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La conducta de Rubiales amenaza los 10.000 millones en ingresos que el Gobierno prevé con el Mundial 2030

Luis Rubiales, presidente de la RFEF, durante la recepción a la selección femenina de fútbol en el Palacio de la Moncloa

Cristina G. Bolinches

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El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, está cada vez más cerca de la dimisión. Podría comunicarla en la asamblea extraordinaria de este viernes, ante la pérdida generalizada de apoyo y el ultimátum del Gobierno tras los mensajes de la futbolista Jenni Hermoso y su sindicato, del presidente, Pedro Sánchez; del ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta; de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, de varios clubes de Primera División que han pedido ya su dimisión, junto a asociaciones de futbolistas, entrenadores, jugadores a título individual o incluso una federación territorial, uno de los colectivos teóricamente más cercanos al presidente.

Tras el espectáculo del pasado domingo en la final del Mundial femenino que conquistó España, se desconoce si Rubiales ha analizado las consecuencias económicas que puede tener su comportamiento y cómo impacta en la imagen del fútbol español, que se juega ser la sede del Mundial masculino de 2030, en una candidatura conjunta con Portugal y Marruecos. La cita se perfila como un motor de crecimiento económico. El Gobierno calcula que aportará al país ingresos superiores a los 10.000 millones de euros. 

Son previsiones que se hicieron públicas en un Real Decreto aprobado en la recta final de 2022. En él, el Ejecutivo concedió una subvención de 7,5 millones a la RFEF para que comenzase a poner en marcha la maquinaria para conseguir que España se convierta en una de las sedes del Mundial de 2030. La subvención corre a cargo del presupuesto del Consejo Superior de Deportes (CSD). Es el mismo organismo que ya ha exigido medidas reales a la RFEF. “Si no toman las decisiones, lo hará el Consejo General de Deportes”, aseguraba el presidente de este organismo, Víctor Francos, de cara a la asamblea de este viernes.

El Gobierno califica el Mundial de 2030 como “un elemento que, además de potenciar la imagen de España a nivel internacional, conecta a los ciudadanos de las distintas partes del territorio español, y todo ello a través de valores del deporte como la equidad, la dedicación y el trabajo en equipo”. A esa cita, España se presenta de la mano de sus dos vecinos, en la que puede ser la primera Copa del Mundo que se dispute en dos continentes. 

De entrada, la candidatura ya ha estado marcada por varios vaivenes. Marruecos se incorporó a ella en marzo, en sustitución de Ucrania. El motivo no fue tanto que este último país esté inmerso en un conflicto bélico, como que el presidente de su federación, Andriy Pavelko, estaba involucrado en un presunto caso de blanqueo de capitales.

El impacto económico del Mundial

La candidatura conjunta de España, Portugal y Marruecos, compite, de momento, con la integrada por Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay. Aún está por desvelarse la hoja de ruta concreta, el dossier final que concrete qué ciudades serán sede del campeonato y las instalaciones. Pero sí se saben las previsiones macroeconómicas que España espera lograr con una de las citas deportivas que más aficionados mueven.

“Los estudios realizados nos indican que por cada millón de euros de gasto en inversión y en organización de la Copa del Mundo se generarán, solo en España, 78 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo”, recoge el Real Decreto. “Esto significaría”, apunta el Ministerio encabezado por Iceta, “que solo en España se podrían generar 5.120 millones del PIB (valor añadido) y 82.513 empleos equivalentes a tiempo completo”.

A esa cifra se suman los visitantes y lo que gasten. “En materia de turismo, se prevé un gasto de los visitantes específicos del Mundial superior a los 5.500 millones de euros, siendo capaz de llegar a todo el territorio nacional, ya sea con estadios sedes, con subsedes, con centros de entrenamiento avanzado o con sedes de entrenamiento de los programas de captación de talentos que se pongan en marcha dentro del marco de las dinámicas propias de la candidatura”.

De entrada, más de 10.000 millones en ingresos, en una estimación por parte del Gobierno que calcula que, “por cada euro de gasto en inversión y en organización para el desarrollo de la Copa del Mundo de 2030 se generarán, solo para España, 4,28 euros del PIB y 1,32 euros de ingresos fiscales”.

En cuanto a esa necesidad de inversión, para que España disponga, entre otros equipamientos, “de un gran centro de entrenamientos de la selección española de fútbol masculina y femenina del mismo modo que todos los países de nuestro entorno, como son Francia, Portugal, Alemania, Inglaterra”, el Gobierno anticipó una inversión global en infraestructuras deportivas de 750 millones de euros, y unos gastos de organización de 683,2 millones de euros, aunque no desglosa a qué se refiere con esta última partida.

Una factura que crecerá

Esa inversión, más de 1.433 millones de euros, sería el punto de partida. La factura de organizar un mundial suele ser significativamente más alta, aunque en este caso haya estadios que ya estén listos -como los nuevos campos del Real Madrid y del F.C. Barcelona- y sea un Mundial compartido entre tres Estados. De las últimas Copas del Mundo masculinas, la que menos costó fue la que ganó España en 2010, la de Sudáfrica. Conllevó una inversión de 3.600 millones de dólares (algo más de 3.320 millones de euros al cambio actual), según un análisis de la consultora EY

A partir de ahí, la factura sube. El Mundial de Alemania de 2006 supuso 4.300 millones de dólares; el de Rusia de 2018, unos 11.600 millones; y, cuatro años antes, el de Brasil, 15.000 millones. El más caro, con una diferencia abismal, fue el de Qatar, último anfitrión. Se estima que la cita de finales del pasado año costó más de 200.000 millones de euros. Una suma que no logró tapar las sombras de esta cita deportiva: las pésimas condiciones laborales de los trabajadores, las acusaciones de corrupción y sobornos, ni la discriminación a las mujeres y a la comunidad LGTBI.

El Mundial femenino que acaba de ganar España ha sido considerablemente más económico. Australia, que organizó la final, invirtió 88 millones de dólares locales, según Reuters. Es el equivalente a 52 millones de euros, destinados a la mejora de instalaciones ya existentes. Mientras, en Nueva Zelanda, las obras de renovación supusieron cerca de 18 millones de euros.

En las estimaciones del Gobierno español para la cita de 2030 también hay cálculos para Portugal, donde se contempla la creación de 26.000 empleos a tiempo completo y el equivalente [en ingresos] a 1.000 millones de euros de PIB.

Sin embargo, queda por saber la aportación y la inversión necesaria en Marruecos, dado que cuando el Gobierno aprobó el citado Real Decreto el tercer país de la candidatura era Ucrania. El reino alauita ya ha sido sede de recientes competiciones internacionales, como el Mundial de Clubes de 2023 o, más atrás en el tiempo, la Eurocopa de 2004.

Golpe a la imagen de España

En esa misma presentación de las grandes cifras económicas que puede aportar a las economías de los países anfitriones, el Gobierno calificaba el Mundial como “el campeonato de fútbol más prestigioso del planeta” y lo ve como una “causa generadora de hábitos favorecedores del fomento de la solidaridad y de la integración de todos los colectivos sociales”.

“El deporte ocupa un lugar importante en el balance de nuestra economía, en la imagen de España hacia el exterior, en la mejora de nuestra educación, de la salud y de la esperanza y calidad de vida y también constituye un importante instrumento de cohesión social, un eficaz vehículo para la transmisión de valores”, resume. 

Que la imagen de España ha quedado tocada por el comportamiento de Luis Rubiales lo ha reconocido el presidente del CSD. “No se ha dado una buena imagen del deporte español”, asumió Víctor Francos a la agencia estadounidense The Associated Press (AP). Y no solo por el beso forzado a la futbolista Jenni Hermoso

Según declaró Víctor Francos a AP, “el gesto de agarrarse los testículos en la tribuna” de un Rubiales eufórico celebrando la victoria el pasado domingo, cuando estaba en el palco junto a la Reina Letizia, la infanta Sofía y Gianni Infantino, presidente de la Federación Internacional de Fútbol (la FIFA), “nadie lo puede defender”.

“Han ocurrido cosas que no deberían haber ocurrido. Como presidente del Consejo Superior de Deportes no puedo negar que esto genera mala imagen”, según Francos. “Todo el mundo sabe que la actitud” de Rubiales “es inaceptable. Tenemos que ver si es la cara pública adecuada”, resumió, en referencia a si debía representar a España en la candidatura al Mundial.

Lo que exige la FIFA

La carrera por ser sede de la Copa del Mundo masculina de 2030 ya se ha iniciado, aunque va con retraso. En junio, la FIFA acordó posponer el lanzamiento formal de las candidaturas porque había consultas adicionales de “todas las partes interesadas”. Eso se tradujo en que será en solo unas semanas, en septiembre u octubre, cuando el Consejo de la FIFA apruebe el reglamento de licitación del Mundial 2030. A partir de entonces comienza oficialmente la pugna por albergar esta cita deportiva. Los anfitriones iban a conocerse en el tercer trimestre de 2024, pero la FIFA también decidió posponer la decisión hasta el cuarto trimestre del próximo año.

Precisamente, este jueves, la FIFA ha abierto un “procedimiento disciplinario” a Rubiales por “los hechos acaecidos durante la final” del Mundial Femenino.

De cara al de 2030, no se sabe el reglamento. Pero sí hay una descripción general de cuáles son los requisitos que se piden a los países que quieren ser sede. Estos abarcan exigencias en infraestructuras, pero también la prevención del acoso y el abuso sexual. Por ejemplo, en cuanto a las infraestructuras, se requiere que los organizadores cuenten con 14 estadios para albergar la competición, de los que al menos siete ya tienen que estar listos cuando se formalice la candidatura. Todos tienen que tener más de 40.000 asientos, pero el que albergue el partido inicial y la final debe superar las 80.000 plazas. 

Más allá de los estadios y las exigencias en cuanto a campos de entrenamiento o capacidad hotelera, esa descripción general de requisitos recoge que los organizadores deben implementar y operar adecuadamente mecanismos internos para actuar ante cualquier actuación que tenga impacto sobre los derechos humanos, casos de discriminación, acoso o abuso que tengan relación con la competición.

De entrada, la FIFA también exige que los países tengan antes del inicio del Mundial, como mínimo, códigos de conducta que prevengan y respondan a posibles casos de abuso o explotación sexual, así como mecanismos que demuestren que este tipo de actuaciones se “abordan de forma eficaz”. 

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