogo Tao Platón, y también a otros tres MW españoles o residentes en España: Pedro Ballesteros, Andreas Kubach y Fernando Mora. Según explica la periodista y escritora británica, llegar a esta titulación requiere “mucho trabajo y estudio” y a pesar de coincidir con gente muy diferente “se sale del programa con amistades muy fuertes”.
Cuestión de representación
A Evans le llamó la atención la cantidad de público femenino en este evento del sector y cree que es una de las cosas que demuestra que ha habido un cambio. “Hemos comenzado la batalla, hemos ayudado a las mujeres a entrar en este mundo que fue de hombres y ahora toca otra batalla, que es la entrada de personas de grupos minoritarios o de distintos grupos étnicos”, afirma. Aún así, reconoce que la presencia de mujeres en las profesiones relacionadas con el vino no se suele corresponder con su representación en foros públicos y encuentros sobre vino.
“Ha pasado con las mujeres durante décadas, que parece que el mundo trabaja a ciegas, que no ve que existen las mujeres. Esto va cambiando, y mi interés es ayudar a las mujeres a que aprendan a que sí pueden entrar en el mundo del vino. Y que nuestras hijas aprendan que pueden hacer lo que quieran”, añade. Almudena Alberca es optimista, “cada vez tenemos más presencia, paulatinamente las mujeres irán alcanzando más puestos de más responsabilidad, donde puedan crear e impactar con su filosofía. No tardaremos mucho en ver más compañeras en puestos de más responsabilidad”, vaticina.
Un momento de cambio
Sarah Jane Evans, divulgadora y una gran experta en vinos españoles, reconoce que la comunicación sobre el vino ha cambiado “desde que, en los periódicos de los domingos, los señores comentaban su selección de vinos”. Y uno de los retos a los que se enfrenta es fomentar el consumo de vinos de mayor calidad, más allá de los que se pueden encontrar en los lineales de las grandes superficies de su país por cinco o seis libras. “Los comunicadores como yo tenemos que explicar el coste del vino. Si la gente se acostumbra a beber un vino que cuesta 50 céntimos no va a aprender nada y mi trabajo es explicar a los consumidores que merece la pena que sean flexibles y prueben otras cosas. Pero es difícil cuando se busca el precio más bajo, como creo que ocurre en mi país”. En un momento en que gran parte de la comunicación se desarrolla en imágenes en redes sociales, cree que toca “aprender y descubrir para seguir disfrutando del vino”.
Del mismo modo que Evans piensa en el consumidor británico, Almudena Alberca apunta una idea sobre la cultura del vino en España. “A pesar de ser el país con mayor superficie de viñedo dedicado a vinificación y el tercero en producción, no tiene una parte cultural dedicada al vino”. Para la MW española, en el país hay escaso conocimiento de los vinos que se producen. En algo coinciden las dos y es en la necesidad de seguir trabajando y aprendiendo. Alberca reconoce que la mayor parte de su tiempo libre la dedica a visitar zonas vinícolas, catar vinos y conocer bodegas. “Siempre digo un poco como de broma que somos todos unos hiperactivos y por eso nos gusta tanto este mundo. Afortunadamente, es un mundo tan dinámico que nos tiene súper entretenidos. Es un hobby infinito”.