U2
U2
Songs of Experience
Island / Universal
POP
4/10
Un amigo que vivió una larga temporada en Dublín me explicaba hace tiempo que todo el mundo en la capital irlandesa conoce el lugar exacto en el que se encuentra el local de ensayo de U2, porque Bono y compañía conectan los amplificadores a todo volumen y sus canciones retumban en las calles aledañas. De alguna forma, el volumen siempre se ha vinculado en el mundo del rock con la “autenticidad”. En ese sentido U2 serían, casi cuarenta años después de su nacimiento como grupo, todo un ejemplo de banda “real”.
Más allá de que el sonido al que se escucha un disco sea una decisión puramente discrecional, hay que decir que no encontrarás demasiado “ruido” en Songs of Experience. El decimocuarto álbum de U2 es una papilla bien ligerita, cocinada con el apoyo de todo un pelotón de productores curtidos en el territorio de pop superventas: Jacknife Lee, Ryan Tedder, Steve Lillywhite, Andy Barlow y Jolyon Thomas. Un equipo de primera línea cuyo principal reto ha sido maquillar el sonido de la banda, demasiado fatigada ya para entregarse al sonido guitarrero de la etapa pre Achtung Baby y totalmente ajena a las vanguardias pop de nuestro tiempo. Una reinvención de su propio sonido como la que en su día propició Brian Eno resulta ahora poco menos que misión imposible.
Con todo y con ello, la cuestión no sería tan grave si Songs of Experience -que se presenta como una suerte de continuación de Songs of Innocence (2014)- contara con unos cuantos temas merecedores de figurar entre lo mejor de su cancionero. Desgraciadamente no es así. Musicalmente U2 se han convertido en una suerte de autoparodia que trae a la cabeza aquellas palabras de Edi Clavo (Gabinete Caligari): “Cuando vimos la imitación que hicieron de nosotros Martes Y Trece supimos que habíamos muerto como grupo”.
Pues U2 (y por encima de todo su mesiánico líder) llevan sufriendo con razón ese tipo de parodias desde hace muchísimo tiempo. Y aunque es cierto que apalearles con cada nuevo disco se ha convertido en un ejercicio demasiado fácil por parte de la crítica, también lo es que una vez escuchada esta nueva colección de canciones resulte imposible evitarlo.
Ellos, que una vez fueron un referente para muchos grupos de su generación, hoy corren al rebufo de Coldplay, The Killers y demás representantes del pop de centro comercial. Incluso cuando echan mano de un recurso tan a priori atractivo, como contar con el indiscutible número uno del rap ahora mismo, el talentoso Kendrick Lamar, el tiro les sale por la culata: ¿De verdad que la cosa no daba más de sí que ese rock mastodóntico y vulgar que es American Soul?
Poco nos importa el argumentario con el que se presenta este disco, esa cercanía de la muerte y exaltación del amor que, como consecuencia de un accidente y varios fallecimientos cercanos, ha inspirado a Bono a la hora de plantear las letras. A U2 debería preocuparles bastante más el estado comatoso que transmite su proyecto.
Apichatpong Weerasethakul
Apichatpong Weerasethakul
Metaphors
Sub Rosa
EXPERIMENTAL
7/10
Desde el estreno en el año 2000 de Misterious Object at Noon, su primer largometraje, el tailandés Apichatpong Weerasethakul se ha convertido en uno de los intocables del cine de autor a escala global. Desde luego, su producción no es apta para todos los públicos: sus detractores no le acusan de ser demasiado enigmático, directamente tachan a su obra de absurda. Mientras, aquellos que le han situado en lo más alto destacan el poder magnético de sus imágenes.
Pero Apichatpong no sólo se limita a dirigir películas de arte y ensayo. Como creador global que es, su producción se extiende a representaciones teatrales, performances y hasta a la composición de bandas sonoras. Precisamente este disco, publicado por uno de los sellos de vanguardia más veteranos y reverenciados en todo el mundo, recopila parte de esas composiciones.
Y, tal y como sucede con sus películas, para Apichatpong la música es fruto de combinar varios elementos, como melodía, armonía y ritmo. También sus grabaciones de campo, esas que conectan con las teorías de John Cage y sus planteamientos de que música es en realidad todos los sonidos que nos rodean. Por ello, Metaphors recoge piezas que formaron parte de filmes como Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, Tropical Malady o Mekong Hotel, pero también de performances e instalaciones varias.
En todas las canciones la tradición está presente de una forma u otra, bien sea recogiendo los sonidos del campo tailandés o recuperando canciones de corte tradicional como Destiny, un tema a capela interpretado por la protagonista del filme. En medio de toda esa espesura, y cuando menos lo esperas, irrumpe un tema en la línea del K-pop interpretado con guitarras eléctricas, bajo y batería. Totalmente desconcertante, casi tanto como su cine.
A Certain Ratio
A Certain Ratio
The Graveyard and the Ballroom / To Each… / ForceThe Graveyard and the Ballroom To Each… Force
Mute / [PIAS]
POST-PUNK
â 8/10
Con la perspectiva que da el tiempo, cuesta creer que el empresario Tony Wilson tuviera fe ciega en que A Certain Ratio alcanzaran un similar grado de reconocimiento que Ian Curtis (Joy Division) y compañía. Pero así fue. Y la comparación, además de injusta, supone una losa demasiado pesada para una banda que, aunque no tiene un grado comparable de ascendencia, sí que en buena medida define muchas de las virtudes del postpunk.
Porque A Certain Ratio y mancunianos como Joy Division compartieron muchas cosas: además de grabar para Factory Records -el sello de Wilson- y subirse habitualmente al escenario con Curtis, Sumner, Hook y Morris, también grabaron con Martin Hannett, lo que confiere a muchos de sus discos un sonido inimitable. Asimismo, su vocalista Jez Kerr compartía con Ian Curtis un similar rango vocal, un barítono que aportaba a la música de ambos grupos cierto halo de tristeza y alienación.
Pero, a diferencia de Joy Division, la música y las letras de A Certain Ratio carecen de esa vocación existencialista que ha hecho de aquellos una de las bandas de rock más importantes de la historia. Al contrario, en la música de A Certain Ratio resulta palpable un multiculturalismo y, en ocasiones, hasta cierto sentido del humor que hace de sus discos una experiencia esencialmente vitalista. La banda, que lleva activa initerrumpidamente desde 1977 hasta hoy, se ha convertido en el principal expone exponente del punk-funk británico junto a The Pop Group.
Mute recupera ahora tres grabaciones de la decena de discos que hasta hoy ha firmado la banda. The Graveyard and The Ballroom de 1980 es el primer álbum oficial de A Certain Ratio, que en realidad está compuesto por dos grabaciones diferentes registradas en ese mismo año. En ellas muestran la faceta mas aguerrida y abiertamente afterpunk del grupo, especialmente la segunda, The Ballroom, registrada directamente por la banda sin la ayuda de Martin Hannett.
Su mano, sin embargo, sí que se deja notar y mucho en To Each (1981), segundo largo que junto a sus continuaciones naturales Sextet (1982) y I’d Like to See You Again (1982) reflejan a la banda en su momento más brillante. No obstante, en esta primera ronda de reediciones Mute ha optado por saltarse estos dos trabajos e ir directamente a Force (1986).
Se trata de un álbum que llegó tras un parón demasiado largo y que, en consonancia con los tiempos, refleja un viraje brusco hacia sonidos igualmente negroides pero de un corte más comercial, con músicos que posteriormente empezarían aventuras abiertamente mainstream como Swing Out Sister. Decir también que, a diferencia de las reediciones que Soul Jazz planteó en 2004, Mute apuesta por copias de los discos originales sin bonus tracks ni notas interiores.
Prins Thomas
Prins Thomas
5
Prins Thomas Musikk / Karonte
ELECTRÓNICA
â 7/10
La tercera pata del nuevo cosmic disco que viene de Noruega (las otras dos serían, por supuesto, Lindstrøm y Todd Terje) vuelve a la carga con su quinto álbum, que es además el primero publicado en su propio sello. Thomas intenta ponérnoslo sencillo dándonos las referencias para acceder al disco, aunque lo cierto es que resulta complicado hacerse una idea del mismo atendiendo a un tutti frutti que supuestamente estaría compuesto por las influencias de Plaid, el Bandwagonesque de Teenage Fanclub, “un ataque de bronquitis” (tal cual), Pat Metheny y la nostalgia del hogar que tiene lugar cuando el músico está de gira.
Ironías al margen, 5 ha sido concebido como un diario personal de su vida en la carretera, e intenta recrear las emociones y sensaciones de unas vacaciones en Villajoyosa (Alicante), el tránsito de Londres a Lisboa o la puesta en marcha de una gira.
Desde el punto de vista musical, estas once composiciones enteramente instrumentales suponen un tímido retorno a los presupuestos festivos que se le presuponen tras Príncipe del Norte, su doble disco del pasado año en el que el DJ y productor noruego experimentó con texturas cercanas al ambient y el progressive. Aunque no todo el álbum se desliza abiertamente hacia los lúdicos territorios de la música de baile: efectivamente, en piezas como Æ o Ø se aprecia una fuerte influencia de la primera etapa de la discográfica Warp, cuando el género IDM todavía tenía un fuerte componente ácido.
Sharon Jones & The Dap-Kings
Sharon Jones & The Dap-Kings
Soul of a Woman
Dapotone / Popstock!
SOUL
â 8/10
Soul of a Woman es el primer disco póstumo de Sharon Jones, fallecida el pasado 2016 tras una larga lucha contra el cáncer. Acompañada, como no podía ser de otra forma, por sus inseparables Dap-Kings. De hecho, su bajista Bosco Mann es también el responsable de la producción del disco, que se grabó en unas sesiones que tuvieron lugar pocos meses antes de su muerte. Y a pesar de lo avanzado de la enfermedad, a lo largo de estas once canciones ni un ápice de flaqueza se entrevé en el chorro de voz de la Jones, lo que dice mucho tanto de sus virtudes vocales como de su carácter irreductible.
Tampoco hay referencias explícitas a su lucha personal y, como en otras ocasiones, Sharon Jones antepone mensajes de unidad y lucha a cuestiones abiertamente personales. Es el caso de la intensa canción de apertura, Matter of Time, en la que clama por la unidad racial entre feroces vientos a medio camino del soul y el funk.
No busquemos pues un mensaje de despedida en un disco que, como si de un milagro se tratara, vuelve a acercarnos las diferentes caras de Jones, desde la más festiva y/o aguerrida (Sail on!, siguiendo la senda de su admirado James Brown), a bonitas baladas conforme a los estándares del género (Pass me By, When I Saw Your Face o la emocionante Girl! You Got to Forgive Him). Solo los clásicos cuentan con esa facilidad para encapsular el tiempo. Lo peculiar de Jones es que lo ha hecho incluso cuando ya no estaba entre nosotros.
Yung Lean
Yung Lean
Stranger
Kobalt / Popstock!
TRAP
7/10
Con sólo 21 años, el rapero sueco Yung Lean ha publicado ya cuatro discos además de un puñado de mixtapes en compañía de Yung Gud y Yung Sherman bajo el nombre de Sad Boys. Es un caso claro de precocidad artística, que sumado a sus números en plataformas de streaming (algún vídeo suyo alcanza los 18 millones de visionados en YouTube) justifica la expectación de este nuevo trabajo. En poco tiempo, Yung Lean se ha convertido en punta de lanza de la música urbana europea y en alternativa real al reinado del nuevo rap norteamericano.
Su universo se ha situado en un lugar indeterminado entre la luminosidad de Drake y el tremendismo fuera de la ley del trap. Con un matiz importante: en la música del artista sueco las referencias constantes a las drogas siempre han tenido un corte más emocional que abiertamente delictivo. Yung Lean plantea una revisión sadcore donde que la relación con las drogas apunta a desajustes internos más que a un vehículo para presumir de galones en el barrio. Algo, por otra parte, que tiene todo el sentido del mundo para quien ha crecido en una de las sociedades más ricas y, sin embargo, insatisfechas de este planeta.
Todos estos planteamientos se trasladan también a las decisiones musicales del disco. Pongamos por ejemplo una canción de título explícito, como Agony. Esta se construye sobre una melodía de piano, ligeramente modificado en el tempo y con unos mínimos detalles de producción, para producir un efecto de hastío devastador.
Ese mismo hastío también lo transmite Jonatan Leandoer Håstad (nombre real de Yung Lean) como MC: es un rapero con una técnica prácticamente nula, algo que en ocasiones puede llegar a resultar hasta irritante. Pero como en el pasado ocurrió con otro cronista de la metrópoli europea, Mike Skinner (The Streets), su inoperancia como rapero se convierte por momentos también en su principal virtud desde el punto de vista expresivo.