Tenerife, epicentro de la brecha salarial: más de cuarenta hoteles discriminan a sus camareras de piso
Desde lejos, el hotel Sheraton La Caleta, en Adeje (Tenerife) es una masa roja que brilla contra el mar y a la que se llega por una carretera en obras. Allí trabaja María José Rivera, de 59 años y camarera de piso. En un descanso, y mientras un autobús cargado de turistas desembarca, habla de la nómina que recibe cada mes por su trabajo. Y es que, desde 2012, su hotel tiene un pacto salarial que contempla un plus de productividad, diferente, eso sí, para cada puesto: los camareros de bar añaden a su sueldo base otros 222 euros, mientras que para las camareras de piso, ese plus es de 64 euros. Estas cifras, elocuentes de por sí, se mezclan con otros dos hechos: el colectivo de camareras de piso es el único mayoritariamente femenino, con apenas un hombre entre 56 trabajadoras, y ambas ocupaciones se encontraban, hasta ahora, en la misma categoría del convenio colectivo de hostelería de Tenerife.
Lo que sucede en su hotel no es una excepción, sino más bien una norma en una isla marcada por el turismo. El Tribunal Supremo así lo ha certificado ya en tres autos, en los que deja claro que estos pluses diferenciados que pagan varios hoteles de Tenerife no se justifican y son discriminatorios. Los autos afectan a tres establecimientos concretos, pero los datos que maneja el sindicato Comisiones Obreras –que denunció los casos– y que ha podido consultar eldiario.es muestran que al menos otros 40 hoteles de Tenerife están discriminando salarialmente a sus camareras de piso.
María José Rivera habla del desprecio que las empresas hoteleras suelen desprender por su trabajo. “Dicen que es porque nosotras no sabemos idiomas. Es mentira, también los sabemos y, si no, nos entendemos perfectamente con los clientes. Nosotras somos el único colectivo en todos los hoteles obligado a cumplir un parte de trabajo diario”, explica. ¿Qué es ese parte? Una orden con la carga laboral que, sí o sí, deben cumplir estas trabajadoras cada día. “Da igual si te quedas sin comer o si no vas al baño. Si no te da tiempo y no lo haces es motivo de sanción o incluso de despido”, subraya.
Esa orden diaria no es sencilla de cumplir. En hoteles que llegan a tener cientos de habitaciones repartidas en edificios separados por piscinas, restaurantes, discotecas y amplias zonas comunes, ir de un lado a otro empujando un carro que puede llegar a pesar varias decenas de kilos, no es una tarea fácil y alarga el tiempo de trabajo. “Te ponen cuatro salidas de habitaciones [clientes que se marchan] a las 13:00 y tienes que hacerlas hasta las 16:00. En tres horas es imposible hacer cuatro habitaciones desde cero bien hechas, una salida no la haces en menos de una hora. Por las mañanas, entre los carteles de 'no molestar' o los clientes que siguen durmiendo, puede que no hagas la primera habitación hasta las diez de la mañana”, prosigue Rivera.
A su lado, varios de sus compañeros, hombres y mujeres que desempeñan otros puestos –mantenimiento, cocina, restauración– asienten. No hay conflicto interno, dicen, sino un apoyo generalizado a las reivindicaciones de las camareras de piso. Aun así, sí hay trabajadores que temen que, en caso de revisión de ese pacto, los pluses de los camareros bajen. “No se trata de quitarle nada a nadie, sino de igualar, de que no haya discriminación”, dice uno de ellos. “Yo me metí en esta lucha hace ya un tiempo, cuando me di cuenta de las burradas que estaban pasando con ellas. Es muy injusto, un hotel sin sus camareras de piso no es nada. Lo primero que mira un cliente es la habitación y si no está bien, se quejará. Y, sin embargo, son ellas las que cobran menos”, defiende.
Las sentencias del TSJ de Canarias apoyan la explicación de Rivera. En un auto del pasado enero, el Supremo confirma que el hotel Isla Bonita, situado en la misma zona de la isla, pagaba de plus de productividad mensual 60 euros a varias categorías profesionales mayoritariamente masculinizadas y solo 4 euros a sus camareras de piso. El Supremo confirma lo dicho por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, que asegura que la regulación del plus es “opaca”. “No se explican en el acuerdo las concretas razones por las que se asignan unas u otras cuantías a determinada categoría profesional, ni cuáles han sido las fórmulas de cálculo del plus”, dice. Descarta, también, que las cuantías se hayan calculado “con parámetros puramente productivos, como por ejemplo en función del número de clientes atendidos por cada departamento, de la concreta facturación atribuible a los departamentos, o del número de servicios prestados por el personal de los mismos”. Las causas que alegaron los demandados para pagar pluses distintos, prosigue, “poco tienen que ver con la productividad”.
209 euros para los camareros, 66 para las camareras
A diez minutos del hotel en el que trabaja María José está el Riu Buenavista. A las siete y media de la mañana, un grupo de camareras de piso ya se afana con las barandillas y los suelos de los pasillos, escaleras y maceteros. Son “las zonas comunes”, otra de las labores de las que se encargan. Algunos hoteles tienen camareras de piso dedicadas en exclusiva a estas zonas; en otros, todas tienen asignada una parte de esta tarea. En el Riu, los números también hablan. El plus de los camareros es de 281 euros; el de las camareras, 39 euros. Una portavoz del hotel asegura que cumplen con “toda la normativa aplicable”: “No hay ninguna decisión recogida en el convenio o en pactos que esté basada en el género de los trabajadores”.
La diferencia también es abultada en el Gran Meliá Palacio de Isora. En uno de los hoteles más grandes de la isla –609 habitaciones, siete restaurantes, piscinas, spa y unos 650 trabajadores–, el plus de productividad que cobran los camareros asciende a 209 euros mensuales. El que las camareras ven en su nómina cada mes es, sin embargo, de 66,47 euros, según los datos del último pacto salarial de 2017. “Esto es así desde que abrió en 2008, siempre hemos tenido tablas discriminatorias. Antes, también CCOO firmaba estos pactos. Por suerte, hemos evolucionado en este tema, también dentro de los sindicatos. Muchos delegados han aprendido de los errores”, dice una trabajadora. “La empresa nos dijo que hasta que no tuviéramos una sentencia no iba a cambiar nada”, prosigue.
Una de sus delegadas sindicales, Gladys Medina, de CCOO, explica que las diferencias entre los pluses se dan en otras categorías similares pero con funciones que tienden a ocupar hombres y mujeres, respectivamente. Sus datos muestran que un jefe de cocina puede cobrar 1078 euros de plus al mes, mientras que una gobernanta, 167. Las subgobernantas reciben 132 euros mensuales mientras que los jefes de partida, 732.
Fuentes del hotel niegan la discriminación de género: “En cuanto a categoría quizá sí, pero no contra la mujer. Es más por el tipo de requisitos de estudios, por los idiomas...”. El establecimiento ultima un nuevo pacto salarial con la central Sindicalistas de Base con pluses de productividad lineales y pluses de profesionalización cuyo resultado se desconoce aún.
El pago de pluses de productividad en los hoteles viene de lejos en Tenerife. Históricamente, los convenios y pactos empresariales recogían el principio de que el beneficio hotelero tenía que reflejarse de alguna manera en los salarios de su personal. El convenio de hostelería de Tenerife que se firmó en 2015 habla en un artículo sobre las retribuciones de un “porcentaje de servicio” que pueden negociarse en pactos salariales empresa a empresa. Es ahí donde, a pesar de estar camareros de bar y camareras de piso en el mismo grupo profesional, se ha producido la brecha salarial.
Comisiones Obreras tenía al menos otros seis casos judicializados que paralizaron a la espera de las decisiones del Supremo. Sin embargo, poco después de la primera sentencia, el pasado noviembre, se produjo un giro que ha cambiado el estado de cosas. La patronal hotelera Ashotel junto con otras asociaciones empresariales ha firmado un nuevo convenio colectivo que solo ha apoyado el sindicato Sindicalistas de Base. Este nuevo convenio sitúa a camareros de bar y a camareras de piso en diferentes grupos profesionales y les asigna a ellos un sueldo base diez euros superior. Sin embargo, la novedad que más puede determinar el futuro es lo que tiene que ver con la categoría profesional: si están en grupos laborales diferentes, los hoteles podrían justificar pluses diferentes.
Para CCOO se trata de una maniobra discriminatoria que busca parar la acción de la justicia. “Su explicación es discriminatoria. El beneficio más grande de un hotel viene del hospedaje, todo lo demás son servicios auxiliares. Si la productividad viene del hospedaje, ¿por qué las camareras de piso se benefician menos de los pluses de los repartos de la actividad?”, se pregunta el secretario general de Servicios en CCOO Canarias, Ignacio López González. El sindicato impugnará el nuevo convenio ante los tribunales. Fuentes jurídicas consultadas ven una discriminación clara en el nuevo convenio suscrito.
Tanto la patronal como Sindicalistas de Base aseguran que con el nuevo convenio buscan precisamente lo contrario: acabar con la discriminación después del varapalo del Supremo. “El nuevo convenio clarifica que se trata de trabajos diferentes. Antes quizá no estaban bien objetivadas las diferencias que llevaban a los distintos pluses”, dice el gerente de Ashotel, Juan Pablo González, que “respeta” las sentencias y las atribuye a una mala explicación de las funciones laborales de cada puesto. Para el empresario, hay razones que justifican que los pluses puedan llegar a ser distintos, como los idiomas o la formación que se exige.
Uno de los líderes de Sindicalistas de Base, Manuel Fitas (que fue expulsado de CCOO y reconoció haber recibido complementos salariales “sin retención”), asegura que la intención del convenio es “todo lo contrario” a discriminar a las camareras de piso. Fitas asegura que el actual Acuerdo Laboral de Ámbito Estatal para el Sector de la Hostelería (ALEH) ya incluye a camareros y camareras en categorías distintas y que el convenio solo se adapta a él. Eso, sostiene, no quiere decir que luego los pluses las puedan discriminar.
El ALEH incluye, efectivamente, a los camareros en el “área funcional tercera”, mientras que encuadra en el “área funcional cuarta” a las camareras de piso. El ALEH, explican fuentes jurídicas, jamás ha establecido salarios, sino que marca líneas generales para que luego las empresas las tengan como referencia.“Dice que unas profesiones realizan funciones distintas a otras, pero eso no quiere decir que sean de diferente valor o que tengan que cobrar distinto. Lo que hacen en el nuevo convenio es prepararse para lo que viene. No marcan grandes diferencias a la vista, pero sí generan una idea que luego puede justificar pluses diferentes a unos y otras. El trabajo de los camareros de bar y de las camareras de piso es de igual valor y lo que hacen estos hoteles es esconder una discriminación indirecta, que es como se está produciendo a día de hoy la brecha salarial en nuestro país”, subrayan esas fuentes.
“No tiene que ver con el género”
El Hotel Los Hibiscos pagaba, al menos hasta el último pacto salarial, un plus de 149 euros a sus camareros y de 52 a sus camareras de piso. En el Hotel Barceló Santiago, el plus de productividad es de 195 euros para ellos y de 19 euros para ellas. eldiario.es ha contactado con los dos establecimientos, sin respuesta.
El Hotel Guayarmina Princess abona, al menos, dos tipos de pluses. Uno de productividad, que es de 120 euros para las camareras de piso y de 135 euros para los camareros. Otro, de “cualificación”, que es de 16,74 para las primeras y de 200 euros para los segundos.
Fuentes del hotel Guayarmina aseguran que la diferencia está totalmente justificada por “criterios objetivos”, como los idiomas, los turnos, “el trato de cara al público o que los camareros tienen que hacer un montón de cursos”. Se muestran también incómodos porque se use la palabra “camareras” de piso. “Hay también hombres, contratamos hombres para estas tareas”, aseguran, aunque no dan datos concretos de cuántas mujeres y hombres hay en esa categoría profesional.
No es el único hotel consultado que muestra su contrariedad por usar el femenino “camareras de piso”. Algunas de estas trabajadoras cuentan que, para esquivar las acusaciones de discriminación por género, muchos establecimientos se esfuerzan por incorporar hombres a estas tareas, aunque siguen en una muy clara minoría. “Así siguen con su argumento de que estas diferencias no tienen que ver con el género”, cuentan.
Todos los hoteles de la isla deben ahora revisar sus pactos salariales conforme al controvertido nuevo convenio colectivo. Las negociaciones dirán cómo evolucionan esos extras que, a día de hoy, siguen valorando distinto el trabajo de las mujeres que limpian y preparan los hoteles.