Parece mentira, pero pese al cambio de estructura económica que ha vivido Europa en el último siglo, la piedra filosofal de los presupuestos europeos sigue siendo la misma que hace 56 años: la política agrícola. Los subsidios a la agricultura siguen siendo la vaca sagrada de las cuentas europeas, defendidas a pecho descubierto por el Gobierno francés de turno con el apoyo incondicional de los otros países tradicionalmente latifundistas, como España.
En un entorno de fuertes recortes, la Política Agraria Común (PAC) se consolida como el eje del gasto central europeo y todo apunta a que el acuerdo al que se llegue esta tarde en Bruselas reforzará o, incluso, mejorará su dotación en el presupuesto comunitario de los próximos siete años.
La PAC se lleva prácticamente 4 de cada 10 euros de gasto de las cuentas comunes, y pese al cambio de modelo productivo del que presume Europa, sigue permitiendo que estos países del Primer Mundo se mantengan como grandes productores agrícolas. Las críticas que reciben estas políticas son ya conocidas: subsidiar este sector en Europa deja en inferioridad de condiciones a países en desarrollo que podrían ser competitivos en producción agrícola pero que no pueden hacer frente a las ayudas europeas.
La otra línea roja que cuenta con mayor apoyo entre los países miembros son los fondos de cohesión. Sus defensores son, obviamente, los países receptores, que siguen siendo mayoría al continuar las incorporaciones de países del Este.
Tres posturas radicales se enfrentan cada año al debatir los presupuestos comunitarios: los defensores de la PAC; los defensores de la cohesión y los que ponen el dinero (contribuyentes netos) con un papel destacado para la nota discordante que siempre incluye la representación británica en este último grupo. Pero este año se ha sumado además una dificultad añadida a esta lucha de intereses, la de introducir el elemento de austeridad por primera vez en las cuentas comunitarias.
La necesidad, más política que real, de ajustar las cuentas europeas para el próximo sexenio ha dejado al descubierto las partidas comunitarias que no tienen defensores. Adivinen. Estas partidas están contenidas en los capítulos tres y cuatro, los que recogen las partidas de gasto en “ciudadanía, libertad y justicia” y la denominada “acción exterior” de la UE. También corren peligro las inversiones en infraestructuras y el gasto corriente en administración de la UE, una partida mínima pero que ha caldeado el debate por los elevados sueldos que cobran los funcionarios de la UE.
En definitiva, los imprescindibles recortes, imprescindibles desde el punto de vista de que David Cameron y Angela Merkel no pueden regresar a sus países sin un tijeretazo debajo del brazo, se vuelven a hacer en los eslabones más débiles de la cadena. Aunque esta cadena sea la que engrase el conocido como Estado del bienestar europeo.
Corredor Mediterráneo
Mario Kölling, colaborador del Real Instituto Elcano, avanza que serán las partidas de Ciencia e Infraestructuras, y las que se encuentran en el programa Connecting EU, las que se llevarán el mayor varapalo. De estas inversiones depende el desarrollo de una infraestructura crucial para los intereses españoles: el eje mediterráneo. Con todo, Kölling recuerda que esta vía ferroviaria es una prioridad europea y como mucho el recorte ralentizará su ritmo de ejecución. El borrador que está a debate en estos momentos habla de una reducción del presupuesto del programa europeo desde 41.249 millones de euros a 29.299 millones.
Dentro de este capítulo, las líneas de gasto más afectadas son las dedicadas a la sociedad del conocimiento o la sociedad en red, que se podrían quedar en una séptima parte con 1.000 millones de euros.
En materia de cooperación al desarrollo las cifras están poco claras. Oxfam Internacional aseguró ayer, antes de conocer la última propuesta de esta mañana, que los recortes sugeridos de 6.100 millones de euros en ayuda al desarrollo podrían sacar de la pobreza a más de cuatro millones de personas en los países que reciben ayuda comunitaria. Una de las principales partidas para ayuda exterior es el Fondo Europeo para el Desarrollo que se centra en países del África subsahariana y cuyo presupuesto está separado de las cuentas que se discuten en este momento. Sin embargo, su dotación sí se someterá al debate global.
Tasa “solidaria” en las pensiones
Por último, parece que Cameron y Merkel podrán mostrar un recorte en los gastos de personal europeo. Una pieza de caza menor pero que se había convertido en un asunto de importancia nacional en Alemania y Reino Unido. Según las últimas informaciones, es posible que la reducción en 1.000 millones en el gasto administrativo lleve aparejada una reducción del 5% del personal en las instituciones europeas.
Además, se impondría una “tasa de solidaridad” del 6% al generoso sistema de pensiones comunitario. La reducción salarial vendría más por la vía del aumento del horario de los empleados europeos que por un recorte en las cifras de la nómina.
La prensa alemana había calentado en los últimos días el debate al publicar que al menos 4.000 empleados públicos europeos ganan lo mismo que Angela Merkel, esto es, 16.275 euros al mes, por no hablar de la alta dirección cuyos sueldos se sitúan en más de 21.300 euros mensuales.
Los trabajadores europeos ya han amenazado con huelgas y protestas si se les recortan sus derechos. En cualquier caso, aunque hoy los líderes europeos lleguen a un acuerdo, el Parlamento Europeo aún tiene que dar su beneplácito a las cuentas.