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Sobre este blog

Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

Madrid Central, una buena noticia que podría ser muchísimo mejor

Un cartel publicitario en la presentación de ayer de Madrid Central

Pedro Bravo

Ya llega. Ayer el Ayuntamiento de Madrid anunció la próxima puesta en marcha de la gran Área de Prioridad Residencial para el Distrito Centro. La implantación de esta APR, ahora bautizada como Madrid Central, será en noviembre y con ella se pretende reducir un 37% de los kilómetros recorridos y un 40% las emisiones de dióxido de nitrógeno (NOX) en la zona protegida. La medida, posiblemente la más relevante de este gobierno de Ahora Madrid y no sólo en materia de movilidad, llega inexplicablemente tarde. Se viene hablando de ella desde principios de la legislatura y, desde entonces, cuenta con apoyo de plataformas vecinales e incluso de algunas asociaciones de comerciantes. También del PSOE, que ha estado pinchando para que se lleve adelante. No se entienden muy bien, por eso, los sucesivos retrasos. Y menos si se analiza el asunto a nivel estratégico: aunque la implantación comience en noviembre, habrá dos meses de periodo de pruebas. O sea, que las multas van a llegar casi al mismo tiempo que la propaganda electoral.

En cualquier caso, es una buenísima noticia. Una que sitúa a Madrid en lo alto de la lista de ciudades que se adaptan a los nuevos tiempos de la movilidad y ponen límites a la circulación de vehículos contaminantes. Oslo, por ejemplo, ha sido elogiada por su intento de ser una urbe libre de coches pero la realidad es que la zona protegida por la capital noruega es mucho menor (170 hectáreas en Oslo frente a las 470 de Madrid). Barcelona también ha sido titular en el mundo por las supermanzanas pero el plan se ha ido ralentizando al paso de la legislatura y no llegará a tener el impacto de este Madrid Central. Casi todas las grandes ciudades y capitales tienen previsto prohibir la circulación de vehículos diésel a partir de, más o menos, 2020. Madrid llega antes y eso está muy bien. Pero…

¿Los ECO son eco?

A la APR de Centro se le ha colado una excepción que se entiende regular. Dice la nota de prensa: “A este área solo podrán acceder y circular libremente los residentes empadronados, vehículos para personas con tarjeta de movilidad reducida, vehículos con etiqueta ambiental de la Dirección General de Tráfico Cero o ECO, bicicletas, los servicios públicos esenciales, sanitarios y de emergencias”. Ahí, entre tanta lógica de movilidad sostenible, hay algo que desafina. ¿Qué es eso de vehículos ECO? Dice la DGT: “Turismos y comerciales ligeros, clasificados en el Registro de Vehículos como vehículos híbridos enchufables con autonomía es decir, coches de combustión como los de antes pero con un pequeño motor eléctrico que opera sólo a muy baja velocidad, coches que contaminan sólo un poco menos que los actuales y que cada vez se venden más (casi 9.000 en lo que llevamos de año sólo en la Comunidad de Madrid), coches de no residentes que seguirán usando el Distrito Centro como atajo y anulando buena parte de los beneficios de esta área restringida, tanto en materia de contaminación como de pacificación del tráfico y seguridad vial. A ver si el Ayuntamiento, en lo que va de aquí a noviembre, se lo piensa mejor y es coherente con su propio Plan A de calidad del aire.

Otro deseo. Madrid Central es una buena cosa que llega a una zona afectada por traumas muy evidentes. La especialización del Centro, su terciarización, la burbuja inmobiliaria desbocada y la concentración de la oferta turística, tanto de alojamientos (hoteles y viviendas) como de atracciones y reclamos pueden verse potenciadas por una mejora de la movilidad y, por eso, de las condiciones de vida en estos barrios. Ojalá el Ayuntamiento de Madrid se ponga la pila para evitar que todo eso vaya a más mientras los coches vienen a menos.

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