Propuestas y protestas de un economista indignado
Profesor universitario, militante en decenas de causas, el economista Arcadi Oliveres tiende puentes entre generaciones. Veterano de la lucha antifranquista y del cristianismo progresista de los años 60, vivió las protestas antiglobalización de Seattle o las manifestaciones contra la invasión de Irak. En la actualidad sigue clamando contra la dictadura de los mercados financieros y de la deuda. Su nombre es especialmente conocido en Cataluña a raíz de su constante labor divulgativa, materializada en libros como ¡Ya basta! o Contra el hambre y la guerra.
En 2011 y 2012, la cineasta Èrika Sánchez Marcos siguió la actividad de Oliveres en plena efervescencia del 15M. Las fillmaciones tuvieron como resultado un documental, Mai és tan fosc (“nunca es tan oscuro como antes de que salga el Sol”, reza un proverbio chino), que se estrenó comercialmente en los históricos Cines Verdi de Barcelona. La obra ha ido sumando proyecciones, y ahora llega a la capital: se proyectará en Cineteca Madrid (del 13 al 15 y del 20 al 22 de febrero) y Teatro del Barrio (el día 16 del mismo mes).
Un proyecto cambiante
En realidad, todo nació como un vídeo que difundiese la figura de Oliveres y de su discurso crítico. Sánchez, una cineasta cercana a los movimientos sociales, fue la escogida para llevar a cabo el encargo. Tras un mes de filmaciones en simposios, ella misma propuso reformular el proyecto: defendió hacer una película que fuese más allá de la comunicación de un mensaje. “Me pareció que Arcadi era aún más interesante como persona, que su lucha cotidiana reforzaba su discurso”, afirma. El economista remarca que el filme se hizo “como ella lo quiso hacer. Es la madre de la criatura”.
En plena preproducción, el movimiento 15M lo cambió todo. Oliveres, tuvo una presencia pública destacada en aquellos días, a pie de calle y en los medios de comunicación. La reformulación fue radical: “Un documental donde se trabajaba la puesta en escena se convirtió en un documental de seguimiento. Manteníamos muy poca distancia temporal y emocional con todo lo que estaba pasando socialmente, y eso no nos permitía hacer construcciones previas”. Con el proceso de financiación aún en sus etapas iniciales, se cubrieron esos primeros días de protestas con rodajes de guerrila y recuperando filmaciones de ciudadanos anónimos.
La obra acabó adoptando la forma de 'road movie' de no ficción. “Arcadi es una persona en movimiento constante, y esa estructura era la ideal”, defiende Sánchez. Se sigue al docente en un momento especialmente dinámico de su vida, y ese viaje constante tiene algo de peregrinación y de aventura quijotesca. Como en las más icónicas películas de carretera, al viaje exterior le acompaña un cambio interior. En paralelo a su apoyo a las movilizaciones ciudadanas, el protagonista pierde a su hijo a causa de una enfermedad. “No estaba previsto, pero al final se convirtió en algo que impregna todo”, explica la directora. El acercamiento es contenido, sobrio. Una larga caminata sobre la lluvia simboliza la muerte y representa el duelo del protagonista
Nostalgias posibles
El drama personal vivido por Oliveres no es el único componente de tristeza incluido en el filme. A medida que avanza el relato, las movilizaciones callejeras van perdiendo impulso. Cuando la película ha llegado a los cines, visionar esta crónica del 15M genera sentimientos que van desde la nostalgia hasta el desencanto. Sánchez cree que “se añora ese intento de hacer las cosas desde abajo, desde la asamblea, desde el barrio”.
La autora ha tenido en cuenta referentes variopintos a lo largo del proceso creativo. Menciona 1974: día de campaña, de un emblema del cine documental como Raymond Depardon, y El evangelio según San Mateo, de Pier Paolo Pasolini. Ante estas referencias, no puede sorprender que Mai és tan fosc se aleje de las convenciones del documento periodístico. No hay infografías, narraciones en off ni declaraciones de testimonios montadas con un ritmo trepidante. La autora da un paso atrás y deja que las imágenes hablen por sí mismas. Los intentos de incorporar una voz en off reflexiva, más personal, quedaron en el cajón.
También se rehuye la retórica épica de otros filmes políticos. Con esta decisión, Sánchez pretendía “llegar a más gente, lejos de los círculos de convencidos. Creo que este enfoque es más revolucionario que hacer una película para nosotros. En los coloquios que organizamos, veo cómo gente que no conocía ni a Arcadi ni a sus causas se interesa por lo que él dice, se cuestiona cosas, y quizá le da otro valor al 15M”. También se pretendió dar la palabra a militantes de base, incorporando comentarios de los asistentes a charlas del economista.
La austeridad expositiva no evita que aparezca alguna travesura de montaje, como vincular a Rajoy con la banca y la gran empresa. Otra intervención autoral fue convertir Mai és tan fosc en un relato que termina como comienza: con el docente recordando los recursos destinados a rescates bancarios, y poniéndolos en relación con los fondos necesarios para erradicar el hambre.
El discurso de Oliveres siempre equilibra la indignación con la esperanza, por lo que esta circularidad refleja la visión más escéptica de Sánchez: “No viví el 15M como una fiesta que lo iba a transformar todo. En este aspecto, la película se diferencia de Libre te quiero, de Basilio Martín Patino. Quizá por motivos generacionales, él vivió esos días con mucha alegría, como un reencuentro con un ambiente similar al de otras experiencias que había vivido. Yo tenía más dudas”.
Cosas que no cambian
Antes y después de las movilizaciones ciudadanas de 2011, el activista ha sido un azote de los poderes económicos y empresariales del país. Muchos de los problemas que señala siguen enquistados, pero no se le detecta ningún desánimo. Destaca que “algunas cosas han cuajado. A raíz de las elecciones griegas, se habla de renegociación de deuda. Hacíamos acampadas por la condonación de la deuda externa hace doce años, y ahora se pone encima de la mesa como urgencia política”.
Además, está convencido de que “en algunos asuntos se va progresando. Empezamos a tener una oferta de banca ética, por ejemplo. Como soy viejo, tengo un poco de visión histórica, y creo que hay cosas que han mejorado, aunque otras han empeorado”. Con todo, reconoce que algunas causas han quedado relegadas, como el uso del 0,7% de los presupuestos públicos en concepto de ayuda al desarrollo: “Cuando se ha producido una crisis generalizada en nuestro entorno, ha llegado el 'nosotros primero'. Desgraciadamente, este es un discurso poderoso”.
Como pacifista, Oliveres critica incensantemente a la industria armamentística española. Señala que su crecimiento comenzó con el gobierno socialista de Felipe González, “que prometió ventajas tecnológicas y económicas al apostar por el armamento. Se ha demostrado que eso no era cierto”. El economista se escandaliza ante el nombramiento como ministro de Defensa de un “personaje impresentable y delincuente como Pedro Morenés, que se dedicaba a fabricar algo prohibido por la ONU como las bombas de racimo”. También señala al rey Juan Carlos, de quien afirma que “ha dedicado todos sus viajes a vender armas. Días después de que su hijo asistiese al funeral del rey Abdalá, él visitó a su sucesor en Arabia Saudí, quizá para ver si caía alguna comisión”.
De momento, a pesar de diversos acercamientos por parte de la productora del documental, Televisión de Catalunya (TVC) no se ha comprometido a emitir Mai és tan fosc. La obra incluye diversas referencias a importantes empresas del país. Repsol, por ejemplo, es tildada de “empresa ladrona” por “robar” recursos naturales de estados latinoamericanos. El caso Ciutat morta sugiere que los responsables de la televisión prefieren evitar temas polémicos: la exitosa programación del documental sólo tuvo lugar después de múltiples desencuentros entre los responsables del filme y de la cadena autonómica.
Sánchez explica que, en breve, volverá a llamar a las puertas de la televisión pública, y espera que la película se emita. “Lo que sí nos hizo daño fue que no participasen en la producción, aunque suelen aportar poco dinero. Era natural que TVC hubiese participado en un documental sobre Arcadi, más aún hace tres o cuatro años, cuando aún no tenían tantos problemas presupuestarios”, afirma.
La autora intuye que el enfoque del proyecto influyó en este rechazo: “Creo que si hubiésemos hecho un filme más biográfico, sobre su pasado, hubiese estado más en la línea esperada. Pudo incomodar que se hiciese hincapié en su discurso crítico, que se situase su figura en un escenario actual como el 15M. Estoy segura de que sus palabras sobre Repsol o La Caixa son un problema para la difusión de la película”.
Para Oliveres, los medios de comunicación masivos a menudo son cómplices de silencios interesados. Pero también apunta a los “economistas orgánicos, que cobran de la banca, de los gobiernos y de las grandes empresas. Dicen lo que tienen que decir, aunque algunos se atreven a hacer críticas suaves. Tenemos que entonar un mea culpa. Pero diría que aún es más culpable la formación que reciben los estudiantes de Economía. En lugar de formárseles, se les deforma desde el primer día en que pisan la Universidad. Los mismos alumnos nos han pedido a mí, a Miren Etxezarreta y a otros rojillos que les impartiésemos cursos de economía crítica”.
La apuesta política
Oliveres critica el dogma del crecimiento económico y hace una enmienda a la totalidad del capitalismo. Lo describe como un “sistema criminal, asesino, que mata de hambre, que hará que las nuevas generaciones vivan en la precariedad. El capitalismo se tiene que destruir, no mediante la violencia, pero se tiene que destruir”. Con todo, su actividad no sólo gira sobre las protestas sino que también pasa por las propuestas: creación de un sindicato independiente de estudiantes durante el franquismo, cancelación de la deuda externa de los países latinoamericanos, aplicación de una tasa a las transacciones financieras...
En los últimos años, este académico se ha situado entre los impulsores de una nueva plataforma política, Procés Constituent: “Muchas veces me han reprochado que no saltase a la arena, y es cierto que era una asignatura pendiente”. Entiende que vehicular parte de las energías sociales hacia la actividad parlamentaria puede decepcionar a algunos, pero entiende que esta puede ser una evolución lógica del malestar ciudadano. “Para mí, el 15M era la toma de conciencia, y las mareas sectoriales eran el siguiente paso. Es legítimo que te plantees en algún momento si hace falta una voluntad de acción política”, afirma.
De Procés Constituent destaca sus acciones: rodear la sede de La Caixa en la Diada catalana del 11 de septiembre de 2013, o convocar a centenares de personas para hablar del futuro de Europa y de los tremendos peligros del TIIP, ese acuerdo de comercio e inversiones que los Estados Unidos y la UE negocian casi en secreto. A pesar de que han emergido varios proyectos similares, Oliveres se muestra algo decepcionado: “Llevamos dos años reuniendonos con la izquierda rupturista, y la conclusión es que todos nos quieren mucho, pero no se quieren entre ellos”.
Entre lamentos por las dificultades encontradas en la configuración de candidaturas unitarias, emergen recelos hacia Podemos. Ambas formaciones comparten un nacimiento posterior al 15M, y el deseo de impulsar una nueva Constitución. Pero el activista está sorprendido por algunas declaraciones de sus líderes: “Pablo Iglesias quiere un Ejército fuerte, e incluso se declara dispuesto a aumentar el presupuesto de Defensa. Sólo eso ya me horroriza. Además, para un ideológo de Podemos, Emilio Botín era poco menos que un banquero social, y el Banco Santander es un maravilla”.
Uno de los aspectos potencialmente polémicos de Procés Constituent es que hermana las medidas económicas de izquierdas (banca pública, auditoría de deuda, potenciacion de los servicios públicos, etcétera) con el independentismo. Ahora que presenta Mai és tan fosc en Madrid, Oliveres se muestra confiado en que se pueda entender este proyecto político en cualquier parte de España.
“Hace unos meses di una conferencia sobre la crisis económica en la Universidad de León, y me preguntaron sobre este tema. Yo les expliqué que quiero una Cataluña independiente, pero también una Cataluña republicana, solidaria, cooperativa, respetuosa con el medio ambiente, que ayude a Extremadura aunque seamos independientes. Y al acabar, tenía a 300 universitarios leoneses aplaudiéndome. Creo que el problema que tenemos es que a veces no nos explicamos bien”, concluye.