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Cinco datos para entender el impacto de la mutilación genital femenina

Manifestación en Kenia contra la mutilación genital/ World Vision

Icíar Gutiérrez

“Intentaron cortarme. Mi padre quería, mi madre no, así que me ayudó a escaparme a casa de mi tía”, resume Charity Elena, de 11 años, en un testimonio recopilado por la ONG Wanawake Mujer. La menor se encuentra ahora en un centro de rescate regentado por activistas locales en Kenia.

Como Charity, muchas niñas y mujeres corren a diario el riesgo de sufrir la mutilación de sus genitales en todo el mundo. Se cuentan por millones. En el Día Mundial de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, celebrado cada 6 de febrero, repasamos algunas claves sobre esta práctica que constituye una forma “extrema” de violencia machista y una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, según las ONG y organismos internacionales.

Afecta a 200 millones de mujeres

Las estimaciones sobre el alcance de la mutilación genital femenina han ido creciendo en los últimos años. Se calcula que hay 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo que han sufrido una mutilación de sus genitales, de acuerdo con los datos de Naciones Unidas. Cada año, tres millones de niñas son sometidas a esta práctica.

Así, en la mayoría de los casos, la ablación se practica durante la niñez, en algún momento entre la lactancia y la adolescencia. Al menos 44 millones de niñas menores de 15 años han sufrido la mutilación de sus genitales. En España, se estima que unas 18.396 adolescentes están en riesgo de sufrir una ablación, según el último estudio de la fundación Wassu UAB.

Crece el rechazo de la población local

La práctica de la ablación genital se concentra en zonas localizadas de África, Oriente Medio, Asia y América Latina, una lista en la que figuran 30 países. Sin embargo, en la mayoría de estos lugares existe un marcado rechazo social a esta práctica, según ha documentado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Con los años, el apoyo a la mutilación ha disminuido, incluso en países donde estaba arraigada, como Egipto.

De acuerdo con los últimos datos del organismo, si se tienen en cuenta de forma global los países donde se sigue practicando, un 67% de las mujeres y un 63% de los hombres piensan que se debe eliminar. En algunos países como Senegal, Camerún o Costa de Marfil este rechazo supera el 80%.

No obedece a ninguna religión

La mutilación genital femenina se considera una manifestación extrema de la violencia machista contra las mujeres por el hecho de serlo y se vincula con otros abusos, como el matrimonio forzado. Sus orígenes no están claros, pero, según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), son anteriores a los comienzos del islam y del cristianismo.

“Ninguna religión fomenta esta práctica”, insisten desde la agencia especializada. La ablación es practicada por algunos grupos musulmanes, por ciertos grupos cristianos y judíos, así como por los seguidores de algunas religiones animistas.

Es una tradición cultural, no religiosa, que responde a varias razones. En primer lugar, resume Unicef, busca disminuir el deseo sexual en la mujer, mantener su virginidad antes del matrimonio y su fidelidad. Por otro lado, significa “la iniciación de las niñas a la edad adulta”.

También influye el empobrecimiento de las mujeres en sociedades donde la ablación es un requisito previo al matrimonio. Algunas comunidades consideran, por su parte, que los genitales femeninos son “poco limpios y antiestéticos” respecto a ideales arraigados de belleza y pureza. En último lugar, a veces se practica “bajo la creencia equivocada” de que lo exigen algunas religiones.

Según el UNFPA, cuanto más extendida está la práctica, más condena, acoso y desarraigo puede sufrir quien decida apartarse de la norma. Por esta razón, el apoyo del resto de la comunidad se vuelve vital para que las familias puedan abandonarla. Asimismo, hay voces que apuntan a la falta de formación de los profesionales que están en contacto con posibles víctimas en Europa, lo que puede derivar en la estigmatización de las víctimas.

Existen varios tipos de mutilación genital 

A menudo, la ablación se reduce a una sola forma, el tercer tipo, este es, la extirpación de los labios menores y mayores y el clítoris, y el posterior cierre de la vagina mediante sutura. Hay, sin embargo, tres tipos más, según la Organización Mundial de la Salud (OMS): la amputación parcial o total del clítoris, la extirpación del clítoris y los labios menores y, por último, el resto de técnicas lesivas como la perforación, incisión o el raspado de la zona genital.

Los efectos en el cuerpo y el bienestar mental de las mujeres y las niñas son muchos. Puede producir inicialmente un dolor intenso, hemorragias graves (en muchos casos mortales) y problemas urinarios. Más tarde puede causar quistes, infecciones, infertilidad, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido. A largo plazo, puede derivar en problemas de salud mental como depresión, ansiedad y escasa autoestima.

Algunos avances de la lucha contra la ablación

A pesar de que la mutilación genital femenina permanece arraigada en algunas sociedades, a día de hoy, una niña tiene un tercio menos de posibilidades de sufrir una mutilación que en 1997, según Unicef. Su alcance ha caído casi un 25% desde 2000 a nivel mundial y, en una década, alrededor de 18.000 comunidades han rechazado públicamente esta práctica.

Las organizaciones internacionales y locales han jugado un papel importante en su progresiva erradicación sensibilizando a las comunidades y atendiendo a las mujeres y menores afectadas. El pasado enero, Liberia decidió prohibir la mutilación genital femenina, pero solo por un año. Los activistas locales ya presionan al presidente para que la ley sea permanente.

Pero la prohibición sobre el papel no implica que la ablación, en la práctica, vaya a pasar a la historia, tal y como se propusieron los líderes mundiales en uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030.

En verano de 2016, el Parlamento de la Unión Africana (UA) prohibió la mutilación genital femenina en sus 50 estados miembros. Las ONG lo celebraron pero insistieron: “Hay que trabajar con estas comunidades desde dentro y mostrar alternativas, como apoyar a las mujeres que practican la ablación para que puedan cambiar de trabajo”.

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