Cazadores de instantes: la historia detrás de las mejores fotos de naturaleza del mundo
Y de repente, un instante. Un momento único captado por el objetivo. La naturaleza, siempre en movimiento, estática en imágenes espectaculares. Pero aunque parte de la fascinación por esas fotografías surge de sentir que espiamos lo salvaje en el momento oportuno, lo cierto es que no son fruto del azar. Detrás de las mejores fotos de naturaleza del mundo hay mucha preparación, horas de estudio del entorno y la composición previa en la cabeza del fotógrafo de ese parpadeo que se quiere inmortalizar. ¿Pero cómo se prepara uno para lo imprevisible?
El Wildlife Photografer of the Year es el concurso de fotografía de naturaleza más prestigioso del mundo. El próximo 18 de octubre conoceremos a los ganadores, pero de momento la competición, organizada por el Museo de Historia Natural de Londres, ha hecho públicos algunos de los finalistas seleccionados entre más de 50.000 fotografías de 95 países. Entre ellos hay dos españoles.
A través del cristal
Un murciélago salmantino recorre los diarios de medio mundo. Fue 'cazado' por la cámara de Mario Cea el verano pasado en Salamanca cuando el animal revoloteaba en su incursión nocturna habitual en busca de mosquitos. Cea cuenta al eldiario.es que la foto del murciélago atravesando el cristal no es improvisada: primero se formó en su cabeza.
En una de sus salidas al campo el fotógrafo observó “como de una vieja casa abandonada salían una buena cantidad de murciélagos justo al caer la noche”. Tras mucho trabajo de campo, horas de observación del comportamiento de estos animales y de su caótica forma de vuelo en la oscuridad dentro y fuera de la casa, Mario imaginó la foto que quería hacer: “Un cristal que hay que perfilar cuidadosamente con luz artificial desde atrás para que solo nos muestre las aristas y un murciélago cruzando a través del cristal con una perfecta precisión y congelado en el momento exacto”.
Mario, apostado por la noche con su trípode frente a esa ventana rota, utilizó técnicas de alta velocidad que lleva practicando desde hace una década. Para ello, son necesarias “varias unidades de flash para conseguir detener movimientos rapidísimos como el vuelo de este murciélago”. Con la luz de esos flashes trabajó el fotógrafo para resaltar los bordes del cristal.
Pese a la preparación previa, hay que realizar varias sesiones “para ir puliendo fallos hasta encontrar la imagen buscada”. Se hacen series de numerosas fotos para luego seleccionar las mejores candidatas. En este caso concreto, el fotógrafo salmantino tomó más de 40 imágenes, de las que a final se seleccionan dos o tres. “Después hay que decantarse por la que mejor nos parezca en cuanto a composición, iluminación, enfoque, etc.”.
Para el finalista del Wildlife en la categoría Urban lo más complicado de hacer fotografías de este tipo es que “los modelos son imprevisibles”. “Los animales salvajes van y vienen cuando quieren y no puedes hacerlos posar como y cuando tú quieras. Por eso es muy importante conocer sus hábitos, sus costumbres alimenticias el hábitat en el que se mueven etc... Todo ello nos ayuda a tener más éxito en nuestras sesiones”.
El misterio de los peces invisibles
Iago Leonardo es otro de los finalistas con su fotografía de unos peces que se vuelven invisibles de forma misteriosa en el océano abierto, donde no hay lugar para esconderse. Pese a su esfuerzo por desaparecer, Iago, durante sus numerosas inversiones en las aguas cristalinas de la isla de Contoy, los tenía calados.
Este fotógrafo, que cultivó su amor por el mar en Galicia, desarrolla ahora su trabajo en México. Allí consiguió hace unos años un permiso especial de la CONANP (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas) para poder documentar fotográficamente la reserva natural de Contoy, cerca de Cancún.
Iago nos cuenta cómo fue uno de los primeros en poder sumergirse con bombona en esas aguas cristalinas protegidas y comenzó a experimentar con la fotografía acuática. “Todos los días investigaba con tanque y luego siempre por las mañanas o las tardes, como tenía tiempo, también me iba a pulmón”.
En estas excursiones localizó este cardumen. “Estos peces casi siempre estaban allí y les he hecho millones de fotos”, explica.
En la fotografía contrastan dos bancos de peces. Los de abajo son una especie conocida en México como chac-chí. Los de arriba, los que casi no se ven porque se camuflan jugando con la luz, son un banco de Selene vomer, llamados peces hacha en España por la forma de su cabeza y conocidos popularmente como 'papelillos' en México porque son muy finitos.
La técnica de camuflaje del Selene vomer ha intrigado a los científicos. Iago explica que utilizan la refracción de la luz del sol para casi desaparecer en el agua. “De hecho en la foto original no se ven”, cuenta el fotógrafo añadiendo que en el retoque permitido por el concurso tuvo que avivar los colores de los selene para que se vieran “un poquito más”.
Un reciente estudio publicado por la revista Science desveló que emplean unas plaquetas especiales situadas en las células de su piel para reflejar la luz polarizada, lo que les permite camuflarse hasta desaparecer cuando hay algún depredador cerca.
De las numerosas fotos a pulmón que Iago tomó a estos peces 'invisibles' a unos cinco metros de profundidad, esta es la que más le gusta. Tomada con luz natural, “tiene una vectorialidad especial, se aprecia ese corte vertical y lo que es paradójico es que esté ese otro banco de peces abajo que crea ese contraste”.
Iago reconoce que hacer fotografía submarina no es fácil. Él practicó submarinismo en Galicia desde los 16 años, “siempre he estado metido en el agua”, cuenta. Y es que “hay que sentir pasión por este tipo de fotos” y estar preparado para manejar una cámara profesional bajo el agua que además está dentro de una carcasa subacuática.
La imagen estuvo durmiendo en el ordenador de Iago desde el año 2009 junto con otras muchas realizadas a los mismos peces, y ahora es una de las finalistas del Wildlife Photography. El fotógrafo está centrado actualmente en la fotografía artística donde también experimenta con técnicas subacuáticas. “Estoy recuperando archivos de naturaleza para hacer una selección y hacer impresiones en gran formato, y esta es una de las fotos rescatadas”. El fotógrafo cree que su éxito en el concurso viene de la mano del interés de los científicos en conocer cómo la piel de estos peces trabaja para conseguir ese camuflaje casi perfecto en el océano.
La fotografía que fue primero un dibujo
La fotografía de Audun Rikardsen es una de las que más atención está captando entre las imágenes finalistas del concurso. Retrata a la vez la superficie y lo que sucede bajo el mar. Una orca se reparte el botín de arenques con un barco pesquero mientras las numerosas gaviotas que acechan esperando su momento crean un haz de puntos de fuga. Tampoco es fruto del azar.
Audun, profesor e investigador del Ártico y Biología Marina en la Universidad de Tromsø, siempre ha sentido fascinación por las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza. Durante años ha documentado las interacciones entre las ballenas y los pescadores. A veces, son los pescadores los que persiguen a las ballenas para que les guíen a los bancos de peces. Otras, son los grandes mamíferos marinos los que buscan el pescado de sus redes.
Rikardsen explicaba al diario noruego iTromsø que tenía tan pensada la imagen que hasta había hecho un dibujo de la misma. “Lo más divertido es que el boceto y la imagen final son casi idénticos, solo cambia la orientación del barco”, declaraba al diario. Y es que estar en el momento justo y en el lugar oportuno a veces no es suficiente.