La rapera a la que no podrán encarcelar aunque consideren sus versos delito
“Llaman delito de odio a no amar su dictadura y encima luego condenan a quienes entregan su vida a la lucha” podría ser una de las letras por las que el Supremo condenó al rapero Valtònyc a tres años y medio de cárcel. “¿Democracia? Me hace gracia. No cedas, no caigas en su trampa” también encaja con lo que publicaría César Strawberry en alguno de sus tuits. Sin embargo, incluso si un juez considera que existe enaltecimiento del terrorismo, calumnias e injurias graves a la Corona, la responsable de este contenido difícilmente puede acabar entre barrotes. De hecho, ni siquiera es de carne y hueso.
La autora es IRIS, una nueva artista creada a través de inteligencia artificial que pone voz a los versos que acabaron llevando a los tribunales a diferentes artistas. “Que tengan miedo, joder. Que tengan miedo” forma parte de un tema del cantante mallorquín imputado, pero también de la letra de The Voice Of Freedom, que se puede escuchar en plataformas como YouTube o Spotify.
Tras la iniciativa se encuentra No Somos Delito, un colectivo nacido para denunciar las que denominan como leyes mordaza. En plural, ya que el objetivo no es solo poner el foco en la Ley Orgánica de protección de la seguridad ciudadana, sino en todas las que atentan contra la libertad de expresión.
“La iniciativa comenzó a raíz de todos estos casos de detenciones y juicios a cantantes por sus letras”, explica a eldiario.es Mónica Hidalgo, portavoz de No somos delito. Por ello, quisieron “evidenciar el ridículo que estaban haciendo con las leyes mordazas haciendo que las canciones de estos raperos fueran cantadas por una inteligencia artificial, ya que era la única forma de no ir a prisión”. La voz disidente, esta vez, ha sido codificada con códigos binarios.
Los artistas elegidos son cuatro: Valtònyc, Pablo Hasel, César Strawberry y Alex Elgio, aunque, como recalca Hidalgo, “somos conscientes de que hay muchísimos más”. Es imposible incluir a todos, sobre todo teniendo en cuenta la intención del proyecto: crear una pieza que pueda ser escuchada con naturalidad.
“Cogimos párrafos de las letras y los tuits de estos cantantes intentando que quedaran con ritmo”, detalla. Tras esto, solo quedaba encontrar una base adecuada, llevarlo a IRIS y pasarlo por un programa de edición para que todo encajara. ¿El resultado? Más que una canción, una reivindicación. “Cada vez que compartas la canción, estarás ayudando a que la libertad de expresión sea una realidad en España”, indican en la página del proyecto.
“Ya casi es el cumpleaños del rey, ¡qué emoción! Este es de los países con menos libertad de expresión”, se escucha en una parte de The Voice Of Freedom. La intención, como recalca Hidalgo, es “que no nos olvidemos de que hay un cantante prófugo en Bélgica mientras otros raperos esperan sus sentencias y siguen entrando a juicios”.
La crítica convertida en delito
“Queremos poner de manifiesto que hay personas que se enfrentan o se han enfrentado a penas de cárcel por criticar o denunciar los abusos de poder, o simplemente ejercer su derecho a la crítica y la parodia”, critica No Somos Delito con este movimiento. Hacen, acto seguido, un listado de reivindicaciones que han terminado pasando por el filtro de la ley: el cambio de la forma de jefatura de Estado, los apoyos a la autodeterminación de Catalunya o los privilegios de la Casa Real.
“Los delitos de odio, concebidos para proteger a sectores sociales que tradicionalmente han sido objeto de discriminación u hostilidad se han convertido en una forma de represión de las críticas a la actuación policial, ignorando reiteradamente que las instituciones y los funcionarios del Estado no pueden ser jurisprudencialmente considerados ‘sectores vulnerables’ ni ‘desprotegidos’”, apuntan en el manifiesto.
Pero no es la primera vez que No Somos Delito protestan contra las mordazas. En 2015, pusieron en marcha la primera manifestación de hologramas frente al Congreso de los Diputados. Durante una hora imágenes tridimensionales de miles de personas fueron proyectadas sobre el emblemático edificio con gritos de “pienso, luego soy delito” o “les da igual que vivas en la calle, pero no quieren que te expreses en la calle”.
La ley Mordaza fue aprobada por el PP en solitario en 2015 y, aunque quitarla fue una de las medidas estrellas del último programa electoral de los socialistas, esta finalmente solo ha podido ser modificada bajo la proposición de ley del PNV. ¿La razón? Que, al tener tan solo 84 diputados, el PSOE necesitaba el apoyo de grupos políticos tan dispares como los que apoyaron la moción de censura que les llevó al nuevo Gobierno. Conseguir el consenso es complicado, aunque se han dado algunos pasos. Una de las últimas reformas, aprobada el pasado mes de febrero, consistió en eliminar las sanciones por imágenes de policías siempre y cuando no supongan un riesgo real para la seguridad del agente.
Es un avance, pero desde No somos delito piden más. Solicitan que “las leyes amparen de forma efectiva la libertad de expresión” y la “absolución de las personas imputadas o condenadas en proceso de recurso”. “Las estrategias actuales de muchos encauzados es elevar el caso a nivel europeo, porque aquí los niveles judiciales no son tan independientes y la única manera de hacer un poco de ruido es provocando que Europa sea consciente de esta vulneración de los derechos fundamentales”, recrimina Hidalgo.
Es justo lo que va a ocurrir con Valtònyc, cuya demanda contra España, como anunciaron el pasado martes sus abogados, será revisada por Tribunal Europeo de Derechos. La resolución, no obstante, podría prologarse durante años. “Estos procesos al final se alargan muchísimo en el tiempo y al final nos alertamos cuando salta la noticia, pero luego nos acabamos olvidando del tema”, considera la portavoz de No Somos Delito, plataforma que se encargará de recordar por qué las letras no pueden quedar sin voz. Ni siquiera las cantadas por una inteligencia artificial.