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Víctor Ochoa, el escultor favorito de Ayuso, repite después de su fallido homenaje a los 'Héroes del COVID'

El escultor Víctor Ochoa

Mónica Zas Marcos

14 de junio de 2022 22:37 h

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Víctor Ochoa ha vuelto a la Comunidad de Madrid. El artista, un viejo conocido del PP madrileño, regaló en 2020 al Gobierno regional una estatua en homenaje a los Héroes del COVID que resultó ser un reciclaje. La obra fue pasto de burlas y críticas desde su inauguración en plena primera ola de la pandemia en la Real Casa de Correos y en compañía de Isabel Díaz Ayuso. Dos años después del escándalo que obligó a la presidenta a retirar la escultura y a esconderla durante meses en un hueco de la escalera, Ochoa ha recibido un nuevo encargo.

Se trata de un busto de dos metros de altura y 100 kilos de peso del rey Felipe VI que acaba de presentarse en la sede del Gobierno. La diferencia con Héroes del COVID es que esta ha sido una adjudicación a dedo por 110.000 euros. Víctor Ochoa, de 68 años, ha sido agraciado con un encargo que recibió en febrero y cuyo contrato se hizo público a través de una licitación en abril.

Desde la consejería de Presidencia, Justicia e Interior de Madrid señalan que repiten con él porque querían un “determinado tipo de escultura y estilo” y que por ello fue un procedimiento sin publicidad y a dedo. “Es como si quieres un retrato de Antonio López, pues solo te lo puede pintar Antonio López”, comparan. Añaden que así “se cierra un ciclo” por parte del artista, que ya realizó también las esculturas del abuelo y del padre de Felipe VI.

Pero Ochoa es un viejo amigo de las administraciones públicas y en su día admitió que no necesita pasar por las vías oficiales para ofrecerse a decorar sus sedes. “Tengo una buena relación profesional a través de mis obras con presidentes, secretarios y entidades”, desveló a este diario en 2020. “Mis contactos son directos”. Así fue como cedió hace dos años a la Comunidad de Madrid una estatua diseñada en 1995 y acabada en 2017 para honrar a “las miles y miles de personas que arriesgaron su vida” en la crisis sanitaria, aunque no fuera tallada con esa intención.

La estatua reciclada

La máscara de esmalte blanco que descansa sobre una pierna de bronce era un fauno mitológico maldito al que Víctor Ochoa no encontraba significado. Entre otros escenarios, la pieza había servido como atrezzo en una presentación de relojes de Hugo Boss o en una exposición del propio Ochoa en el palacio de Boadilla del Monte.

Tras eso, la estuvo guardando sin ningún cometido en su casa hasta que un día la miró y vio en ella “un símbolo, un emblema”. “Cuando tomé conciencia de que era la obra perfecta para definir eso, hice unos retoques, llamé a la Comunidad de Madrid para donarla y aceptaron”, explicó el artista. Para justificarse, defendía que la Estatua de la Libertad tampoco fue creada para Nueva York, sino para el Canal de Suez, ni el David de Miguel Ángel para la Plaza de la Señoría en Florencia.

Aunque para Ochoa eso no invalidaba la carga metafórica de su creación, porque “es el artista quien decide cuándo se dan las circunstancias para exponer su obra”, la Comunidad de Madrid no lo creyó así. Dos días después de presentarla en el patio de la Casa de Correos, la escultura apareció en el hueco de las escaleras, tapada por una manta y “pendiente de ubicación”. Pasó un año escondida en la sede del Gobierno hasta que Ayuso la envió al “hospital de pandemias” Isabel Zendal, polémico símbolo de las políticas sanitarias del PP de Madrid. “El monumento que permanece en almacenes es como si no existiera”, dijo Ochoa, mostrándose conforme con el traslado de su obra al Zendal.

Antes de conocer aquel destino, Víctor Ochoa dijo haberse cerciorado de que recibiría un hueco preferencial: “Al hacer una donación de este coste, tienes que estar muy convencido de que es una magnífica obra, que va a estar bien expuesta y que va a tener la imagen y la difusión que consideras justa para tu obra”. Según sus cálculos, Héroes del COVID tiene un valor de 273.000 euros, aunque él decidió no cobrárselos a la Comunidad de Madrid. “Yo no ofrezco mi trabajo a un partido político, sino al pueblo de Madrid”, aseguraba entonces.

El siguiente homenaje institucional a las víctimas de la COVID partió del Ayuntamiento y fue un Bosque de los Abrazos Perdidos, donde los ciudadanos podían bautizar un árbol en un terreno de Campo de las Naciones con el nombre de algún familiar o ser querido fallecido. Esto sí se llevó a cabo por un artista elegido por concurso público.

Todos los artistas de la presidenta

Víctor Ochoa ha pasado a formar parte de los artistas predilectos de Isabel Díaz Ayuso junto al músico Nacho Cano y al pintor Rafael Cidoncha, que ha retratado a numerosos políticos del Partido Popular y al que la presidenta madrileña encargó un cuadro de Esperanza Aguirre. Aun así, el escultor niega que la Comunidad de Madrid le favorezca más de la mano del PP, a pesar de haber cerrado contratos con ellos a lo largo de su trayectoria.

El idilio de Víctor Ochoa con el arte, y más en concreto con la escultura, se remonta a 1982, después de haber estudiado arquitectura y haber viajado por Latinoamérica y Estados Unidos para matizar sus técnicas. Fue entonces cuando se licenció en Bellas Artes en Barcelona y, a los tres meses, consiguió su primer encargo como escultor. A pesar de pertenecer a una buena familia y ser sobrino-nieto del premio Nobel Severo Ochoa, no cree que su apellido le abriese puertas.

Víctor Ochoa se convirtió en 1994 en uno de los nombres más famosos del sector en España al ganar un concurso auspiciado por el ABC de Luis María Anson para realizar un busto de siete metros de bronce del padre del rey emérito, Juan de Borbón. La estatua que aún luce en el Campo de las Naciones no le costó una peseta a la Comunidad de Madrid, puesto que el periódico monárquico inicio un crowdfunding para sufragar el proyecto para el que algunos jefes de la plantilla cedieron una parte de su sueldo a modo de donación. Recaudaron 40 millones de pesetas.

“Como he esculpido a muchos reyes, desde Alfonso XIII hasta el actual, dicen de mí que soy un escultor monárquico. Es un estigma que sigo teniendo”, admitía Ochoa. También firmó el busto del rey emérito, que está en dependencias institucionales de la Real Casa de Correos y que ahora acompañará al de Felipe VI. “Me pesan las etiquetas, como cuando dicen que tal gobierno del PP o tal otro me hacen encargos. Pero yo digo que no, eh. Trato de mantenerme al margen”, justificó en 2020.

El artista se refiere a piezas como El Jonás de Castellón, por la que el consistorio le pagó 114.000 euros en 2012, o a sus diversas colaboraciones con el Ayuntamiento de Boadilla del Monte, tradicional bastión genovés y donde reside actualmente. También a El zulo, que vendió al Ayuntamiento de Cartagena en 2009 por 740.000 euros y que no estuvo exenta de polémica. Antes de adjudicársela a Murcia en 2009, el homenaje a las víctimas del terrorismo en forma de gigante de dos toneladas y media se paseó por toda España sin que ningún ayuntamiento del PP la comprara.

“Tener libertad para hacer una obra patrocinada por determinado partido político no me preocupa. Si me la financian, fenomenal. Me preocupo de que lo que ejecuto sea veraz, y yo nunca engaño”, decía Ochoa. “Las etiquetas políticas son inevitables, pero llevan muchas complicaciones y no creo que sean reales en absoluto. Un escultor necesita el apoyo financiero de las entidades que estén en el poder, pero su obra siempre ha de ser siempre verídica. Los gobiernos cambian y los políticos también, pero mi trabajo es solo el de escultor. Ninguno más”, concluyó.

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