Una escueta línea en el documento K10, el que refleja las cuentas de Apple ante el regulador bursátil de EEUU, la Security Exchange Comision (SEC). Es la única referencia oficial que se puede conseguir de Braeburn Capital, Inc, el fondo de inversión con el que la compañía fundada por Steve Jobs gestiona sus finanzas y que fuentes de mercado de capitales han identificado como el mayor hedge fund (fondo de inversión de alto riesgo) del planeta.
En 2006, Apple eligió el nombre de una extraña variedad de manzana para bautizar al brazo ejecutor de su política de inversiones. Entonces, Braeburn nació gestionando 9.000 millones de dólares. Desde entonces, apenas se ha sabido nada sobre su actividad. No aparece en los rankings mundiales de hedge funds. Tampoco es un gran conocido en Wall Street. Ni mucho menos entre los profesionales que habitualmente cubren la información de la capital financiera del mundo.
Pero los pocos que han escrito sobre ella aseguran que cada vez que alguien, en cualquier parte del planeta, compra un aparatito con el logo de la manzana mordida, una parte de esos ingresos va directamente a la cuenta de Braeburn Capital. Aseguran también que la gestión que este hedge fund hace de ese dinero reporta suculentos beneficios a Apple. La cifra más aproximada es la que ofreció el periódico The New York Times en un reportaje dedicado a las estrategias financieras de Apple para pagar menos impuestos en EEUU. En él hablaba de más de 2.500 millones de dólares obtenidos en intereses, ingresos por dividendos y otros conceptos desde su creación hasta el año 2012, cuando fue publicado el reportaje.
Por supuesto, esa cifra nunca fue confirmada por la compañía de Cupertino (la sede de Apple). eldiario.es también ha intentado, sin éxito, confirmarla y actualizarla. Los responsables de comunicación de Apple en España y en su central se remiten al mencionado documento de la SEC y al apartado de su web dedicado a accionistas.
Si un lugar destaca por haber desvelado más secretos sobre este opaco fondo de inversión ese es uno de los blogs más influyentes en el mercado, Zero Hedge. En septiembre de 2012, este portal mostraba fotografías de la entrada de Braeburn en los alrededores de un destartalado barrio de Reno, Nevada, EEUU. Un lugar donde nadie habría pensado que se pudiera esconder el mayor hedge fund del mundo. Ya entonces, Braenburn superaba en activos gestionados a Bridgewater, que ostenta esa primera posición en los listados oficiales.
En julio de este año, Zero Hedge actualizó aquel post, esta vez sin fotos, porque Braeburn Capital cambió de ubicación y la actual sede no tiene ninguna identificación externa. Esta vez, el blog daba por sentado que Apple gestiona todo su efectivo, alrededor de 200.000 millones de dólares, a través de esta firma. El volumen de activos supera, con creces, los 154.000 millones gestionados por Bridgewater, según su web.
Dinero en metálico para comprar a Botín y Ortega
En el último año fiscal (terminado en septiembre) Apple ha pulverizado sus propios récords con unos beneficios de 53.394 millones de dólares, un 36% más. Nunca hasta ahora una empresa había conseguido ganar tanto en un año. Pero si sus beneficios impactan, lo que a muchos les ha hecho abrir los ojos como platos es el volumen de efectivo que acumula, nada menos, que 205.700 millones de dólares. La liquidez de Apple es superior al PIB de Perú, Eslovenia y otros 145 países más en todo el mundo. Como reflejaba el diario Expansión, tendría dinero contante y sonante de sobra para comprar de una sola vez Inditex, Banco Santander y Mapfre juntos.
Pero Apple no ha comprado ni invertido en ninguna de esas compañías, al menos que se sepa. Porque lo que hace con su dinero es el secreto mejor guardado del reino de las manzanas.
En una situación normal, si Braeburn Capital estuviera al frente de la gestión de todo ese dinero, sus movimientos deberían poderse rastrear en la ficha que Bloomberg, uno de los proveedores de información financiera líder del mercado, proporciona de la compañía. Pero esa ficha está casi desierta de información. Tan solo una dirección y unos pocos nombres identificando a sus gestores. Tampoco se consigue mucho más acudiendo al registro empresarial de Nevada.
Cuando se trata de dinero, Apple deja de ser la compañía innovadora y moderna que todos tenemos en mente para transformarse en un vetusto lobo financiero al más puro estilo de Wall Street, muy en línea con su sistema de código cerrado. “Estamos ante un claro ejemplo de utilización de un hedge fund oculto para manejar capitales a su antojo”, explican fuentes financieras españolas.
Nada, más allá de lo publicado por Zero Hedge o The New York Times, se sabe de las inversiones de Apple, ni sobre el volumen de fondos gestionado, ni sobre su destino final. En el mencionado informe K10 solo es posible encontrar información de las grandes tendencias de inversión. Apple se declara como una empresa de inversiones muy conservadora. “La política de inversión de la compañía y la estrategia se centran en la preservación del capital y el apoyo a las necesidades de liquidez de la Compañía”, dice.
Apple “utiliza una combinación de la gestión interna y externa para ejecutar su estrategia de inversión y lograr sus objetivos de inversión”. “Normalmente invierte en valores de alta calificación (rating), y su política de inversión en general, limita la cantidad de exposición de crédito a un mismo emisor. La política es que se hagan inversiones en activos cuyo rating esté en el nivel de grado de inversión, con el objetivo primordial de reducir al mínimo el riesgo potencial de pérdida de capital”, recoge textualmente el documento K10.
El nuevo rey del mercado de deuda
Este conservadurismo coincide con una información publicada por Bloomberg en la que fuentes del mercado no identificadas señalaban a Apple como uno de los inversores mundiales más activos en la compra de bonos soberanos. Llegaba incluso a identificarla como “el nuevo Pimco”, en referencia al fondo de inversión en deuda más activo del mundo. Contaba Bloomberg hasta qué punto esa intensa actividad había levantado suspicacias entre los principales bancos australianos, cuyos líderes, según la agencia, se habrían desplazado hasta la sede de Braenburn en EEUU para tratar de negociar sobre la cantidad de deuda australiana que acumula.
La información reflejada en sus cuentas muestra que las inversiones de Apple son voluminosas en cuanto a deuda pública, pero ni son las más importantes ni es posible conocer su diversificación geográfica. En valores gubernamentales no estadounidenses, tiene 6.356 millones de dólares, mientras que la inversión en deuda del Tío Sam fue de 34.902 millones.
La partida más cuantiosa de sus inversiones es la dedicada a la adquisición de valores corporativos, 116.908 millones de dólares. También hay una cuantiosa inversión en deuda privada a corto plazo, 6.016 millones de dólares. Las titulizaciones hipotecarias ascienden a 4.347 millones. Los fondos de inversión (monetarios y de pensiones) son el destino de otros 4.077 millones. El resto se reparte entre inversiones en renta fija de distintas administraciones públicas.
Los grandes titulares están marcados, pero ni una sola línea se dedica a desglosar esas grandes partidas.
Bajo el abrigo del desierto de Nevada
“Lo habitual es que las grandes corporaciones utilicen paraísos fiscales para radicar los fondos ocultos en los que camuflan sus inversiones. Pero Apple ni se molesta”, comentan fuentes de mercado. La compañía no ha necesitado irse tan lejos. Braenburn Capital tiene su sede a cuatro horas en coche de Cupertino, donde están las oficinas centrales del grupo tecnológico. En pleno desierto de Nevada, el mismo Estado en el que se encuentra Las Vegas.
El principal motivo son los beneficios fiscales. En Nevada no se paga impuesto de sociedades. En California, donde se encuentra la sede central de Apple, el tipo de gravamen es del 8,84%. Además, Nevada permite reducir impuestos en las transacciones realizadas con otros Estados como Florida, Nueva Jersey o Nuevo México, según explicó en su momento el New York Times, que identificaba a Braenburn como parte de la estrategia de Apple, junto a sus filiales en Irlanda, para pagar menos impuestos en EEUU.
Nevada es uno de los puntos off shore en auge. Miles de agentes especializados ofrecen a compañías estadounidenses y de todo el planeta las mieles de la laxa regulación de este Estado para reducir la factura fiscal y preservar la identidad de los inversores. Y eso sin la penalización de la mala reputación de los paraísos fiscales o de otras latitudes como el Estado de Delaware, al otro lado del país. Un atractivo que Apple descubrió hace ya casi 10 años.
Además del ahorro de impuestos, las leyes de Nevada permiten a Braeburn Capital no presentar ningún registro en el regulador de mercados estadounidense ni en el de asesores de inversiones. Según expertos fiscalistas, Braeburn no es un asesor financiero, por lo que no tiene las obligaciones de información de estos, que pasan por presentar un documento llamado Investment Adviser Public Disclosure (IAPD). Tampoco tiene obligación de presentar ante la SEC el 13F, el formulario en el que los gestores de hedge funds con activos superiores a los 100 millones de dólares tienen que reportar trimestralmente.
Gracias a eso, Apple ha conseguido ser no solo un gigante tecnológico, también toda una potencia financiera en la sombra. Un asunto que sobre todo la gran banca mira con mucho recelo. La compañía de Cupertino no esconde sus intenciones de convertirse en los banqueros del futuro.