Sus demandas no son nuevas; sus gritos, lemas y pancartas son los de siempre. Año tras año, su indignación no cambia, tan solo se suma tiempo de protesta y espera: más de 40 años en los que no ha pasado nada en el Sáhara Occidental. La inacción frente a la ocupación marroquí, la falta de soluciones y un reférendum de autodeterminación que no llega ha empujado a centenares de personas a recorrer el centro de Madrid porque, reza el lema de la convocatoria, “ahora toca Sáhara”.
“Cada año venimos aquí, pedimos lo mismo para no recibir nada. Nada. Ni la mínima atención ”, dice tajante una joven saharaui mientras camina por la calle Atocha de Madrid con dirección a Sol. “Pero aquí seguimos con la lucha, no nos cansamos hasta que se ponga fin a la ocupación marroquí de nuestro país”, dice la mujer, estudiante de Integración Social en Barcelona, que viaja con frecuencia a los campamentos de refugiados donde vive su familia en medio del desierto argelino.
Como ella, centenares de personas han viajado a Madrid desde diferentes puntos del Estado español, así como desde los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia) y los territorios ocupados del Sáhara Ocidental. Lo hacen para recordar que existen, y apuntar la responsabilidad española a la hora de presionar a Marruecos para resolver el conflicto, 42 años después de la firma del Acuerdo Tripartito de Madrid, considerado ilegal por la ONU, con el que España trató de transferir la administración de la entonces colonia española a Marruecos y Mauritania.
“El Estado español abandonó el Sahara Occidental sin concluir el proceso de descolonización que se había iniciado y sin respetar su derecho a la autodeterminación”, señala el manifiesto de la marcha, leído por el cineasta Carlos Bardem. También han acudido a la marcha el diputado de Compromis, Enric Bataller, el de Podemos, Diego Cañamero y la eurodiputada de IU, Paloma López.
Según continúa el manifiesto, el Estado español “debe asumir un papel más activo, en la búsqueda de una solución urgente, justa y definitiva”, a través del prometido referéndum de autodeterminación, reconocido por la ONU. “Lo único que pedimos es que repare el daño causado con el abandono y la repartición del Territorio”.
“Venimos a gritar aquí porque allí nos maltratan por ello”
Contra esa división del territorio y las vulneraciones de derechos humanos lucha cada día detrás de su cámara Ahmed Etanji. Este periodista saharaui documenta los abusos marroquíes en los territorios ocupados. “Venimos para gritar por un Sáhara Libre. Por lo menos aquí podemos levantar banderas de la RASD (República Árabe Saharaui democrática) y no sufrimos represión, porque en el Sáhara ocupado tenemos prohibido levantar banderas o gritar eslóganes para reivindicar la libertad”, lamenta Etanji mientras continúa la marcha. “Hacer esto allí puede conllevar detenciones, torturas o maltrato”.
“Un año más en el que se alarga el conflicto y sufrimiento del pueblo saharaui. Pero también es un año más en el que aumentamos nuestra fuerza porque, en cada una de estas manifestaciones, demostramos que seguimos existiendo y revindicando nuestros derechos legítimos. Tenemos mucho apoyo”, añade el reportero saharaui, quien considera que el Gobierno de España “guardia silencio” porque “son aliados de Marruecos” ya que, sostiene, “pone los intereses económicos por encima de la defensa de los derechos humanos”.
En esta línea, desde CEAS Sáhara, convocantes de la marca, recuerdan que el Ejecutivo español debe cambiar su posición para “ayudar activamente en todos los foros internacionales, y en particular ante los Gobiernos de Francia y EEUU, para que el Pueblo Saharaui pueda libremente decidir su futuro”.
De vez en cuando, las voces de varios hombres saharauis entonan un grito cada vez más extendido entre la juventud de su pueblo: “Si esto no se arregla, ¡guerra, guerra, guerra!”. El agotamiento ante una situación que no cambia provoca que cada vez más jóvenes refugiados saharauis pidan al Frente Polisario que las armas sustituyan a la resistencia pacífica.
“Estamos cansados. Yo creo que la única solución está en las armas, al menos así podríamos presionar a la comunidad internacional para que actúe”, afirma Bulahi, de 25 años, que viajó a Madrid esta semana desde el campamento de refugados saharauis de Auserd (Tinduf, Argelia). “Vivimos en el desierto y, desde la crisis española, cada vez tenemos menos comida y medicinas porque vienen de la cooperación internacional. Viviendo así, no me da miedo la guerra”, apunta el joven.
En esta línea, CEAS Sáhara de que “la paz y la estabilidad en la región dependen en buena medida de la pronta y justa solución del conflicto del Sahara Occidental”. “No podemos cerrar los ojos y mirar hacia otro lado”, concluye el manifiesto.
Finalizada la lectura y las diversas intervenciones, la masa de gente toma el relevo, coreando el grito de siempre para pedir lo mismo de siempre: “¡Sáhara Libre!”