España es la capital europea de la prostitución. Así empieza la obra que han estrenado esta noche en el Español, con un gran éxito, Carmen Machi, Nathalie Poza y Carolina Yuste, teatro documental-musical que ha gritado desde testimonios y datos que “ninguna mujer nace para ser prostituta”.
Albert Boronat y Andrés Lima, que también lo dirige, firman el texto y la dramaturgia de “Prostitución”, dos horas de interpelaciones crudas y sinceras de quienes trabajan en calles y clubes, y que han escuchado esta noche compañeros como José Coronado, Ángela Molina o la directora general del INAEM, Amaya de Miguel.
El alegato dramatúrgico de Boronat y Lima, en el que sostienen que no toman partido entre abolicionistas y partidarios de la regulación, tiene el apellido de “teatro musical” porque tiene “banda sonora”, compuesta por Jaume Manresa, con préstamos como “Jubilee Street”, de Nick Cave, e interpretada al piano en directo por Laia Valléspor.
Ir de putas es una “juerga” masculina que poco tiene que ver con la felicidad de las “actrices” del sexo mercenario, un secreto a voces, un sórdido tabú estigmatizado y a la vez normalizado, tal y como pone de relieve el montaje, que utiliza una pasarela y un contenedor para unir paisajes lumpen, al estilo del entorno del Polígono Marconi en Madrid, un “peep show” o un prostíbulo.
El consumo de prostitución en España “solo es superado por Costa Rica y Tailandia”; hay 100.000 mujeres ejerciéndola, “el triple que dentistas”, y de ellas el 90% son extranjeras; están censados 1400 locales de alterne y el gasto medio anual de sus clientes es de 1500 euros, “más que en frutas y verduras”.
Esos son algunos de los datos que Nathalie Poza, que asume junto a sus compañeras una docena de papeles distintos, arroja al público antes de asumir el rol de “Ana María”, una de las prostitutas con las que se entrevistaron durante un año para preparar la obra.
“Quince el francés, veinte el completo”, detalla Poza, que relata que lo hace porque necesita ganar dinero y mantener a sus dos hijos y “enseña” a Machi cómo se acerca a un hombre: “desde que te dice que sí empieza el papelón de tu vida”.
Luego, Carolina Yuste “es” “Lucía”, una estudiante de Derecho Laboral a la que un amigo le propone hacer cine porno para ganar más dinero y que empieza a prostituirse cuando descubre que “no es para tanto”.
“Mi trabajo es hacer que la gente se corra”, dice y denuncia la situación laboral de quienes están en la alegalidad, sin nómina y sin ningún derecho, lo que les impide, por ejemplo, contratar una hipoteca.
El travesti “Isabela”, un papel que corresponde a Machi, sostiene a la vez que los hombres “encuentran en la calle lo que no tienen en la casa” y que “a nadie le gusta la vida de puta; duele”.
En un “duelo” dialéctico, aunque en paralelo, Poza y Machi asumen los papeles de las escritoras y exprostitutas Amelia Tiganus, abolicionista, y Virginie Despentes, a favor de la regulación.
“Ninguna mujer nace para ser puta; las putas son atravesadas por todas las violencias; son mujeres que ofrece el patriarcado para el consumo. Este es un Estado proxeneta con una sociedad cómplice”, sostiene la rumana, que fue vendida a un traficante, “de los que fabrican putas a escala industrial”, por 300 euros.
“Prohibir la prostitución es prohibir a las mujeres empoderarse y enriquecerse con su propio cuerpo. Lo verdaderamente violento es el matrimonio y el control”, replica Despentes, a quien le parece que el límite entre prostitución y seducción es “muy borroso”.
Para ella, “una mujer con estilo de puta interesa a todo el mundo; es el juego de la hiper femineidad”, en el que son esenciales “tacones, pintura, minifalda y lencería”.
Sentadas en cubos de pintura mientras atienden clientes al teléfono o esperan que lleguen en coche, Poza, Machi y Yuste hablan de la violación, “la que fabrica las mujeres putas” en “una guerra civil” contra ellas: “lo peor no es cobrar por follar, sino lo fácil que es atentar contra una puta”.
Machi ha sido muy aplaudida y jaleada en una inspirada versión del “Pichi”, el “chulo”, ha asegurado, por antonomasia.
La función finaliza con un fragmento de “Natural”, de Juan Cavestany, interpretado con la voz en off del propio Lima y Lucía Juárez en el vídeo, como si fuera una muñeca robot.
“Quiero que me cuentes cosas de ti”, le dice él y ella le responde “tengo tres agujeros y estoy aquí para hacer o no hacer lo que tú quieras”.