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ENTREVISTA
Periodista y escritora

Tamara Tenenbaum: “Tengo una relación completamente vampira con el judaísmo y con mi familia”

La escritora Tamara Tenenbaum

Ana Requena Aguilar

25 de enero de 2022 22:31 h

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Nació y creció en una comunidad judía ortodoxa de Buenos Aires y terminó escribiendo sobre el fin del amor y militando en el feminismo. Tamara Tenenbaum (1989) es periodista, colaboradora, entre otros medios, de elDiarioAR.com, y escritora. En 2021 llegó a España su ensayo El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI (Seix Barral), que ya había sido un éxito en Argentina y en el que Tenenbaum reflexiona sobre las relaciones amorosas, la pareja monógama, la soltería, el poliamor o los afectos. Ahora publica, también en el mismo sello, Todas nuestras maldiciones se cumplieron, una novela en la que narra su personal tránsito entre la infancia y la adultez, marcada, aunque de manera borrosa, por la muerte de su padre en el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994.

Dice que su libro le gustó a la gente que más le importa y que es inevitable no gustar a todo el mundo, incluso que haya lectores que no entiendan a dónde quería ir usted con este libro. ¿A dónde iba con este libro?

La literatura no va a ninguna parte y querer convertirla en eso, en algo que te enseña o te cuenta sobre la vida no tiene nada que ver con la literatura que a mí me interesa. La que me interesa tiene que ver con habitar un universo literario, los mundos que cuenta, los personajes, el lenguaje, una voz que te envuelva durante un rato, pero no tiene que aportarte nada moralmente ni informativamente ni tienes que salir del libro sintiéndote mejor persona. Pero entiendo que no todo el mundo ve la literatura así. Yo sí, la entiendo como una experiencia estética, política, densa y vivencial, sí te transforma emotivamente de alguna manera, pero no te tiene por qué decir algo.

La muerte en un atentado de su padre está y no está al mismo tiempo en este libro. ¿Qué era lo importante que quería contar aquí?

Hay un par de experiencias que me interesaban por su valor literario. Cuando pienso en la muerte de mi papá no pienso en mi papá ni en la muerte de mi papá como tal, todo el mundo pierde a su papá en algún momento, es la ley de la vida. De hecho, lo que es tremendo es cuando no se muere tu papá sino que morís antes vos, y los padres entierran a sus hijos. Lo que tiene de interesante la muerte de mi papá es que es una experiencia que yo no recuerdo. Y por eso yo quería que apareciera de esa manera en el libro, como una presencia fantasmal, como parte de un relato que me contaron. Fue un atentado público del que todo el mundo sabe, no solo eso, sino que la gente que tiene diez años más que yo, cuando les hablo de ello, todos se acuerdan de dónde estaban ese día. Todo el mundo tiene una historia, así que esto es una muerte pública de la que todo el mundo tiene recuerdo menos yo.

Quería contar cómo es la textura de una muerte que todos recuerdan menos vos

De alguna manera, su recuerdo se ha construido sobre los recuerdos de los demás.

Exacto. Podría haber rastreado y reconstruido la historia pero eso no me interesaba, quería contar cómo es la textura de una muerte que todos recuerdan menos vos, algo que forma parte de tu vida pero no pero sí, algo que está en el fondo. Algo que se cuenta al principio y así ya luego podemos hablar de otras cosas.

Su familia y sus orígenes son claramente su alimento literario. En este libro dice: “Yo fui la que más peleé con lo que era mi familia y mi papá”. ¿Qué ha supuesto eso para usted, esa relación turbulenta pero al mismo tiempo fructífera?

Algo que quise construir es esa costra endurecida de la protagonista, con una mirada un poco fría, y un poco tiene que ver con los lujos que no se dio y que sí se dieron mis hermanas. Para cada cosa que ellas hacían sin problema, yo había tenido que pelear muchísimo. Eso crea un resentimiento, que no odio, pero sí está el resto de una persona que se peleó, para bien y para mal, y que hizo lo que quiso hacer. Para mí eso es una familia, ese juego de culpas y rencores cruzados, pero que al mismo tiempo es un grupo de gente que por algún motivo se sigue viendo, o que no se sigue viendo, incluso, pero que sigue siendo parte de tu estructura psíquica. Por otro lado, tengo una relación completamente vampira con el judaísmo y mi familia, yo la uso. Mi reconciliación con el judaísmo y mi familia vino porque la uso. Yo sé que está mal [se ríe] porque yo lo uso y no le doy nada.

Creo que es muy difícil decir quién vive peor o quién vive mejor, yo sé que no cambio mi vida por nada del mundo. Depende de muchas cosas: ¿Qué es más importante, tener un departamento [piso] o tener libertad sexual?

Dice en el libro: “Ruti tenía 24 años cuando me tuvo a mí. Yo estoy por cumplir veintiocho. (...) En estos casi veintiocho años de vida he estado con el cuádruple de tipos con los que estuvo mi mamá en toda su vida”. Ruti es su madre y ahí reflexiona sobre ese cambio y debate generacional que aquí también tenemos: ¿vivían mejor nuestros padres o vivimos mejor nosotras? ¿Qué piensa de esta conversación?

Argentina está sumida en una crisis desde hace muchísimos años y también tenemos ese diálogo de “nuestros padres con un salario tal se compraron lo otro...”. Creo que es muy difícil decir quién vive peor o quién vive mejor, yo sé que no cambio mi vida por nada del mundo. Depende de muchas cosas: ¿Qué es más importante, tener un departamento [piso] o tener libertad sexual? Para cada persona será distinto. No tengo ninguna decisión pero sí pienso todo el tiempo, sobre todo cuando me doy cuenta de lo joven que mi madre me tuvo a mí, en que los padres también estaban creciendo cuando uno los conocía. También creo que esa pelea generacional es muy distinta pensarla si uno es hombre que si uno es mujer.

Su protagonista tiene en cualquier caso una situación un tanto privilegiada, joven pero propietaria de un apartamento.

Obvio, tiene un privilegio que no deja de ser curioso, porque puede comprarse un departamento con la indemnización de un padre muerto. Que es lo que le pasa a la mayoría de clase media, te compras un departamento con la herencia de tus padres.

Y usted, ¿ha conseguido vivir de la escritura actualmente?, ¿tiene independencia para hacer lo que quiere como creadora? Es algo difícil de conseguir en el mundo en que vivimos.

Sí, aunque no siempre viví de esto, tuve trabajos de todo. El dinero es un tema literario que me interesa mucho. Vivo de escribir los libros, las columnas y ahora también guiones, pero porque soy propietaria. Esto me lo permitió la propiedad, si hubiera tenido que pagar un alquiler hubiera tenido que aceptar trabajos full time de cosas que no me interesaban y probablemente no estaría donde estoy. El dinero es libertad.

Deberíamos entender enamorarse como la excepción: encontrar a alguien que quiere lo mismo que vos en el mismo momento que vos es como el cometa Halley. El punto no es no enamorarse, sino saber que cuando no te pasa no puedes pasarte un año deprimida

En El fin del amor hablaba del amor como una especie de religión que tiene a las mujeres como feligresas desde que somos adolescentes. ¿Hasta qué punto seguimos militando en esa religión a pesar de todo nuestro cuestionamiento feminista?

Puede ser. Yo conozco muchas chicas que lo llevan con mucha elegancia, mucha más que yo. Yo escribo de amor como un alcohólico que escribe sobre su alcoholismo, soy completamente adicta a enamorarme, aunque no me enamoro fácilmente. Deberíamos entender enamorarse como la excepción: encontrar a alguien que quiere lo mismo que vos en el mismo momento que vos es como el cometa Halley. El punto no es no enamorarse o no pensar en la experiencia del romance como algo intenso o hermoso, sino saber que es el cometa Halley y que cuando no te pasa, no puedes pasarte un año deprimida. Esa es la lucha, que no por el hecho de ser mujer el año que no estás enamorada pienses que tu vida es una tragedia o está vacía. Ese es para mí el punto, no que el amor te importe menos.

¿Y no cree que además de eso está bien que nos replanteemos la forma en que nos comportamos cuando nos enamoramos o ese vivir la soltería como una especie de estado intermedio entre enamoramientos en lugar de como una manera más de vivir?

Sí, porque si cuando estás enamorada dejas toda tu vida de lado es más probable que cuando no estás enamorada no tengas ninguna vida en la que estar. Seguimos un poco ahí, peleando con los estados intermedios, y no sé si vamos a salir de ahí. Quizá le toque a la siguiente generación o quizás sea algo que vayamos a seguir viviendo por mucho tiempo. Aunque conforme pasan los años y vemos otras mujeres y varones que se casan, se separan, se casan, viven de otras maneras, naturalizamos ciertas cosas y todo tiene menos peso. Es más fácil ser soltera ahora que hace diez años, es todo menos grave.

Crecí en una familia y en una comunidad profundamente sionista y esa es una de las cosas con las que me peleé. Eso siempre me generó mucha incomodad de chica y mucho rechazo.

Hablamos mucho de cómo están actuando los hombres en medio de esta ola feminista. ¿Percibe reacción, desconcierto, cambio...?

Veo la reacción en términos políticos, y ahí todos los movimientos de derechas son de gente más joven que yo, en la veintena. En mi vida diaria me encuentro más hombres que pueden tener resabios de machismo, no tanto como reacción, sino resabios de la época en la que nos criamos, que te criaron para ser el centro y te encuentras con mujeres que también quieren ser el centro de su vida. Pero para nosotras también es difícil generar una paridad.

A mí me puede pasar de estar con un tipo y empezar a darle la razón en todo. También porque los lugares tradicionales pueden ser lugares de gozo, los roles de género no son solo feos de ocupar, a veces son lindos, es lindo a veces que te traten como una rubia linda, otras para nada. Entiendo perfecto por qué nos ubicamos en ciertos lugares, pero también es cierto que no vivimos en 1950 ni estamos cómodas ahí. En mi generación, en la gente de 30 y 40, veo más desconcierto con relación al momento en que nos criamos y con la vida que estamos tratando de armar con las mejores intenciones.

Voy a preguntarle algo muy diferente para terminar, pero no quería dejar de hacerle esta pregunta. Como mujer criada en una comunidad judía ortodoxa que además se ha 'peleado' con ella, ¿cuál ha sido su conexión con el conflicto de Israel y Palestina?, ¿de qué manera se posiciona?

No soy una persona especialmente informada en el tema. Crecí en una familia y en una comunidad profundamente sionista y esa es una de las cosas con las que me peleé. Eso siempre me generó mucha incomodidad de chica y mucho rechazo. Era una comunidad muy racista, muy anti Palestina, muy anti mundo árabe y yo no puedo comulgar con eso. El reclamo palestino es válido y es importante atenderlo políticamente.

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