El acuerdo de libre comercio con Asia demuestra el desinterés de EEUU por la propuesta de TTIP de Bruselas
Los europeos ven cada vez más lejos cerrar el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El pacto que EEUU acaba de cerrar con Japón y otros diez países asiáticos (el Acuerdo de Asociación Transpacífico) pone tierra de por medio al entendimiento del viejo y nuevo continente. Europa cree que se le está dejando como segundo plato (o postre) en las negociaciones del comercio mundial. La parsimonia de Estados Unidos a la hora de afrontar la negociación ha comenzado a poner nerviosos a los europeos. A esta actitud se suma las disensiones internas sobre cómo hay que negociar el tratado, desde la propuesta de arbitraje hasta la confidencialidad con la que se tratan los documentos.
La firma del acuerdo de libre comercio para el Pacífico (TPP en sus siglas en inglés) supone un éxito político para Barack Obama, que tuvo que superar la oposición de muchos congresistas del Partido Demócrata. Ahí había concentrado todos sus esfuerzos políticos para que sea uno de los legados económicos de su presidencia.
Con las primarias presidenciales ya comenzadas en ambos partidos y a punto de entrar en un año electoral –como es habitual con la renovación entera de la Cámara de Representantes y una tercera parte del Senado–, resulta muy difícil que el Congreso de EEUU acepte asumir el coste político de aprobar el TTIP (el tratado de libre comercio e inversión que la Comisión Europea negocia con Estados Unidos en nombre de toda la UE). Los demócratas no querrían enfrentarse en las urnas sin el apoyo de su base natural, que desconfía de los tratados de libre comercio.
Las complicaciones han aumentado con la postura de Francia. El Gobierno francés ha estallado contra el TTIP o la forma en que se está negociando. Lo ha hecho por boca del secretado de Estado de Comercio Exterior Matthias Fekl, el subordinado inmediato del ministro de Exteriores, Laurent Fabius. Fekl, con quien ha contactado este medio, realizó unas explosivas declaraciones la semana pasada en el diario Sud Ouest cargando contra la opacidad de la Comisión, la inmovilidad estadounidense en mercados que interesan a Francia o el temor a la desprotección de las denominaciones de origen.
Pero esta lentitud, o desinterés, no solo es percibida por Francia. Desde Bruselas el ponente del informe que refleja la opinión del Parlamento Europeo sobre el TTIP, el socialdemócrata alemán Bernd Lange, también protesta de la demora al otro lado del Atlántico. “Ya es hora de que Estados Unidos deje de seguir arrastrando los pies”, señala un sorprendentemente crítico Lange. “Europa está lista para negociar y la Eurocámara ha puesto por delante una visión ambiciosa pero comprensiva que permita sacar este acuerdo. Pero para bailar un tango se necesitan a dos personas”.
Fuentes de la Comisión Europea comparten en privado la visión de Bernd Lange y ven en el Tratado de Libre Comercio que acaban de cerrar Estados Unidos y Asia cerrado ayer mismo, un alejamiento respecto a lo que están negociando con el viejo continente.
“Francia contempla parar las negociaciones”, declaró el secretario de Estado a Sud Ouest. Fekl explica los porqués a eldiario.es: “La ausencia de transparencia plantea un problema democrático. Es impensable que el acceso a los documentos a nuestros eurodiputados se haga a través de una sala de seguridad (la ‘reading room’) o de la embajada estadounidense. Mucha asimetría, poca reciprocidad”.
El Gobierno del socialista François Hollande se queja igualmente de lo que considera un interés desigual a uno y otro lado. “Los americanos no han ofrecido por su parte nada serio, especialmente sobre las cuestiones esenciales para la UE, como el acceso a sus mercados públicos y a sus mercados agrícolas y agroalimentarios, que permanecen cerrados”, responde el alto cargo en nombre del Ejecutivo francés.
No hay toma y daca
La polémica sobre las especializaciones geográficas también inquieta a Francia: Estados Unidos no reconoce las denominaciones de origen, y es conocido el temor de París (al igual que el de España, Italia o Alemania) por que el Camembert, el Burdeos y el Champán se terminen fabricando a granel en Ohio, California o Virginia.
Es lo que el equipo de Matthias Fekl denomina “la diplomacia de las regiones” que él mismo dice llevar a cabo con el ministro de Agricultura francés. Francia no quiere que sus productos estrella se elaboren fuera sino “abrir los mercados a nuestra gastronomía de calidad”.
Entre los detractores del polémico tratado, la actitud de El Elíseo tiene poco de veraz. “No hay absolutamente ninguna razón para pensar que estas palabras vayan a traducirse en actos”, opina Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción. “Por el contrario hay muchas razones para pensar que es sólo ruido y blablablá: por lo que sabemos de las filtraciones de las actas, la representación permanente de Francia ante la UE nunca ha alzado la voz contra el TTIP”.
Kucharz advierte que Fekl “fue de los que dijo no al ISDS [el tribunal de arbitraje inversor-estado al que la Comisión ha dado un barniz público ya que inicialmente sus jueces procederían del sector privado y no de la carrera jurídica] pero luego acabó dando su apoyo a [la comisaria de Comercio] Cecilia Mälmstrom”.