THE GUARDIAN

Nagorno-Karabaj: miles de desplazados y una explosión que deja 20 muertos mientras Azerbaiyán y Armenia hablan en Bruselas

Andrew Roth / Sam Jones

Goris —
26 de septiembre de 2023 09:52 h

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Enviados de Bakú y Ereván se han reunido este martes en Bruselas para mantener conversaciones, mientras miles de refugiados huyen de Nagorno-Karabaj tras la toma relámpago por Azerbaiyán del enclave de mayoría étnica armenia. La semana pasada, una ofensiva de las fuerzas de Bakú estableció el control azerí sobre la región separatista, obligando a los combatientes de etnia armenia a desarmarse.

La reunión del martes en Bruselas es el primer encuentro de este tipo desde la ofensiva, pero está previsto que los líderes de ambos países se reúnan el mes que viene en el marco de la Comunidad Política Europea que se celebrará el próximo 5 de octubre en Granada. La UE confía en que esa cita sirva para avanzar en los “esfuerzos de normalización” después de un primer encuentro diplomático en Bruselas en el que ambas partes “entablaron conversaciones sobre posibles medidas concretas para hacer avanzar el proceso de paz entre Armenia y Azerbaiyán”, según ha informado el Consejo de la UE en un comunicado. Las medidas tienen que ver con la delimitación de fronteras, la seguridad, la conectividad, las cuestiones humanitarias y el tratado de paz.

El encuentro en la capital comunitaria ha servido para un primer intercambio de impresiones. En el mismo han participado el Secretario del Consejo de Seguridad de Armenia, Armen Grigoryan, y el Asesor de Política Exterior del Presidente de Azerbaiyán, Hikmet Hajiyev, auspiciados por los asesores diplomáticos (Simon Mordue y Magdalena Grono) del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que se ha unido brevemente. También estaban representados los consejeros nacionales de seguridad de Francia y Alemania así como el Representante Especial de la UE para el Cáucaso Meridional y la crisis de Georgia, Toivo Klaar.

“La UE invitó a los participantes a intercambiar puntos de vista sobre la situación actual sobre el terreno y los diversos esfuerzos encaminados a atender las necesidades urgentes de la población local”, asegura el Consejo en un comunicado: “Hikmet Hajiyev expuso los planes de Azerbaiyán para proporcionar ayuda humanitaria y seguridad a la población local. La UE insistió en la necesidad de transparencia y acceso para los agentes internacionales humanitarios y de derechos humanos”.

Varios días después de los combates, los primeros refugiados llegaron a Armenia el domingo y hasta ahora han entrado 13.550 personas, según informó Ereván el martes por la mañana. Muchos han huido a Goris, una ciudad turística cercana a la frontera con Armenia que está en el centro de un éxodo de refugiados que podría llegar a las 120.000 personas.

“He construido mi casa durante 30 años y lo único que tengo conmigo es esta bolsa”, contaba Gayane Shagants, que huyó de la ciudad de Martakert con su hermano y la familia de éste: “Mi casa está en esta bolsa. Deberían estar muy contentos de que nos vayamos porque les dejamos nuestras casas”.

Su hermano, Genadi Hyusunts, dijo que acababa de traer a casa a su bebé de cuatro días del hospital cuando comenzaron los bombardeos azerbaiyanos la semana pasada. A las pocas horas, tuvo que llevar a toda prisa a su mujer, al recién nacido y a sus otros seis hijos al refugio de su Martakert natal, mientras él se dirigía a la línea del frente.

Muchos de los que cruzan a Armenia a través del corredor de Lachin, bloqueado durante 10 meses por las fuerzas azerbaiyanas, ya se han visto obligados a abandonar sus hogares en conflictos anteriores.

“Ya he vivido mi tercera guerra”, dijo Anna Hakobyan, una mujer de unos 70 años, que evacuó con su madre de 90 años. “Nunca volveré. Ya es suficiente para mí”.

Las ciudades fronterizas parecen en peligro de verse desbordadas, con los hoteles y albergues de la ciudad totalmente llenos y los refugiados agolpándose en torno a los centros municipales con todas sus pertenencias atadas a los techos de sus coches.

Explosión y 20 muertos

A última hora del lunes, una explosión en un depósito de combustible cerca de la capital regional de Nagorno Karabaj, Stepanakert, dejó al menos 20 muertos y casi 300 heridos, según las autoridades separatistas armenias. La gente había hecho cola en el depósito para recoger combustible antes de partir hacia Armenia.

La explosión tuvo lugar horas después de que se celebrara el lunes la segunda ronda de conversaciones entre funcionarios azerbaiyanos y representantes separatistas en la ciudad de Jodzhali, al norte de la capital de Nagorno Karabaj. La primera ronda se celebró la semana pasada.

La oficina presidencial de Azerbaiyán afirmó en un comunicado que las conversaciones se celebraron “en un ambiente constructivo” y que los debates se centraron en la ayuda humanitaria a la región y los servicios médicos.

Mientras los armenios siguen huyendo de Nagorno-Karabaj, Moscú y Washington se acusan mutuamente de desestabilizar la región del Cáucaso Sur. Aunque Armenia contaba con una asociación de seguridad con Rusia desde la desintegración de la Unión Soviética, sus relaciones se han deteriorado desde que el presidente Vladimir Putin lanzó la invasión de Ucrania en 2022.

El martes, un portavoz del departamento de Estado estadounidense culpó a Moscú de no haber intervenido en la toma de Azerbaiyán la semana pasada. “Creo que Rusia ha demostrado que no es un socio de seguridad en el que se pueda confiar”, declaró a la prensa.

Las declaraciones no fueron bien recibidas por Rusia. “Instamos a Washington a abstenerse de palabras y acciones extremadamente peligrosas que conduzcan a un aumento artificial del sentimiento antirruso en Armenia”, declaró Anatoly Antonov, embajador ruso en Estados Unidos, en la aplicación de mensajería Telegram.

Armenia y Azerbaiyán han librado dos guerras en las últimas tres décadas por Nagorno-Karabaj, un enclave de mayoría étnica armenia dentro de la frontera internacionalmente reconocida de Azerbaiyán. La operación relámpago llevada a cabo por Azerbaiyán el 19 de septiembre para hacerse con el control del territorio llevó a los separatistas a deponer las armas en virtud del alto el fuego acordado al día siguiente.

La operación se produjo después de que Bakú bloqueara la región durante nueve meses, lo que provocó la escasez de suministros básicos. Los separatistas han declarado que 200 personas murieron en los combates de la semana pasada. Bakú anunció también la muerte de dos de sus soldados el domingo, cuando una mina alcanzó su vehículo.