Los cuatro regalos envenenados que hereda el nuevo ministro en Cultura
Íñigo Méndez de Vigo llega a un Ministerio en el que ha habido una Guerra Fría en el área de Cultura durante toda la legislatura. En su última comparecencia ante la comisión de Cultura del Congreso el pasado 9 de junio, José María Lassalle, Secretario de Estado de Cultura, no pudo más y explotó: “Si Cervantes volviera a escribir El Quijote pondría Hacienda en lugar de Iglesia”. Una frase que resume los sinsabores de sus cuatro años en un Ministerio dirigido por José Ignacio Wert, con quien ha tenido serias discrepancias y, sobre todo, su enfrentamiento con Cristóbal Montoro, responsable del ministerio fiscal.
El nuevo ministro hereda una cartera que ha visto recortado su presupuesto cada vez más: de 937,4 a 749 millones de euros, un 20% desde 2011. Pero, sobre todo, recibe un área en el que nada ha salido bien ni se ha hecho lo que se prometió antes de ganar las elecciones.
1- IVA cultural
Las críticas del sector cultural al 21% que impuso el Gobierno de Mariano Rajoy nada más llegar a La Moncloa han sido constantes. Lassalle, consciente de ello, ha recalcado una y otra vez que no estaba de acuerdo con esta imposición. Es más, en el Congreso ha dado la razón a los socialistas cuando ha pedido la bajada del impuesto en los espectáculos. “Es una posición razonable”, ha llegado a decir.
Sin embargo, Montoro nunca se ha movido ni un centímetro en este planteamiento. Muy al contrario, ha llegado a increpar al sector cultural –sobre todo al cine- sugiriendo que había profesionales que no pagaban sus impuestos y hasta que el cine español no tenía calidad. El bloqueo se ha basado, por parte de Hacienda, en que no había presupuesto para una reducción ni margen para cambios.
2- Ley de Mecenazgo
Esta iba a ser la gran aportación del Partido Popular en Cultura cuando llegara al Gobierno; conseguir una ley que mejorara las desgravaciones fiscales para apoyar al sector y acercarlas a las que se manejan en otros países de la Unión Europea. El Secretario de Estado de Cultura lo repitió en numerosas entrevistas antes de las elecciones de 2011 y durante los primeros meses de legislatura estaba convencido de que “su” ley saldría adelante. De nuevo, fue imposible.
Nunca hubo Ley de Mecenazgo. Al final, las ayudas fiscales quedaron subsumidas en la Reforma Fiscal y completamente diluidas. Se aprobaron incentivos fiscales para micromecenazgo. Por 150 euros invertidos en cultura, el ciudadano podría desgravarse el 75%, y el Impuesto de Sociedades pasó del 35% al 40%. La tan ansiada ley quedó así enterrada.
3- Financiación del Cine
Durante meses, el secretario de Estado señaló que subirían los incentivos fiscales, tal y como pedían los productores (FAPAE). El cataclismo llegó con la dimisión de Susana de la Sierra al frente del ICAA en julio de 2014 cuando Hacienda paró la subida de las exenciones, pactadas en un principio en un 25%.
Las exenciones quedaron finalmente en el 20%. Además, hubo una reforma de la financiación del cine –las subvenciones- que prácticamente dejaron el sistema igual que estaba: las grandes producciones más taquilleras serían las grandes beneficiadas, mientras que el cine más “pequeño” quedaba relegado al háztelo-tú-mismo. En un encuentro informativo con la prensa a este respecto, el propio Lassalle con cara de circunstancias dejó caer un ‘se ha hecho lo que se ha podido’, de nuevo, en referencia a Hacienda.
4- Ley de Propiedad Intelectual
En esta norma es donde menos discrepancias ha habido entre Lassalle y su superior, Wert. Ha sido una de las leyes que más tiempo tardó en aprobarse y en la que ha habido presiones de todo tipo, desde las entidades de gestión de derechos, hasta el propio lobby norteamericano de la cinematografía. Lassalle estuvo más proclive al diálogo con las gestoras, que reclamaban la vuelta del canon digital, aunque finalmente se aprobó un texto duro con puntos muy criticados como el Canon AEDE, que llevó a que Google News cerrara su servicio en España. Y lo que es peor, la LPI, el patito feo, también ha pasado a conocerse como Ley Lassalle.
La ley, aunque aprobada, carece aún de reglamento y se desconocen las tarifas. Además, en la Unión Europea se debate en la actualidad una reforma de la ley de copyright que podría afectar directamente a la normativa española modificando algunos de sus puntos como el Canon AEDE, rechazado por los europarlamentarios.