La llamada de Saracho a De Guindos marca el fracaso de la unión bancaria europea
Uno de los detalles más dramáticos de la historia del fallo del Banco Popular es que –según fuentes del ministerio de Economía– el banco agotó su liquidez “en horas de oficina” como quien dice, antes de las tres de la tarde del martes. A esa hora, se dice que el presidente de Banco Popular, Emilio Saracho alertó a Luis de Guindos de que el banco se había quedado sin garantías para pedir la línea de liquidez de emergencia (ELA) al Banco de España. Pero además de dramático este hecho es revelador porque nunca debería haber ocurrido. Dado que no se ha desmentido, esta información levanta todo tipo de dudas sobre la conducta de los supervisores –desde hace dos años y medio europeos y no españoles– y por extensión sobre la propia Unión Bancaria de la que la supervisión supranacional es uno de los pilares fundamentales.
Comencemos por lo extraordinario que es que un banco se quede sin liquidez en un sistema monetario moderno. Antiguamente, cuando el dinero (y los valores financieros) eran objetos físicos, había que moverlos en furgones blindados. Pero hoy en día las transacciones son en su mayoría electrónicas. Aunque eso hace más fácil participar en una fuga de depósitos sin hacer cola en la sucursal, también quiere decir que la provisión de liquidez a una entidad financiera por parte del banco central es inmediata e ilimitada. Siempre, claro está, que el banco tenga colateral de suficiente calidad para usarlo como garantía de la liquidez prestada por el banco central.
En el caso del Banco Central Europeo, cuando un banco agota su colateral admisible puede acudir a su banco central nacional y usar colateral de menor calidad a cambio de ELA. El hecho de que Popular estuviese tomando ELA del Banco de España quiere decir necesariamente que el Banco de España estaba al corriente de que el Popular se había quedado sin activos líquidos de alta calidad. Y, si lo sabía el Banco de España, lo tenía que saber el Mecanismo Único de Supervisión (MUS).
Así que está claro que la única manera de que un banco moderno se quede “sin dinero” es que se quede sin activos sanos. Pero, a su vez, esto es bastante poco probable. Después de la crisis financiera de 2008-2009 los reguladores internacionales definieron requisitos mínimos de liquidez como parte de la así llamada regulación de Basilea III. Uno de estos requisitos, la ratio de cobertura de liquidez (LCR), exige que un banco tenga activos líquidos de alta calidad en cantidad suficiente para hacer frente al 100% de las necesidades de liquidez de los próximos 30 días, sin financiación externa. Esta ratio se calcula a diario y se comunica a la alta dirección del banco y, siempre que lo pide, al supervisor. Parece imposible que un banco que mantenga su LCR por encima del 100% como exige la regulación se quede sin liquidez por sorpresa de un día para otro. Sería necesario que en menos de un día se retirasen depósitos electrónicamente en exceso de las necesidades de liquidez de todo el mes siguiente. Parece que en el caso de Popular tanto la alta dirección como el supervisor permitieron que la LCR no sólo violase la cota del 100%, sino que se acercase al 0%.
En condiciones normales, es plausible que el supervisor pida información de liquidez con periodicidad mensual. Pero el Banco Popular estaba bajo vigilancia desde hacía semanas. Y, según las fuentes, el Popular había pedido al Banco de España liquidez de emergencia. Parece inconcebible que, sabiendo que el banco estaba tomando ELA, el supervisor europeo no estuviese vigilando a diario los informes internos de liquidez del Popular. En el momento en que Popular empezó a tomar ELA (según informa el Financial Times, 2.000 millones de euros este lunes) el supervisor (por no hablar de la alta dirección del banco) tenía que haber pedido una estimación diaria de las garantías que le quedaban (el llamado colateral). Si este martes se agotó la liquidez por sorpresa, tras consumir otros 1.600 millones de euros de emergencia, quiere decir que nadie pidió esta estimación.
Así que, o bien Popular no estaba reportando diariamente su ratio de liquidez, o la alta dirección no la tenía en cuenta, o el supervisor único europeo no la pedía, o el Banco de España no comunicó al supervisor que el Popular estaba tomando liquidez de emergencia, o sabiendo esto nadie pidió una estimación actualizada del colateral restante. El hecho es que la llamada de Saracho a Guindos a las tres de la tarde del martes revela que se había permitido funcionar al Banco Popular muy por debajo del requisito regulatorio mínimo de liquidez durante semanas. Como resultado, 6.000 millones de euros en acciones y 2.000 millones en bonos convertibles, preferentes y subordinados, han sido amortizados a valor cero. Y esto no dice nada bueno del funcionamiento de la Unión Bancaria.