Los menores inmigrantes tutelados, bloqueados en Melilla aunque sus centros estén saturados
Salahdin escapó con 11 años de su casa, en Marruecos. “Por problemas familiares con mis padres”, cuenta por teléfono. A los 15 consiguió entrar en Melilla y creció en el centro de menores de La Purísima, criticado por varias ONG por una situación de saturación “permanente”. El Gobierno de la ciudad autónoma ha admitido recientemente el exceso de ocupación en el centro: acoge a 220 menores, cuando su capacidad es de 180. La solución de las autoridades ha pasado por incluir aulas supletorias con literas, pero no trasladan a los menores a centros de la Península, ya que Melilla “se encuentra fuera del Acuerdo Schegen”. Con los mayores de edad internados en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad sí se efectúan estos desplazamientos.
Cuando Salahdin llegó a España, en 2005, pasó unos días en las calles de Melilla hasta que lo encontró la Policía y lo llevó al Centro de Menores La Purísima. El Estado tiene la obligación de integrar en su sistema de protección a los menores extranjeros no acompañados (MENAS) –como se conoce a los niños que migran solos hasta España– al igual que a cualquier otro niño en desamparo. La Administración asume su tutela, que en España queda bajo competencia de las comunidades y ciudades autónomas, y por tanto se responsabiliza del bienestar de los menores.
Al joven marroquí no le sorprenden las cifras de saturación de La Purísima. “Siempre había mucha gente”, dice con naturalidad. La solución del Gobierno de Melilla a la falta de medios ha pasado por añadir “dos aulas habilitadas como dormitorios con literas”, explican desde la Consejería de Bienestar Social de la ciudad.
Las medidas provisionales son insuficientes ante un problema que, según José Palazón, director de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein) de Melilla, “es endémico”. En su experiencia la falta de recursos se mantiene como una constante, con algunas etapas más difíciles que otras. “Pero no sobran niños, lo que falta es centro”, critica.
Lourdes Reyzábal, presidenta de la Fundación Raíces, se alegra de que la Administración admita el problema: “Los chavales en Melilla ya nos lo decían. Algunos aseguran que prefieren vivir en el puerto que en el centro. Espero que al reconocer la saturación ahora permitan los traslados a la Península como ocurrió en Canarias cuando no podían atender a los menores, en la época en la que recibió más inmigrantes”.
Bloqueados en Melilla
Sin embargo, por el momento, el Gobierno melillense no baraja la opción del traslado de los menores a ningún centro de la Península pese al exceso de ocupación. En la fundación La Merced Migraciones, que acoge a jóvenes migrantes mayores de edad y trabajó en el pasado con MENAS, no tienen “constancia” de la existencia de desplazamientos de menores desde las ciudades autónomas.
Según fuentes de la Consejería de Bienestar Social, el hecho de que Melilla (al igual que Ceuta) se encuentre fuera del Acuerdo Schegen impide los traslados. Además, “cada comunidad asume los menores de su propio territorio y sólo en casos excepcionales se pueden realizar dichos traslados”, indican. Sobre si la falta de recursos suficientes para 40 niños no cumple con la excepcionalidad requerida, las fuentes oficiales aseguran que las medidas tomadas garantizan el bienestar de los menores.
La presidenta de la Fundación Raíces critica la negación de las autoridades a trasladar a los menores en estas condiciones, como sí se aprueban para los inmigrantes mayores de edad internados en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, a través de salvoconductos que permiten el desplazamiento a los Centros de Internamiento de Extranjeros de otras ciudades españolas. “No llevan a los menores a la Península porque el Gobierno quiere mandar un mensaje de que así no se llega a España”, denuncia Lourdes Reyzábal.
Según una respuesta escrita del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdas, los traslados deben ser autorizados por “las Administraciones públicas (que), en sus relaciones, se rigen por el principio de cooperación y colaboración”. Es decir, el Gobierno de Melilla debería mover ficha y encontrar alguna comunidad que esté dispuesta a recibir a los niños.
En el Ejecutivo de las Islas Canarias recuerdan que el Gobierno central –presidido por José Luis Rodríguez Zapatero– no colaboró con la región cuando tuvieron una mayor llegada de inmigrantes, a mediados de la década de los 2000. “Canarias concertó los traslados con varias ONG, con el consentimiento de las Comunidades Autónomas en las que se encontraban los centros, pero los chicos seguían mantenidos por Canarias, que conservaba su tutela”, apuntan fuentes de la Consejería de Cultura, Deportes, Política Sociales y Vivienda de las islas. La medida era más barata que construir centros y, además, “la integración de los niños en macrocentros no iba a ser buena para ellos”, explican fuentes oficiales.
Entre las consecuencias del bloqueo, según los testimonios recogidos por la Fundación Raíces, figuran un gran número de adolescentes que dicen ser mayores de edad a las autoridades para poder ir al CETI y, desde allí, soñar con conseguir un salvoconducto hacia la Península. “Tenemos casos de chicos que luego, en Madrid, nos han buscado y han entrado en los sistemas de protección cuando han conseguido probar que son menores de edad”, explica Lourdes Reyzábal.
Devolución a Marruecos
El Gobierno de Melilla ha demandado la necesidad de trasladar a estos menores. Pero su país de origen. La gran mayoría de los niños que recibe La Purísima proceden de Marruecos y, según fuentes de la Consejería de Bienestar Social, debería aplicarse el nuevo protocolo MENAS (aprobado el pasado julio), que encuentra entre sus prioridades “el retorno del menor a su país de origen, bien con su familia bien en un centro de acogida de menores”. “La colaboración de Marruecos y España en este sentido no la estamos viendo”, indican en el Gobierno melillense.
Núria Empez, educadora social y coordinadora del libro Dejadnos crecer. Menores migrantes bajo tutela institucional, alertó en una entrevista con eldiario.es de las precauciones que hay que tomar ante la devolución de los menores: “Los educadores también pensamos que los niños deben crecer en sus familias, pero las devoluciones que se hacían a mediados de los 2000 se estaban haciendo sin garantías. Se dejaba a los menores en la frontera y España no se aseguraba de que ese menor acababa con su familia”.
José Palazón critica “la campaña” del Gobierno de Melilla para intentar devolver a los menores, “que prima la política del control de fronteras sobre las de protección de la infancia”. Palazón indica que si a la hora de suspender el tutelaje de un niño en España se revisan las condiciones de su hogar, el Estado debería hacer lo mismo con un menor inmigrante. “Hay que tratarlos con la misma dignidad; no devolveríamos a su casa a un niño español si lo pegan sus padres, por ejemplo”.
En el Gobierno de Melilla indican que el retorno no está pensado para los menores que cumplen con sus estudios y se atienen a las normas del centro. “Pero tenemos más de 100 menores que no se quieren integrar, que no quieren estar en el centro. Prefieren estar en la calle e intentar colarse en algún barco para llegar a la Península. Es con estos chicos con los que creemos que habría que intentar que Marruecos se hiciera cargo de ellos”, afirman.
Su postura, recuerdan, “pretende cumplir con el interés superior del menor, y que entendemos que todos los menores deben de encontrarse con sus familias”. Salahdin recuerda los motivos que le hicieron abandonar su casa y tiene claro que, en su caso, no podría haber crecido con sus padres. “No, no. No podía regresar. Yo no salí por pobreza, salí por problemas con mi madre y mi padre”, dice. Ahora, intenta montar un negocio en Marruecos, “gracias también a los estudios que hice en España”. Antes de despedirse, da las gracias: “Después de tanto tiempo, aunque hubo cosas malas y te lo ponen difícil para conseguir los papeles, tienes que dar las gracias. Al menos han hecho algo por mí”.