Las recomendaciones del FMI para la economía española tienen un regusto añejo, transmiten la sensación de estar leyendo viejos mensajes repetidos hasta la saciedad, que fueron de la mano de mucho sufrimiento y muy poco éxito en el pasado. Recuerda a América Latina, y refuerza la fallida idea del sacrificio sin límites como solución. Posiblemente Grecia ilustra mucho mejor esta desesperada y absurda situación: un empobrecimiento masivo sin una respuesta de apoyo a la recuperación desde la Troika (aunque en este caso el FMI lleva años ya insistiendo en la necesidad de una renegociación de la deuda), sino con una exigencia continuada de esfuerzos y sufrimiento –sobre las espaldas de millones de griegos- en medio de una situación de depresión económica.
En septiembre de 2002, el FMI alertaba del riesgo de la llegada al poder de Lula da Silva en Brasil, incluso que su posible llegada al Gobierno de Brasil era la mayor amenaza para la estabilidad de América Latina. Y además, dando indicaciones que ciertas opciones y propuestas de cambio no eran convenientes en medio de un proceso pre-electoral.
La lista de recomendaciones del FMI que pudimos escuchar ayer son una forma algo más sutil de hacer lo mismo: señalar qué políticas serían las más indicadas, subrayando la importancia de “continuar con las actuales reformas” y todo ello en un determinante año electoral. Ni una palabra sobre la forma de reparar el sufrimiento o reintegrar a esos millones de familias que se han quedado en la exclusión. Ni una palabra sobre la grave crisis de desigualdad que vive España, ni sobre los efectos que tendrían esas recomendaciones sobre los más pobres.
Concentrar las medidas en subir el IVA e introducir mecanismos de copago es una forma de agrandar la factura que pagan las familias (que ya asumen el 90% de los impuestos, frente a un 2% de las grandes compañías cuyos beneficios vuelven a crecer) y castigar a quienes más necesitan políticas universales de salud y educación. Flexibilizar aún más el trabajo, cuando hemos identificado que un 60% de los asalariados españoles reciben salarios que apenas cubren sus necesidades básicas parece otra medida que se ensaña con quienes tienen menos oportunidades. Ni una palabra sobre subir el salario mínimo o limitar las tremendas brechas salariales que hacen disparar la desigualdad. Tampoco nada sobre reducir la evasión y la elución fiscal para recuperar recursos que legítimamente pertenecen a la ciudadanía –más de 50.000 millones se escapan cada año- o sobre la tributación de capital.
El FMI ha entrado desde una aparente neutralidad en el período pre-electoral, planteando propuestas e ideas que de aplicarse provocarían mayor desigualdad. Y sorprende aún más cuando precisamente investigaciones recientes del propio FMI han demostrado que los aumentos del ingreso en los sectores más pobres resultan en más crecimiento económico, mientras que los aumentos en los quintiles más ricos – es decir, una concentración aún mayor de la riqueza- lastran el crecimiento.
Y no olvidemos que la desigualdad es una enfermedad grave, que se tarda mucho tiempo en combatir, que está afectando severamente a España. Lo hemos visto antes en América Latina, donde hemos visto aumentar los niveles de inseguridad y violencia y como la democracia se iba poniendo al servicio de pocos sectores... Ese es el camino que no queremos recorrer, y estas recomendaciones del FMI por desgracia invitan a avanzar en esa dirección.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
