Si había algo famoso del Nasti, además de los conciertos de grupos indie que llenaban su cartelera, eran las colas de la entrada. Un pequeño sobreprecio por el privilegio de disfrutar de uno de los más míticos locales de música en vivo de Madrid, que a fuerza de estirarse en el tiempo –a veces llevaba más de una hora franquear la puerta– se convertía en una suerte de soirée previa e improvisada en pleno corazón de Malasaña. Pero la fiesta se acaba. El 27 de julio, tras 13 años de febril actividad, sus tres promotores echarán el cierre. Vencidos. Un 'daño colateral' más de la crisis de los bolsillos y de la necesidad del Gobierno de nutrirse de sustento impositivo, que ha atajado subiendo 13 puntos el IVA cultural.
“Más que de la crisis, somos víctimas de la mala gestión”, rebate Carla García, que con sus socios Chema García y Pablo Soler (uno de los creadores del Primavera Sound) han tomado la “difícil, pero muy meditada” decisión de dejarlo. “Seguiremos programando aquí y allí, donde nos llamen y nos dejen”, ironiza. “Fiestas con nuestro espíritu y nuestra manera de hacer las cosas sí, pero ya no atados a la sala”, explica García.
Porque la gestión cultural sumada a la de un local es un barco difícil de timonear en la tormenta. “La gente tiene menos dinero para salir y para gastarse en copas. Y al mismo tiempo todo aumenta: el IVA del alcohol, el alquiler, el caché de los grupos… y eso no se puede repercutir en la entrada pero tampoco podemos asumirlo. Llevamos dos años muy quemados por esto. Y este trabajo no se puede hacer sin ilusión”, reflexiona.
Un sector ahogado
La ecuación es catastrófica: los ayuntamientos, con sus cuentas en la mira, han reducido al mínimo la inversión pública, y los promotores privados sufren desde septiembre el aumento del 162% del IVA cultural, que ha pasado del 8 al 21%. Según la Asociación de Promotores Musicales, las 400 empresas que agrupa podrían facturar este verano la mitad que el anterior. Los datos de la asociación dicen que los ingresos en taquilla cayeron de septiembre a diciembre de 2012 un 28%. Ya en marzo de 2013 el desplome era ya de más del 40%. Con este panorama, El Nasti no es el único club en abandonar. El 22 de junio harán lo propio el club Excuse Me en Valencia y The Image Club en Bilbao.
“Yo no había visto nunca tanto retroceso. De dos años a esta parte no hay nadie programando ni arriesgando”, reflexiona García. Y si los grandes festivales sobreviven, se lo ponen más complicado a las salas pequeñas. “Piden exclusividad a los grupos y nosotros no podemos contratarlos aunque lleváramos años trabajando con ellos. Es un disparate que sólo ocurre en España”, se queja. Porque si hay algo que convirtió al Nasti en un mito fue precisamente su olfato para detectar talento. Y su apuesta por grupos que con el tiempo se hicieron famosos. Chico & Chica, Los Claveles, Triángulo de Amor Bizarro o Los Punsetes, entre las más recientes. Y Los Planetas, en el 'proto-Nasti', la Sala Maravillas de Miguel y José Morán, padres también del festival de Benicàssim. “Intuición y saber hacer las cosas”, resume García, orgullosa de que el club se convirtiera en “una cantera” por la que ha pasado “gente brillante” de todos los sectores, especialmente de la música, el cine, la moda y el periodismo. La desaparición de aglutinadores como este “dibuja un futuro negro para la cultura en España”, asegura.
Conciertos especiales
La anunciada muerte del Nasti, que dejará este mundo por todo lo alto, con tres noches de conciertos que prometen inolvidables –13, 20 y 27 de julio– ha llegado a convertirse en trending topic nacional. Multitud de habitués y buena parte del panorama del under –y no tan under– musical español ha enviado sus condolencias a través de la red social.
“Se han enterado, no sé cómo, hasta en el desierto de California”, dicen en el Nasti entre sorprendidos y satisfechos. “Incluso hay músicos y djs de fuera que se ofrecen a venir para tocar pagándose ellos el viaje”, confirma Carla García. Y explica que el cartel definitivo de la despedida se hará público la semana que viene.
En tanto, el local de la calle San Vicente Ferrer ya ha sido traspasado, aunque aún no hay detalles sobre su futuro. En su página de Facebook el Nasti se despide de los suyos –modernos, under, hipsters y simples amantes de la buena música– con una metáfora retro: “Las pantallas que tenemos que pasar para seguir adelante cada vez son más complicadas –hay muchos malos– y al final nos hemos quedado sin vidas. Y no tenemos monedas para más partidas”. Y ya. Game Over.