54 bizum y algunos guasap para regresar a Beirut
6 de octubre, Patricia Falcón, cooperante canaria de 56 años, recibe un mensaje por guasap de su amigo Afif desde Beirut, entonces en pleno bombardeo israelí: “La situación está cada vez peor, estoy pensando en coger a mi familia y huir a Siria”. Patricia y Afif se habían conocido en enero de 2021, cuando, en plena pandemia de COVID, ella quedó confinada en un hotel de la capital libanesa. Un amigo español residente en Beirut los puso en contacto y Afif se convirtió en su enlace con el mundo exterior.
A pesar de su título universitario en sistemas de gestión de la información, el joven libanés tiene que ganarse la vida como conductor. Por fortuna, tiene un coche. Otras misiones en Beirut de Patricia, en las que siempre cuenta con el “amable y discreto” chofer libanés, cimentan una amistad que mantiene viva la línea umbilical del guasap.
El 6 de octubre, el día de aquel mensaje desesperado, ya se habían producido los atentados con la explosión de miles de busca-personas y walkie talkies de miembros de Hezbolá en Líbano y Siria, y desde entonces la situación no había hecho más que empeorar en la región. Las imágenes de Beirut bajo las bombas inquietan a la cooperante, ahora en España, que teme por Afif y su familia: su esposa, Layan, y los hijos del matrimonio, Nour, de 13 años, y Hadi, de 5.
Volvieron a contactar cuatro días más tarde. “El día 10 escribo de nuevo porque había escuchado en las noticias que habían bombardeado su barrio en Beirut”. Cuando los bombardeos destruyeron unos edificios a cien metros de donde vive la familia, Afif tomó la decisión de huir a Siria. Su razón es poderosa y la entiende cualquier padre y cualquier madre en cualquier lugar del mundo: “Lo que me hizo dejar Líbano fueron los niños, yo estaba aterrorizado por lo que les podría pasar”, explicaría días más tarde.
Mientras, en Las Palmas de Gran Canaria, Patricia siente la impotencia de no poder ayudar a su amigo. “Al final había cogido a su familia y se había ido a Siria, pero pensaba pasar a Irak, porque era más seguro y porque la situación en Siria era tremenda. No me atreví a preguntar los detalles”.
La familia del chofer beirutí pasó dos días con sus noches metidos en autobuses para finalmente refugiarse en Irak. El guasap del 10 de octubre no recibe respuesta hasta el día 13, cuando la familia llega por fin a Bagdad. Irak trata muy bien —“como a invitados”— a los refugiados libaneses, subraya Afif. Pero “la situación se alarga”, los ahorros se agotan y no es fácil vivir en un lugar “donde no conoces a nadie”.
En uno de los mensajes de Afif desde Irak —“you have kids and feel also moral and material pressure”— Patricia atisba un ruego. “La señal no es explícita, pero para mí es clara viniendo de una persona que jamás me había pedido ayuda”.
Pasan los días. El 26 de noviembre Netanyahu, el primer ministro de Israel, anuncia un alto el fuego en Líbano tras dos meses y medio de guerra abierta y 3.800 muertos. Antes se ceba con Beirut, que vive unas horas dantescas a causa de los bombardeos.
La noticia del alto el fuego provoca un nuevo contacto por guasap. La familia intentará regresar a Beirut. Patricia se desespera por ayudar a su amigo, pero no era posible mandar dinero desde España a Irak. “Además, la cantidad que yo habría podido enviar habría sido irrelevante”.
Deciden que el dinero para el viaje podría ser un préstamo de un familiar desde Líbano, que se abonaría con lo enviado desde España. “Ahí es cuando toma forma la idea de escribir a mis amistades, a pesar de que me daba cierto pudor”. Justo cuando la cooperante canaria termina de enviar el mensaje a sus amigos en España, recibe otro de Afif desde Bagdad: “Se ha cerrado la frontera con Siria (el país que debe atravesar para llegar a Líbano desde Irak) por el avance de los rebeldes”.
Patricia se sume en “pensamientos oscuros”, pero casi al mismo tiempo “empieza el aluvión de bizums”. Amigos y amigas de Patricia, pero también amigos y amigas de estos, reaccionan con generosidad y rapidez: reúnen 2.955 euros en 54 bizums.
A estas alturas, los benefactores de Afif en España ya reciben noticias casi diarias sobre las dificultades que afronta la familia a través de Patricia, la cooperante que ahora ejerce con un móvil y a quien su antiguo chofer llama “habibi” (amiga).
El dinero ya está, pero aún hay que salir de Bagdad. El 1 de diciembre Afif habla esperanzado del regreso a Líbano, pero, a los ocho días, un nuevo giro en la política de la región vuelve a zarandear a la familia. Cae Al Assad en Siria y definitivamente el avión se convierte en la única opción. Por fin, el 16 de diciembre, tras una espera angustiosa, Afif, Layan, Nour y Hadi consiguen plaza en un vuelo de la Middle East Airways, la única compañía que seguía operando entonces entre Irak y Líbano.
La familia ya está en Beirut, la situación no es fácil, pero están en casa. La operación puesta en marcha por Patricia tendrá una consecuencia positiva más: Afif entrega un 10% del dinero recaudado en España a Dalia, una mujer dedicada a asistir a niños y niñas en Líbano, y a la que Patricia conoció hace años en Tiro en una de sus misiones. Para Dalia, la llamada de Afif, un extraño hasta ese momento, y lo que tiene que contarle son auténticas sorpresas. “El efecto mariposa”, apunta Patricia.
“La guerra es algo tan terrible que sentirse seguro es la mayor de las bendiciones”, sentencia Afif. La amistad sigue por guasap.
*Los nombres de la familia libanesa son ficticios por petición de los protagonistas.
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