“Tengo una tendencia a la melancolía. Puedo pasar meses sin ver a nadie. Y me tomo en serio el proverbio chino que recomienda no contarle los males a los amigos, que les divierta su puta madre”. Eso decía Joaquín Sabina, que también admitía que en esos momentos de retiro surgía la verdadera inspiración. Los 19 días y 500 noches evocadores del de Úbeda podrían ser una constante en carreras artísticas de todos los rincones del globo y de cualquier época histórica. A menudo la mejor técnica de rehabilitación consiste en sublimar la pena y convertirla en un álbum de éxito. Así han visto la luz algunos de los hitos musicales de nuestro tiempo.
Donde ayer hablamos de los idilios con las musas ajenas, hoy lo haremos del desamor que solo se puede tener una vez en la vida con la musa negra. Ese momento traumático que deriva en una compilación de enormes y tristísimos temas de los que emanan muerte, enfermedad, soledad y odio.
El último en sumarse a esta terapia sonora ha sido Jeff Tweedy, mítico líder de Wilco, en el primer disco en solitario de su carrera, Sukierae. Con su vástago a la batería, la familia Tweedy dedica 20 nuevos temas a la batalla contra el linfoma que libra su esposa y madre, Susan. Es un disco valiente y, en contraposición a sus compañeros de lista, cargado de optimismo.
“Creo que el arte es un consuelo, independientemente de su contenido. Tiene el poder de remover y hacerte sentir como en realidad no lo haces”. Wilco no esconde las dificultades que vive su familia bajo unas melodías impostadas; ya el primer single I'll sing it es una pequeña muestra del estallido sombrío que caracteriza el álbum. Sus versos están plagados de códigos inescrutables y referencias a la enfermedad entre sonidos de garage de Chicago. Así nace el imponente tema de Boyhood, Summer Noon, y la melodiosa Wait for love.
El artista ha firmado astutamente una emancipación doble de la banda y del folk más endémico sin que hordas de detractores se atrevan a vender su cabeza al mejor postor. El homenaje conmueve y vende, pero sobre todo se traduce en un grito de esperanza para el verdadero remitente de este disco: su querida Sukierae. “No quería que el disco sonara como un panegírico prematuro”.
Pero hay otros que enarbolan su tristeza como un momento de lícita inspiración y condicionante de discos realmente excepcionales. Aquí recopilamos algunos infiernos que se bifurcaron en la pena de artistas como Freddie Mercury, Nick Cave o Billie Holiday y en la producción de algunos de los mejores álbumes de sus carreras.
808s & Heartbreak. Kanye West
808s & HeartbreakEn 2008, el rapero de las vanidades se vio sacudido por una broma macabra del destino cuando su madre, su apoyo desde los tres años, falleció a causa de unas complicaciones en una cirugía estética. Si todos los discos de Kanye West son sobre la experiencia de ser Kanye West, 808s & Heartbreak nació en un contexto de pérdida y reinvención. Estábamos acostumbrados a un hip-hop de excesos y en su lugar tuvimos pop de dormitorio, reflexiones tranquilas de madrugada y un giro vocal débil sin rimas consonantes.
En la bella Say you Will, los sonidos eléctricos se entremezclan con una sola voz tuneada que alarga su agonía hasta el infinito, un truco que se repite en Bad News. Casi todos los temas son cavernosos y se caracterizan por un elemento que monopoliza el sonido: las cuerdas de RoboCop, los sonidos chirriantes de la metrópoli en Streets Lights, las palmas en Love Lockdown o el sintetizador en Coldest Winter. Es cierto que, pese a no ser uno de los más elocuentes ni poéticos, algunos temas extrapolan de buena forma el dolor dejando de lado la expresividad sonora, como Pinocchio Story y Welcome to Heartbreak. Fue uno de los discos más aplaudidos de su carrera y todo un éxito de ventas, un lapsus en el camino mientras cocinaba otro de sus grandes hits de verano.
Innuendo. Queen
Innuendo“Como consecuencia de las grandes conjeturas aparecidas en la prensa en las dos últimas semanas, es mi deseo confirmar que me he hecho las pruebas de VIH y tengo sida”. Freedy Mercury reconoció en un comunicado que había contraído la enfermedad que pocos años después acabaría con su vida. Meses antes levantó su pierna en la mesa de un bar donde conversaba con el resto de los miembros de Queen. Lo que sus colegas de tantos años vieron les dejó helados: una pierna con una herida supurando, incapaz de cerrarse. Los cuatro asumieron en silencio lo que venía y ese mutismo común sobre el tema quedó reflejado en Innuendo.
Las composiciones de Mercury eran el grito que el cantante llevaba por dentro. Su vida de excesos llegaba a su fin y con esa sombra detrás de su espalda le pedía incandescente a Brian May que siguiera componiendo canciones para él, no podía dejar de cantar.
Innuendo es, con diferencia, el disco más oscuro de Queen. La muerte rodea el álbum en cada canción y en cada melodía. Headlong, pese a los martillazos de la batería y a una melodía que quiere ser divertida, no puede desprenderse de ciertos giros de tristeza en los puentes. Don’t try so hard es, quizá, una rendición. Las cuestiones que aborda se deslizan entre la voz de Mercury durante las estrofas para acabar pidiendo en el estribillo y en caída libre: “Don’t try so hard/no lo intentes demasiado”.
Ride The Wild Wind, con una cadencia muy diferente, evoca una persecución que bien pudiera estar protagonizada por Mercury, huyendo de las pesadas zancadas de la dama negra. Los ritmos son angustiosos y los efectos sonoros llegan a tener un punto tétrico, los vientos salvajes erizan la piel. Finalmente, These are the days of our lives simboliza una conclusión, una despedida. “Aquellos días se fueron/pero lo que vivimos fue de verdad”.
For Emma, Forever Ago. Bon Iver
For Emma, Forever AgoTodos los trabajos en solitario de Justin Vernon tienen ese olor a melancolía y tranquilidad que parecen cocinados en una cabaña perdida en los bosques de Wisconsin. Pero el único álbum que compuso por completo en un retiro eremita fue For Emma, Forever Ago en 2007. Después de alcanzar la fama con su grupo DeYarmond Edison, los miembros de la banda descubrieron intereses musicales divergentes que culminaron con su disolución y con un Vernon abandonado en la cuneta de Carolina del Norte. Aquejado por la mononucleosis y olvidado por su novia y por sus camaradas, Justin se recluyó en medio de la tundra nevada y salió cuatro meses después como Bon Iver, con uno de los mejores discos debut que ha alumbrado el folk yanki.
En medio de la vida ascética, Bon Iver intentó encontrar el punto medio entre el rumio interno, los conceptos farragosos y la expresión melódica y clara. Sin embargo, como veterano de la industria discográfica, nuestro ermitaño circunstancial fue consciente de que no sólo de sonidos naturalistas vive un cantante. Su instinto le llevo a aderezar temas como Flume con flautas y tambores, For Emma con la intensidad del cuerno y Los lobos con el falsete más exagerado del álbum y una estrepitosa percusión para evocar la catarsis final.
Pero también hay baladas que parecen recién salidas de la estufa de su refugio como Creature Fear, que se ve sometida a una única sílaba que se repite sin parar, o Lump Sum, que se apoya en la guitarra de Vernon y en una voz que parece interpretada en el fondo de una gruta. Con o sin añadidos, la capacidad evocadora y la atmósfera melancólica del disco fueron rápidamente descritas como “irresistibles”.
Funeral. Arcade Fire
Funeral
El título del álbum debut de Arcade Fire está justificado. Se lanzó en 2004 pero la grabación estuvo salpicada de panegíricos y visitas al cementerio. Primero fue la abuela del frontman Win Butler en junio de 2003, un año más tarde falleció su abuelo y escasos meses después la tía de otro de los miembros de la banda, Richard Parry.
Funeral es un réquiem de diez canciones, un lienzo en blanco pensado en su inicio para ser una obra alegre y optimista sobre el paso de los años. No obstante, las sucesivas desapariciones de seres queridos de los canadienses impusieron el brochazo negro.
El resultado es un disco de claroscuros, con cuatro odas a un barrio indefinido (Neighborhood), donde Arcade Fire recorre la importancia de los vínculos y los lazos familiares en tiempos oscuros. Los ritmos urbanos acaban en cuatro canciones para diluirse en The crown of love que mezcla los delirios y la nostalgia del amor adolescente. Los momentos de luz los arroja Rebellion (Lies). Tanto en la letra como en la música se posiciona como una power ballad enérgica sobre la superación de la muerte.
Lady sings the blues. Billie Holiday
Lady sings the blues“Yo he vivido historias como la que os voy a cantar”, decía Lady Day, y el público se estremecía porque conocían el pasado oscuro de la dama del jazz. Una historia que se resumía, sólo en parte, en el poema de Lewis Allen Strange Fruit. Prostitución, drogas, abusos machistas, racismo blanco y racismo negro por tener la piel del color del café con leche, cárcel y corruptelas discográficas tiñen Lady sings the blues: disco, libro y película. Sin duda una vida digna de todo soporte hasta sus últimos días, cuando murió bajo arresto policial, con 0,75 dólares en el banco, habiéndoselo bebido, fumado e inyectado todo, amando hasta el desgarro pero cantando a la dulzura y a la sofisticación.
El disco surgió en un par de sesiones grabadas en los cincuenta, respaldadas por el saxofonista Paul Quinichette, los trompetistas Charlie Shavers y Harry Edison, el pianista Wynton Kelly, y los guitarristas Kenny Burrell y Barney Kessel. En este álbum se produjeron versiones de temas antiguos como No Good Man, Some Other Spring y Lady sings the blues, pero interpretados por una Holiday mucho más oscura e intensa que la infantil y vital voz de los años 30, cuando fue descubierta en un garito de los fondos de Nueva York.
From her to eternity. Nick Cave and The Bad Seeds
From her to eternityLas drogas han corrido siempre por las venas de la industria musical. Desde que Nueva Orleans se llenara de jazz y destruyera la vida de Chet Baker, entre otros, son incontables las historias de cantantes que han sucumbido ante la tentación de los excesos. JJ Cale escribió Cocaine para Clapton en un intento de liberarle de aquel fantasma de polvo blanco que acechaba su nariz, Lou Reed compuso Heroine y Nick Cave llevó la droga de los 80 por excelencia hasta la eternidad.
En el tema homónimo, From her to eternity, es difícil distinguir si el encuentro con una chica en la habitación 29 de un hotel habla en realidad de una mujer o de la aguja ardiente que penetra su brazo. La escena se desarrolla entre ritmos punzantes y pianos estridentes, mientras la voz de Cave llena los posos de oscuridad que dejan los acordes disonantes. El álbum tiene siete canciones, la mayoría demasiado largas como Wings of flies y Avalanche, que se sumergen en la adicción a la heroína que atravesaron él y sus malas semillas en sus inicios (y en el resto de carrera su musical).
A Rush of Blood to the Head. Coldplay
A Rush of Blood to the HeadCuando Coldplay estaba a punto de meterse en el estudio para grabar su segundo álbum, el que iba a confirmarles como una de las bandas del nuevo siglo, dos aviones cruzaron el cielo y se estrellaron en las torres más emblemáticas de Wall Street. Las cenizas llegaron hasta los micrófonos de aquel estudio de grabación y el disco cambió de rumbo. Sólo ha habido una canción de corte político en toda la discografía de los británicos, homónima de su segundo disco –no, no es Politik-, y sin duda vino motivada por el efecto emocional que tuvo en los de Chris Martin aquel atentado.
A Rush of blood to the head está impregnado en casi todos sus temas de la tragedia que conmocionó el mundo el 11 de septiembre de 2001. Salió publicado al año siguiente y muchos críticos lo han calificado como un disco redondo, un paso más allá en la consolidación como grupo que habían iniciado con Parachutes. A partir de Yellow, los incursores de la reconversión del brit-pop enlazaron una suerte de secuela llamada The Scientist que no en vano termina con un volvamos a las estrellas. Esas mismas estrellas amarillas de las que habla la balada eléctrica de su primer disco.
A Coldplay siempre le ha gustado jugar con los círculos, en lo visual y en lo metafísico. El propio videoclip de The Scientist es una historia que comienza en su final, al título del disco Viva la vida le sigue el apéndice And death and all his friends y, en general, A Rush of Blood to the Head es un trabajo circular. Politik, su primera canción habla de amor, el homónimo del disco del que ya hemos hablado tiene la guerra como escenario -es la referencia más clara hacia el 11-S- y Amsterdam cierra el álbum con una reflexión sobre la muerte, cruda pero cálida a la vez.