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'Mozart in the jungle' y la razón de ser de los maratones seriéfilos

Mozart in the jungle es una de las mejores series para practicar un maratón seriéfilo intensivo. Entretenida, ligera y adictiva. Temporadas de 10 capítulos de 30 minutos y estrenadas en la mejor época del año para el atracón no necesariamente compuesto por turrón y polvorones. Tras ser uno de los proyectos de serie más votados durante su temporada de selección de pilotos, Amazon lanzó la primera temporada a finales de 2014 y ha vuelto repetir la jugada con la segunda (disponible también en Movistar+), que se ha convertido en el último estreno de 2015 o el primero de 2016, según se mire.

Muchas series nacidas en el cable estadounidense o en la nuevas plataformas de streaming, casi nacen con obligación de convertirse en el mejor estreno de la temporada. Es el peaje por estar menos pendientes de los índices de audiencia y tener más medios, libertad creativa y unas licencias que no se pueden permitir en la televisión en abierto. 

Mozart in the jungle nunca ha aspirado a convertirse en el estreno rompedor de la temporada pero sabe jugar con esa ligereza, que sin quitarle calidad le hace ganar en entrenamiento sin preocuparse por dar dobles y terceras lecturas.

Sus creadores son muy conscientes y queda claro la carta blanca que Amazon ha dado a los padres de la criatura: Roman Coppola, Jason Schwartzman, Alex Timbers y Paul Weitz. Una comedia sobre una orquesta de música clásica, con una producción que no desentonaría en HBO y unos cameos, sobre todo en la segunda temporada, que desmitifican el (presunto) elitismo de la premisa de la serie.

En la primera temporada, Rodrigo (Gael García Bernal) era, de forma muy consciente, un cliché con patas: niño prodigio, genio precoz y director de moda que llega a la Filarmónica de Nueva York para quitarle de encima unas cuantas capas de polvo. Pero la verdadera protagonista de Mozart in the jungle era y sigue siendo Haley (Lola Kirke, una actriz en pleno ascenso), una joven oboísta que debe ganarse el puesto en la orquesta a base de talento pero también si es necesario haciendo el mate perfecto y lidiando con la excentricidades de Rodrigo. Si este fuera un post sobre cinco motivos para no perderse Mozart in the jungle, ella sería uno y los otros personajes femeninos de la serie, también.

La segunda temporada es una tanda igual de divertida que la primera, la que aspira a dos Globos de Oro el 11 de enero, pero más centrada en el desarraigo de Rodrigo respecto a sus raíces personales y artísticas y en el mercantilismo que rodea al arte: la Filarmónica ya da la talla como orquesta, pero su futuro depende de la financiación y las luchas de poder entre sus patronos. Haley ha conseguido pasarse al otro lado, acumular más méritos que ser la ayudante de Rodrigo pero como le pasa a las protagonistas de Girls, algunos parecidos no son casuales, ni siquiera los reales, sigue buscando su sitio en la jungla que es Nueva York.

Mozart in the jungle está lleno de bromas internas entre sus responsables, guiños a sus seguidores más melómanos y paralelismos con la realidad que está temporada van más allá de la novela en la que se basa la historia y ha propiciado los cameos de Gustavo Dudamel, inspiración lejana de Rodrigo, la Filarmónica de Los Ángeles, el pianista Lang Lang, la participación de Dermot Mulroney como un violonchelista bon vivant o una mayor participación de Jason Schwartzman, que además se apunta su primer capítulo como director. Lo difícil con Mozart in the jungle sigue siendo vencer la tentación de acabársela de una sentada y resignarse a otra larga espera de nuevas dosis.

Mozart in the jungle es una de las mejores series para practicar un maratón seriéfilo intensivo. Entretenida, ligera y adictiva. Temporadas de 10 capítulos de 30 minutos y estrenadas en la mejor época del año para el atracón no necesariamente compuesto por turrón y polvorones. Tras ser uno de los proyectos de serie más votados durante su temporada de selección de pilotos, Amazon lanzó la primera temporada a finales de 2014 y ha vuelto repetir la jugada con la segunda (disponible también en Movistar+), que se ha convertido en el último estreno de 2015 o el primero de 2016, según se mire.

Muchas series nacidas en el cable estadounidense o en la nuevas plataformas de streaming, casi nacen con obligación de convertirse en el mejor estreno de la temporada. Es el peaje por estar menos pendientes de los índices de audiencia y tener más medios, libertad creativa y unas licencias que no se pueden permitir en la televisión en abierto.