Mario Draghi pasará a la historia por una frase que fue todo un tratado de política monetaria y que pronunció el 26 de julio de 2012, cuando Europa se tambaleaba sobre todo por el frente mediterráneo: “El BCE hará todo lo que sea necesario para salvar el euro. Y, créanme, será suficiente”.
En esta idea coinciden diversos analistas consultados por Efe que creen que con esa frase, sin mover un sólo euro, “SuperMario” salvó la moneda única y, sobre todo, el proyecto europeo.
Algunos ven sombras en la parte final de su mandato, con el mantenimiento de una política monetaria ultralaxa, que ha trasladado la idea de que el BCE sigue viendo a la economía europea demasiado débil y eso se ha contagiado a la economía real.
Rafael Pampillón, profesor de Entorno Económico de IE Universidad, destaca la frase del banquero italiano de julio de 2012: “Creo que lo hizo muy bien”, añade, porque dio confianza a los depositantes y a los accionistas de los bancos, y consiguió trasladar que la banca saldría adelante y el dinero barato llegaría al crédito.
Cree además que Draghi será recordado por el programa de expansión cuantitativa, QE por sus siglas en inglés, con el que compró activos de los bancos comerciales para respaldar el crecimiento, en concreto en el caso español por más de 250.000 millones de euros.
Pampillón tiene una objeción a la política que ha practicado el BCE durante todo el mandato de Draghi porque cuando la economía europea empezó a crecer y mantuvo sus herramientas expansivas envió señales a los mercados de que aún había crisis y “es como la profecía que se autocumple” porque eso frena a las empresas a la hora de crear puestos de trabajo.
Para el profesor de IE Universidad, Mario Draghi es un hombre “prepotente” que dirige el BCE de forma “totalitaria”. “En conjunto hay que darle un notable, aunque quizá no tuvo suficiente fuerza para hacer que los gobiernos aplicaran las políticas fiscales que convenían”.
En la nueva etapa que se abre ahora, Christine Lagarde -que es una persona “más de consenso”, según Pampillón- convencerá a los gobiernos de que la política monetaria no basta y que hay que hacer política fiscal.
Juan Fernando Robles, profesor de la Escuela Internacional de Finanzas, destaca que la gestión de Draghi está marcada por la crisis del euro y por los rescates de varios países, además de por la implementación de la supervisión única.
Su principal acierto, añade, es la frase citada, con la que, sin ninguna acción, consiguió empezar a dar la vuelta a la crisis de deuda que amenazaba de forma severa sobre todo a los países llamados “periféricos”, es decir, Grecia, Portugal, Irlanda y España y, en menor medida, Italia.
A su juicio, Draghi ha tenido, sobre todo, un gran poder de comunicación, porque en realidad él es “sólo” el ejecutor de la política monetaria que decide el Consejo de Gobierno, en el que además del Comité Ejecutivo del BCE están los gobernadores de los bancos centrales nacionales de todos los países de la eurozona.
Robles centra las críticas en la tardanza de Europa en aplicar las políticas monetarias expansivas que EEUU llevaba años practicando, pero el error no es achacable a Draghi, dice, ni siquiera a su antecesor, el francés Jean Claude Trichet, sino a los difíciles equilibrios políticos que había que hacer en la zona euro.
La gran perjudicada de estas políticas ha sido la banca, que en escenarios de tipos ultrabajos sufre más porque no consigue rentabilidad y además eso se produce en un momento en que el sector está en un proceso de redimensionamiento. “Pero la política monetaria no se hace para el sector bancario”, concluye.
Aurelio García del Barrio, director de MBA especializado en Finanzas del IEB, afirma que con su actuación monetaria, el BCE ha sido el responsable del 25 % del crecimiento de la zona euro y del 40 % de la recuperación de la inflación, con lo que su política monetaria ha dado frutos.
A su juicio, sin las medidas acomodaticias aplicadas en el mandato de Draghi la economía habría sufrido “muchísimo”, pero el gran logro es haber sabido sostener al euro en momentos muy críticos.
De hecho, sus políticas de tipos en cero “han venido para quedarse” pero la duda que se plantea es qué ocurrirá cuando empiecen a subir los intereses con los ingentes volúmenes de deuda pública y privada que está emitida a tipos muy bajos.
Señala finalmente que el BCE tiene pocas armas y “se ha usado para funciones que no son la suya” porque los países no han hecho lo que debían en materia fiscal ni han hecho reformas estructurales para hacer más eficiente las economías. “Ahora son los países los que tienen que jugar el partido”, finaliza.