Una campaña en redes sociales le describe como uno de los principales problemas de Madrid. Él mira de reojo en todas direcciones mientras su mano no se desprende de la cuerda que le une a lo poco que posee. A sus pies se extienden decenas de camisetas de fútbol sobre la manta blanca que le da de comer. Ajeno al ruido mediático, Aboubakar (nombre ficticio) se preocupa por volver a casa con 20 euros más y sin una multa bajo el brazo.
Trata de atraer sin éxito a un chaval que parecía detenerse a observar las prendas de sus equipos favoritos. En una de sus miradas dirigidas a cada lateral de la Puerta del Sol, algo le empuja a tirar de la cuerda y colocar la mercancía sobre su espalda. Sus compañeros le imitan. Un camión de policía se dirige lentamente hacia ellos. El grupo, formado por cinco vendedores ambulantes, extienden de nuevo las sábanas cinco metros más allá.
“No quieren que estemos aquí, dicen que les molestamos, pero la manta es nuestra única opción para ganarnos la vida” dice el senegalés mientras ordena de nuevo su mercancía. “¿De verdad alguien piensa que me quiero dedicar a esto? ¿Cómo me va a gustar este trabajo?”, se cuestiona Aboubakar con cierta resignación. Vive de forma regular en España pues cuenta con la residencia italiana, donde vivió durante cinco años.
En 2015 decidió trasladarse a Madrid, para reunirse con su hermana mayor. “En Italia tampoco encontraba trabajo. He venido a intentarlo aquí, pero no consigo nada estable. Y tengo que acudir a la manta para sobrevivir”.
Es una de las personas que “ocupa las calles”, según jadean desde Ciudadanos en una campaña lanzada este jueves contra los manteros en redes sociales, que se une a la retahíla de acusaciones políticas y mediáticas dirigidas contra el colectivo tras la agresión de un grupo de vendedores ambulantes a un turista en Barcelona.
“Es verano y ahora están criminalizando a un colectivo vulnerable para hacer campaña electoral”, analiza Malick Gueye, portavoz del Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid. Begoña Villacís, en vez de buscar soluciones políticas para todos los ciudadanos, nos ataca: es miserable. Ciudadanos copia el modelo racista de Le Pen, pero en plan cutre“, sentencia el representante de los manteros de la capital.
Gueye dice estar harto de repetirlo: “Las mafias no existen en la manta. Que no mientan a costa de la vida de la gente. ¿Por qué no van a la aduana o a los polígonos industriales? Ahí es donde los manteros van a comprar la mercancía, como puede ir cualquier persona”, continúa Gueye con indignación.
“Los manteros se defendieron de una agresión anterior”
Desde Barcelona, Lamine Bhatily responde a las acusaciones y el trato mediático recibido en las últimas semanas. “No queremos que los políticos nos utilicen en sus campañas para atacar a los inmigrantes y ganar votos. No somos instrumentos de nadie”, lamenta el portavoz del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona.
El relato de la agresión de los manteros a un turista publicado durante los primeros días difiere de la consecución de los hechos descrita por el colectivo. El estadounidense herido ha asegurado que, momentos antes, había visto a “un grupo de africanos atacando a una mujer”, por lo que afirma que acudió en su defensa y fue entonces cuando un grupo de vendedores ambulantes le golpearon.
Por su parte, desde el Sindicato niegan haberse enfrentado a “ninguna mujer”. “Dos chicos estaban borrachos regateando un precio de un bolso que vendía un compañero. Este dijo que no lo veía bien y ellos se enfadaron. Llevaban una botella de cristal de cerveza y se la lanzaron cuando el mantero se giró. Le dieron en la nuca. Y el compañero estaba herido pero nadie hizo nada. Los otros compañeros fueron a ayudarlo y se enfrentaron con los dos chicos. El turista vio la escena y acudió en defensa de los dos hombres, cuando no sabía ni cuál era el problema, y mis compañeros fueron contra él” señala el portavoz del Sindicato de Manteros de Barcelona.
Lamine describe la presión policial que, según denuncia, sufren los manteros cada día. El portavoz de los vendedores ambulantes de Barcelona recuerda las lesiones de un compañero durante un control policial que tuvo lugar en junio en Plaza Catalunya. El hombre acabó inconsciente en el suelo, como quedó retratado en varias imágenes. “Los medios no hablan de eso, pero no dudan en llamarnos violentos a todos ”, increpa Lamine. “La vida de los negros no importa”.
La presión policial, su día a día
Esa persecución criticada por Lamine los empuja a vivir con miedo, señala. Expertos y activistas consultados coinciden en que sus precarias condiciones de vida arrojan a estas personas al top manta. La venta ambulante, al mismo tiempo, los condena a una serie de riesgos, al tratarse de actividad condenada por el Código Penal.
Quienes viven en España de forma irregular entran en un círculo vicioso del que es complicado escapar. “Por este tipo de trabajo les pueden sancionar, se generan antecedentes penales y esto les imposibilita regularizarse. Es una espiral infinita de persecución”, recuerdan desde la Asociación de Sin Papeles de Madrid (ASPM) en una entrevista reciente.
Desde 2015, la comercialización de productos falsificados puede ser castigada con una pena de prisión de seis meses a dos años y multas. A ello se suman las multas generadas por las ordenanzas municipales que prohíben esta práctica y su dificultad para costearla, lo que dificulta aún más la regularización de las personas sin papeles.
Estas sanciones, a su vez, aumentan las posibilidades de una deportación, aunque tengan su documentación en regla. Si un extranjero es condenado a más de un año de cárcel, puede perder la residencia y ser expulsado de España, según la Ley de Extranjería. Si se encuentran en situación irregular, su exposición constante a la Policía durante sus jornadas de trabajo en la manta les aboca a una vida de constante alerta ante la posibilidad de ser arrestados y recibir una orden de expulsión, alerta la ASPM.
Cansados de los medios de comunicación
Aboubakar es uno de los pocos manteros desplegados en la Puerta del Sol madrileña que accede a hablar con eldiario.es. La desconfianza de los vendedores ambulantes con la prensa es evidente en cada una de las reacciones surgidas tras escuchar la palabra “periodista”. Siempre con respeto, la mayoría responde que prefiere no hablar con los medios. “Vienen muchos periodistas, ¿para qué? Hablamos con ellos y, luego, solo nos insultan en la televisión”, responde otro joven senegalés.
A Malick le resulta familiar el aumento del foco mediático sobre los manteros. También el enfoque negativo que predomina en las informaciones sobre ellos, lamenta. “Siempre, cada verano, aumenta la criminalización. Como no hay otras noticias, se centran en nosotros”, critica Gueye. “Lo que interesa es sacar al mantero pegando a alguien. Cuando se defienden, muestran solo la imagen racista para decir que los manteros son violentos, cuando son ellos quienes sufren el racismo estructural todos los días en las calles”.
Buscan alternativas a la manta, pero piden apoyo
Ambas asociaciones recuerdan la necesidad de generar alternativas para que los vendedores ambulantes puedan dejar la manta. “Los partidos racistas, en vez de hacer su trabajo, nos criminalizan. Su responsabilidad es dar soluciones políticas para todos los ciudadanos, incluidos los manteros”, sostiene Gueye. Su compañero de Barcelona destaca la “falta de respuestas” de los diferentes representantes políticos ante la presentación de una serie de proyectos destinados a este fin.
Si Mahoma no va a la montaña, que la montaña vaya Mahoma, pensaron hace un mes desde el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. Con este propósito, se organizaron para formular ellos mismos varios proyectos para generar alternativas laborales para los manteros. Hace un mes, explica Lamine, los presentaron ante el Parlament para solicitar apoyo pero, de momento, no han obtenido respuesta.
Entre ellos se encuentra la marca Top Manta, que ya cuenta con una tienda física en Barcelona y ha recibido un gran apoyo social a través de un crowfunding lanzado por el colectivo. También han proyectado la creación de un local para sacar de la calle a las mujeres que trabajan realizando trenzas en los alrededores de Barcelona, así como una cooperativa para “desmontar y montar festivales o mercadillos”.
“Los manteros estamos dispuestos a dejar la venta ambulante, pero nunca vamos a hacerlo mientras no tengamos y recursos. Los representantes políticos no contestan. Quieren ver a los manteros ocupando la vía pública para que puedan criticarnos y hablar de nosotros”, critica el portavoz de los vendedores ambulantes de Barcelona.
Amin (nombre ficticio) descansa junto a su saco en uno de los escalones que rodean la fuente situada en la Puerta del Sol. Lleva solo dos meses en España y también pasó una temporada en Italia. Su padre regenta una pequeña tienda en el barrio de Lavapiés. De momento, el recién llegado solo puede ayudar en su casa con la venta de la mercancía que guarda en el interior de la sábana blanca que le acompaña. “Nadie nos quiere aquí porque somos negros. Yo tampoco quiero estar aquí pero, ¿qué hago si no? Tengo que llevar dinero a casa”.