Cerca de 690 millones de personas pasaron hambre en 2019 en el mundo, 10 millones más que el año anterior
Nuevo batacazo en la lucha para reducir el número de personas que se acuestan sin haber comido lo suficiente en todo el mundo. Cerca de 690 millones de personas pasaron hambre en 2019, el 8,9% de la población mundial, según el informe elaborado anualmente por varios organismos de Naciones Unidas, publicado este lunes. La cifra supone un aumento de 10 millones con respecto a 2018, y de casi 60 millones en cinco años. Se prevé, asimismo, que este año haya un nuevo incremento debido a la pandemia de COVID-19.
Según explican los autores, la última edición de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo actualiza la información sobre varios países, lo que “ha hecho posible estimar el hambre en el mundo con mayor precisión este año”. En concreto, han revisado la serie completa de estimaciones anuales de China desde el año 2000, “lo cual ha dado lugar a una importante variación a la baja de la serie relativa al número de personas subalimentadas en el mundo”.
Sin embargo, a pesar de la revisión de las cifras, la tendencia al alza mostrada en ediciones anteriores no cambia, y el informe vuelve a concluir que el número de personas afectadas por el hambre a nivel mundial ha ido aumentando lentamente desde 2014, en términos absolutos, tras “decenios de prolongado descenso”.
La mayor parte de ellas, 381 millones, se encuentran en Asia. Más de 250 millones viven en África, donde la cifra de personas que pasan hambre está creciendo más rápido que en cualquier otra región del mundo, recoge el estudio. Le sigue América Latina y el Caribe, con 48 millones, que como región ha experimentado un incremento del hambre en los últimos años. En términos porcentuales, África es la más afectada y lo es cada vez más, con un 19,1% de su población desnutrida.
Así, los progresos en la lucha para poner fin a la inseguridad y todas las formas de malnutrición siguen sin ser ser suficientes para lograr el objetivo de hambre cero en 2030 –al que se comprometieron los líderes mundiales hace cinco años–, advierten los jefes de los cinco organismos responsables del informe en el prólogo, FAO, UNICEF, OMS, FIDA y PMA. Según sus estimaciones, si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre superará los 840 millones dentro de diez años, el 9,8% de la población mundial.
De acuerdo con el estudio, son muchas las razones que explican el incremento de los últimos años. Insisten en que gran parte del reciente aumento puede atribuirse al mayor número de conflictos, “que a menudo se han visto agravados por perturbaciones relacionadas con el clima”. En algunos entornos pacíficos, el hambre ha empeorado porque la desaceleración económica impacta el acceso a los alimentos para la población empobrecida, señalan.
Si se observa la cantidad de personas afectadas por la inseguridad alimentaria grave, otra medida que calcula el hambre de manera aproximada, la tendencia ascendente es similar. El año pasado, cerca de 750 millones de personas –casi una de cada 10 personas en el mundo–, se vieron expuestas a niveles graves de inseguridad alimentaria. “Más allá del hambre, un número cada vez mayor de personas se han visto obligadas a reducir la calidad de los alimentos que consumen, o la cantidad de estos, tal como se refleja en el incremento de la inseguridad alimentaria moderada o grave desde 2014”, indica el estudio.
Se estima que unos 2.000 millones de personas en el mundo no disponían de acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes en 2019. A nivel global, el estudio apunta que la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave, así como solo la grave, es más elevada en las mujeres que en los hombres. “La brecha de género en el acceso a los alimentos aumentó de 2018 a 2019, especialmente en el nivel moderado o grave”, recalcan.
En este sentido, las agencias de la ONU insisten en que, para acabar con la malnutrición, no solo hay que garantizar el acceso de todas las personas a los alimentos, sino a alimentos nutritivos que permitan llevar una dieta saludable. La inseguridad alimentaria, insisten, puede empeorar la calidad de las dietas y, en consecuencia, aumentar el riesgo de diversas formas de malnutrición, lo que a su vez puede conducir a la desnutrición, así como al sobrepeso y la obesidad.
“Solo en Asia, y a nivel mundial en los países de ingresos medianos altos, existen suficientes frutas y hortalizas disponibles para el consumo humano que permitan cumplir la recomendación de la FAO y la OMS de consumir un mínimo de 400 gramos por persona al día”, señalan. Sin embargo, más de 3.000 millones de personas en el mundo no se pueden permitir una dieta saludable, que se estima que es cinco veces más costosa que las que solo satisfacen las necesidades energéticas mediante alimentos amiláceos –que contienen almidón– como el trigo, el arroz o la patata.
Estiman más de 130 millones más por la pandemia
El informe recoge algunas previsiones también sobre el efecto de la pandemia COVID-19, en función de las últimas perspectivas económicas, y estiman que la crisis provocada por el coronavirus puede añadir entre 83 y 132 millones a la cifra de personas subalimentadas en 2020. No obstante, recuerda que el alcance exacto de la devastación causada por la COVID-19 “todavía se desconoce en gran medida”, por lo que cualquier previsión en este momento “está sujeta a un elevado grado de incertidumbre y debería interpretarse con precaución”.
Los organismos de Naciones Unidas alertan asimismo de que a la pandemia se suman “los brotes sin precedentes de langosta del desierto” en África oriental. Ambos fenómenos están empeorando las perspectivas económicas mundiales “de un modo que nadie podría haber anticipado”. Por lo que es posible que la situación “solo vaya a peor si no se actúa con urgencia y se toman medidas sin precedentes”, afirman.
3