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Las amenazas de Trump contra la caravana contrastan con un mínimo histórico de detenciones en la frontera

Raúl Sánchez / Icíar Gutiérrez



Las elecciones legislativas se aproximaban, casi con el paso más acelerado que la caravana de migrantes centroamericanos que atravesaba México y Donald Trump decidía volver a elevar el tono de su discurso antiinmigración.“¡Esto es una invasión de nuestro país y nuestras Fuerzas Armadas os están esperando!”, sostuvo. “Es una emergencia nacional”, añadió.

Sin embargo, los datos oficiales disponibles contradicen los argumentos alarmistas que ha enarbolado el presidente de EEUU para justificar el despliegue de miles de soldados en la frontera con México, donde ya esperan los primeros integrantes de la caravana, tal y como contó eldiario.es desde Tijuana. Allí han llegado más de 2.000 personas tras más de un mes de recorrido desde San Pedro Sula, al norte de Honduras. 

“Las imágenes de los migrantes viajando en grupos grandes pueden generar falsas interpretaciones sobre las actuales tendencias migratorias en la frontera entre México y Estados Unidos: la migración se encuentra en un nivel casi históricamente bajo”, asegura en un análisis reciente el grupo de investigación Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA). 

Según las cifras anuales más recientes de la Patrulla Fronteriza (USBP) analizadas por este medio, el número de personas que fueron arrestadas en 2017 en su intento de cruzar de forma irregular la frontera sur del país cayó hasta niveles de 1971. El año pasado, 303.916 migrantes fueron detenidos, cerca de un 25% menos que en 2016. Los datos de arrestos suelen ser un indicador del número de llegadas irregulares a la frontera de EEUU. Tras detener a los migrantes, las autoridades estadounidenses los retienen en centros de detención con el objetivo de deportarlos. 

Las cifras actuales están muy por debajo de los niveles anteriores de la crisis económica mundial: en 2007 fueron arrestadas más de 800.000 personas y suponen una quinta parte de las contabilizadas en 1998. Desde el 2000, el número de personas que tratan de entrar de forma irregular en EEUU no ha hecho más que disminuir, con pequeños repuntes en algunos años.



Este descenso se debe en buena medida a la menor cantidad de personas de origen mexicano que deciden atravesar la frontera. Con los datos disponibles, se observa que, mientras en el año 2007, más de 800.000 mexicanos trataron de llegar a EEUU, el año pasado esta cifra alcanzó los 127.938 migrantes y es inferior al número de personas procedentes del conocido como 'Triángulo Norte' de Centroamérica  –El Salvador, Honduras y Guatemala–, una zona azotada por la violencia y la pobreza. 

Activistas en defensa de los derechos de los migrantes en EEUU recuerdan que son “muchos los factores” que impulsan la llegada de personas al país y, aunque las cifras hayan disminuido, aún se cuentan por miles, lo que a su juicio demuestra que la política de 'tolerancia cero' de Trump no frena los cruces. “Ni las amenazas de construir un muro, ni tampoco una previsible mayor presencia de agentes fronterizos frena la inmigración”, ha defendido Isabel García, directora de la Coalición de los Derechos Humanos de Arizona, en alguna ocasión.

Además de disminuir el flujo migratorio, las personas que entran son diferentes. En los últimos años, las detenciones de adultos solteros en la frontera ha bajado a la misma vez que las detenciones de menores no acompañados y de familias han continuado aumentando.

En septiembre de este año, los niños y quienes viajaban con familiares eran más de la mitad de todas las personas detenidas por intentar entrar de forma irregular en la frontera. En este contexto se enmarcó la política de separación de familias puesta en marcha por el Gobierno de Trump, por la que más de 2.000 menores fueron apartados de sus familias y encerrados hasta el pasado junio. 



 

Por otro lado, el número de solicitudes de asilo de las personas procedentes de los países centroamericanos no ha hecho más que incrementarse en los últimos años. Según datos de Acnur analizados por este medio, 28.955 hondureños, 35.546 guatemaltecos y 49.726 salvadoreños pidieron protección internacional el pasado año, frente a las no más de 5.600 personas, de las tres nacionalidades conjuntamente, que pidieron asilo en 2008. 

A pesar de los intentos de Trump de impedir el asilo a quien intente acceder de forma irregular a Estados Unidos a raíz del avance de la caravana, las organizaciones especializadas han recordado que las leyes internacionales extienden la protección a cualquier persona que llegue a EEUU y exprese su temor a ser perseguidas, sin importar cómo ingresen al país.



La gran mayoría de quienes huyen de Centroamérica buscan protección en Belice, México y en EEUU, o en Costa Rica y Panamá, de acuerdo con Acnur. Son constantes los testimonios de personas centroamericanas que solicitan asilo tras huir del reclutamiento forzado por parte de pandillas, persecución, violencia sexual y amenazas de muerte en países marcados por un alto nivel de homicidios. Ante la falta de vías legales, recuerda la Agencia de la ONU, muchas personas desesperadas optan cruzar la frontera de forma irregular. 

Organizaciones especializadas aseguran que no siempre tienen opciones de pedir asilo. Amnistía Internacional ha documentado en un informe reciente que la Patrulla Fronteriza ha aplicado en 2017 y 2018 “una política de facto de devolver a miles de personas que buscaban asilo” en pasos oficiales situados a lo largo de toda la frontera con México. “Las personas devueltas a México podrían ser objeto de abusos directos allí o ser expulsadas y correr el riesgo de sufrir violaciones de derechos humanos en su país de origen”, recuerda la ONG, que ha denunciado también la política de detención “obligatoria e indefinida” de solicitantes de asilo mientras se tramitan sus peticiones.



La otra cara de la moneda está en las deportaciones. Las personas de nacionalidad mexicana y las procedentes de países de Centroamérica han sido las más deportadas por Estados Unidos, según las cifras registradas desde 2007. Cuando en EEUU se habla de expulsiones (“removals”), se refieren a deportaciones de personas de origen extranjero por una orden judicial.

Este procedimiento implica que las personas que sean expulsadas del país no pueden solicitar un reingreso a través de las vías legales y, si consiguen volver a entrar en Estados Unidos de forma irregular, su orden de deportación se reestablece y pueden ser expulsados sin necesidad de juicio.

Este tipo de expulsiones en Estados Unidos alcanzaron cifras récord durante el mandato de Barack Obama. Precisamente, este aumento ha coincidido con una caída en las cifras de migrantes procedentes del Triángulo Norte que intentan cruzar la frontera entre México y Estados Unidos de forma irregular.

Aunque el número de arrestos en frontera ha disminuido, el último dato de 2017 apuntaba a que ha habido un aumento del 25% en las detenciones dentro de EEUU, en cumplimiento de la promesa del presidente de endurecer la política migratoria para deportar a quienes residen de forme irregular en el país.



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