Hace 15 años, una banda de nueve músicos, entre los que se encontraba el reconocido compositor Steve Sedergreen, actuaron en el Manly Jazz Festival de Sidney bajo el nombre de los Jazz Cat. El debut fue una revelación para muchos, que habían escuchado pocas veces una fusión tan moderna de jazz y ritmos bailables en una cita musical de aquel tipo.
El festival empezaría entonces a convertirse en el escaparate esencial de las nuevas bandas de jazz del país oceánico. Pero Jazz Cat desaparecería al poco de nacer, aunque de las cenizas de la agrupación nacería otra, hoy mundialmente famosa. Ollie McGill, teclista, Felix Riebl, cantante y percusionista y Ryan Monro, contrabajo, se habían conocido tocando en el grupo de Sedergreen y se quedaron con ganas de más. Había nacido The Cat Empire.
El año pasado, ese grupo agotaba las entradas de su concierto en la Sala Riviera en cuestión de horas y hacía lo propio en la Razzmatazz de Barcelona. La semana pasada volvían a colgar el cartel de 'sin entradas' en la capital catalana y van camino de repetir la jugada en Madrid. ¿Quiénes son The Cat Empire y qué hace que triunfen?
El gato que se convirtió en símbolo
Nacieron de una banda de jazz, pero no se quedaron ahí: ska, rock, pop y funk se dan la mano en cada uno de sus discos. De aquel Hello que se convirtió en el single de su debut hasta el reciente éxito Wolves ha llovido mucho. Su música ha ido evolucionando y mutando de forma natural a base de carretera y manta. The Cat Empire es algo inesperado pero probable: hoy lo que más les define son unos directos que mezclan sonidos tradicionales australianos con metales bailables y ecos latinos. Un remix de estilo indefinible pero que los define como lo que son: una fiesta sonora.
A ellos les gusta esa palabra y prefieren ver su formación como eso, una fiesta que dura ya quince años.“Parece que ha pasado muchísimo tiempo”, nos cuenta Felix Riebl, líder de la banda y vocalista principal. “Comenzamos siendo niños y ahora puedes ver a niños corriendo por el backstage de los conciertos”, reflexiona. “Nuestras vidas han cambiado mucho. Fuera del escenario no interactuamos igual que hace quince años, pero la pasión que sentimos por la música se ha mantenido inmutable. Eso nos une y nos fortalece, es un vínculo especial”, explica Reibl.
Dicen que el nombre de la banda se lo dio su hermano pequeño, un niño llamado Max que soñaba con un mundo dominado por gatos. De ahí salió el símbolo del grupo, destinado a ser mucho más que un grupo de jazz australiano. Siete álbumes de estudio, amén de varias maquetas, cuyo mayor éxito sigue siendo su anterior disco, Steal the Light.
En marzo sacaron Rising with the Sun, un nuevo álbum cuyos temas llevan defendiendo sobre los escenarios desde la gira anterior y que mantiene un profundo diálogo con Steal the Light, por su temática y su estilo. Ambos crean una obra bicéfala que se entiende mejor en conjunto.
“Rising With The Sun ha sido como una explosión de energía que ha surgido entre los integrantes de la banda durante estos últimos años y que comenzó con Steal The Light”, explica Reibl. “En muchos sentidos son como álbumes hermanos para mí, ambos están grabados en un pequeño estudio de Melbourne, pero son exóticos en su enfoque”, nos dice.
A pesar de todo, de los ritmos con toques disco y bases pegadizas de su anterior trabajo, han evolucionado por lo general hacia un un poso más maduro ahora. “Siento como si los dos álbumes que nos propusimos crear se hubieran convertido en viajes”, afirma el vocalista. “Ambos se compenetran y puedes jugar muy bien con ellos sobre el escenario. Pero podríamos decir que si Steal The Light era la sensación de no saber dónde te va a llevar la noche, Rising With The Sun sería descubrir donde estás al amanecer”, añade.
El exotismo de ambos discos se afianza en el carácter simbólico de temas como Wolves, Bulls o Eagle. Una presencia animal, casi ancestral, que recuerda al simbolismo totémico indio. Pero que escuchado en conjunto parece más una divertida ruta por un zoo musical variado y enigmático: “No decidimos deliberadamente escribir canciones con nombres de animales, simplemente sucedió. Digamos que el título sale de repente y cuando vimos que había varios animales en el disco, los primeros sorprendidos fuimos nosotros”, confiesa. “No obstante me gusta imaginar un zoo abierto y animales escapando en tropel e inundando las ciudades, provocando el caos. ¡Me gusta!”.
Aunque los temas de Rising with the Sun transmitan esperanza, también hay algunos que duele escuchar. Es el caso de la canción Bataclán, dedicada a las víctimas del atentado en la sala parisina. “Cuando escuché la noticia estaba devastado. Habíamos tocado en ese lugar muchas veces e imaginar aquello me dejo destrozado”, cuenta Seibl, que compuso la canción. “La escribí empujado por un sentimiento de pura tristeza porque sucedió en un lugar muy familiar para nosotros, pero también la escribí para decir que la música en directo es algo que nos une y que nos hace sentir libres y vivos. Deberíamos celebrar eso”.
Junto este canto de dolor, en el álbum se suceden canciones de tonos más esperanzadores aunque tristes como Rising with the sun, de esencia melancólica propia de Manu Chao. Pero cuando se les pregunta por sus referentes les es difícil decir solo unos cuantos nombres. “En una banda como la nuestra, nombrar solo algunos artistas sería cometer una injusticia”, defiende Reibl. “He escuchado un montón de música disco tropical, de cumbia y música tradicional de Mali, pero también he estudiado a compositores como Roy Orbison, del que me fascina esa capacidad para escribir melodías fuertes, claras y verdaderas pero con formas musicales simples”.
El cóctel de referencias queda muy patente en sus últimos trabajos, pero también se puede apreciar en su evolución. Si en álbumes como Two Shoes o Cities prevalecía el jazz con toques de ska y reggae, era porque aún quedaba algo de Jazz Cat en la formación.
Hoy la cosa es distinta: “No creo que quede mucho de lo que éramos”, asegura Reibl, “siento que nuestro sonido ha crecido de ese tipo de definiciones prematuras hasta convertirse en algo un poco más misterioso y exótico. Somos una banda definida mucho más por la atmósfera de nuestra música, que por una lista de géneros con los que etiquetar”, defiende.
Quedarse sin entradas para verlos, es habitual cuando la banda viene por nuestro país. Se ve que la gente de aquí les ha marcado. Versos de Lorca se escuchan en Bulls e imágenes de Buñuel y Dalí aparecen en Wolves. Los australianos estarán el 15 noviembre en el Barclaycard Center de Madrid, el 16 en la Sala Repvblica de Valencia. Un día después repiten el “sin entradas” en la Razzmatazz de Barcelona. Y después pasarán por Zaragoza hasta despedirse en Santander. Cuando vuelvan, tal vez haya salido el sol en España.