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El gigante de la consultoría Roland Berger se queda sin relato histórico: su padre pasa de víctima del nazismo a contable de las Juventudes Hitlerianas

Portada de la revista Manager Magazin en el que nombran a Roland Berger como "el consultor de la República".

Aldo Mas

Alemania tiene un oscuro pasado. En ocasiones, la sombra de ese pasado alcanza a las grandes empresas germanas, ya sea la aseguradora Allianz, el fabricante de coches Daimler o a la entidad financiera Deutsche Bank. La última empresa en verse afectada por turbias relaciones con el III Reich es la consultora global Roland Berger.

Esta empresa de consultaría, con más de 2.000 empleados y un volumen de negocio superior a los 500 millones de euros, fue fundada por el emprendedor de éxito internacional Roland Berger en 1967, mucho después del final de la II Guerra Mundial y de la derrota del régimen de Adolf Hitler. No obstante, Roland Berger siempre consideró y presentó a su padre, Georg Berger, como un modelo a seguir y una inspiración. Y esto, ahora, es un problema.

La vida de Georg Berger, fallecido en 1977 y al que su hijo describía como una víctima de la represión del III Reich, era uno de los ejemplos a considerar en la entrega anual de los Premios de la Dignidad Humana de la Fundación Roland Berger. Pero ese galardón no ha podido entregarse este año en su tradicional ceremonia. Es más, dos de los tres premiados rechazaron el galardón.

La entrega de los premios, que se iba a celebrar en el Museo Judío de Berlín, fue suspendida en octubre después de que una investigación del diario alemán Handelsblatt haya apuntado que Georg Berger, más que una víctima del nazismo tal y como lo ha presentado su hijo, fue largo tiempo miembro activo del partido nazi y alguien que se aprovechó del proceso de arianización (nombre como se conoce a la expropiación de todos los bienes de judíos en Alemania y Austria).

La investigación de Handelsblatt sobre el padre de Berger, que firman cinco periodistas, fue publicada el pasado mes de octubre. Pero sus consecuencias son lo suficientemente relevantes como para que ahora estén estudiando a cargo de Berger la historia de su padre dos reputados historiadores alemanes. Se trata de Sönke Neitzel, experto en la historia militar de la Universidad de Potsdam, y Michael Wolffsohn, un referente alemán en el estudio de la historia de la comunidad judía en Alemania. Ambos se ocupan de confirmar qué hay de cierto en lo publicado por Handelsblatt.

A las publicaciones que ha hecho el diario, Wolffsohn las califica en declaraciones al eldiario.es de “insuficientes”. Al parecer, los periodistas del diario económico no habrían estudiado toda la documentación existente sobre el padre de Roland Berger. Sin embargo, Wolffsohn y Neitzel aún no han publicado el informe sobre el que trabajan desde hace ya unas semanas. Lo presentarán a principios del año próximo.

Hasta entonces, lo ya publicado deja una poco brillante imagen del padre del líder de la mejor consultora de Alemania o “el consultor de la República”. Ese fue el mote que puso en su día a Roland Berger la revista económica Manager Magazin. Tras la excelencia profesional, Roland Berger ve ahora como la publicación de información sobre su padre poco tiene que ver con la imagen que hasta ahora él había hecho pública.

“Nosotros sólo queríamos mostrar que había cosas que no eran verdad sobre el padre de Roland Berger y que él mismo había estado divulgando”, explican a eldiario.es desde la redacción de Handelsblatt. Allí muestran a este periódico casi medio centenar documentos informáticos que han llevado a las conclusiones que el diario germano presentaba en su investigación, publicada bajo el elocuente título: “el autoengaño”.

Según el relato de Roland Berger, su padre entró en el partido nazi en 1933. Pero las investigaciones de Handelsblatt indican que lo hizo dos años antes, en 1931, cuando los nazis todavía no habían accedido al poder. Berger decía que su padre, al que definía como “un ejemplo de decencia” y “coraje”, salió del partido en 1938, tras la llamada “noche de los cristales rotos”. Ese nombre reciben las violentas persecuciones promovidas por el régimen nazi que dejaron cientos de judíos muertos, mientras que en ellas miles fueron enviados a campos de concentración en noviembre de ese año.

“En realidad, George Berger nunca se salió del partido”, apuntan en la redacción del Handelsblatt. En el relato del hijo, su padre llegó a estar encerrado en Dachau, “pero eso no es cierto”, abundan los responsables de la investigación periodística.

Un contable de las Juventudes Hitlerianas

“George Berger era un miembro importante del partido nazi” y Roland Berger “decía antes que su padre se había enfrentado a los nazis y que se había comprometido en defensa de los judíos y que por eso acabó en un campo de concentración y eso es algo totalmente falso”, apuntan en Handelsblatt. Berger trabajó como contable para las Juventudes Hitlerianas hasta septiembre de 1939, según los documentos de la investigación del periódico alemán.

De acuerdo con la reconstrucción de la biografía que han hecho en Handelsblatt, esa salida de las Juventudes Hitlerianas no significó que George Berger pasara a ocupar una discreta posición en la Alemania nazi. Al contrario, en 1940 accedió gracias a la arianización a un negocio que anteriormente tuvo dueños judíos, la prospera empresa austriaca de panadería Ankerbrot. En Viena, los Berger vivieron durante un tiempo en una mansión que fue propiedad de judíos, según la investigación de Handelsblatt.

En 1942, el padre de Berger fue denunciado a las autoridades nazis. Los documentos del periódico apuntan a que el padre del “consultor de la República” no estaba haciendo resistencia sino acopio ilegal de productos de consumo de primera necesidad. Entonces dejó de contar el padre de Roland Berger con los favores del régimen nazi.

Hay quienes se preguntan todavía – incluidos presumiblemente los historiadores que ahora analizan, entre otros, los archivos por los que ya han pasado los periodistas – qué credibilidad pueden tener los documentos de la Gestapo y de la policía en tiempos del nacionalsocialismo citados por el Handelsblatt.

De lo que parece no caber duda, porque el propio Roland Berger lo ha reconocido, es que la imagen que él tenía de su padre venía de lo que su progenitor y su madre, otros familiares y amigos le contaron. Está por ver si esa imagen, severamente dañada por las últimas revelaciones, aguanta el trabajo de los historiadores que ahora estudian la historia de los Berger.

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